¿Debe escribirse un blog cuándo
se está triste? ¿Cuándo los sentimientos tal vez no le permiten a uno juzgar la
situación adecuadamente?
Debe escribirse, sí. Debe
escribirse.
La consigna “Os ganaremos con
vuestras reglas y os gobernaremos con las nuestras”, resume – me han dicho- el
método que utilizan los islamistas radicales para conquistar el mundo occidental.
Por su parte, el mundo occidental absorto en los entretenimientos creados
especialmente para él por los medios de comunicación de masas, levanta la
cabeza, mira sin comprender qué diantres están diciendo y sigue jugando. Sólo cuando los fundamentalistas empiezan a
cortar cabezas parece que se despierta la atención de los occidentales hacia
ellos. No por mucho tiempo. Total, eso también se ve en el cine... Y vuelven a
perderse en los laberintos intrincados de los juegos de videoconsola. A veces
más sangrientos y violentos que la realidad misma.
No. No nos ganarán con nuestras
reglas. ¡Qué más quisiéramos nosotros! Nos vencerán cómo ya en su día vencieron
en la Península Ibérica los recién llegados árabes a los visigodos que ya
estaban en ella, cómo vencieron los germanos a los romanos y, en definitiva,
nos vencerán igual que todos los vencedores logran vencer: aprovechando en su
favor no sólo nuestros vicios - que más que conducir nuestras pesadas almas
al infierno constituyen, prioritariamente, nuestras debilidades - sino, y esto es lo peor y más grave, aprovechando la
carencia de las virtudes que una vez pudimos llamar “nuestras”: el honor individual, que se atreve a
responder de sus actos ante Dios y los hombres; la lealtad al amigo más allá de las convenciones sociales y que
no tiene nada que ver con el sexo, sino con la moral. Indiferentemente de lo
que digan de una persona, indiferentemente de la situación en la que se
encuentre, la amistad se mantiene intacta contra viento y marea. Por lo menos
hasta que la tormenta haya amainado; la fidelidad
a la persona amada. Y sí. Ya sé. La fidelidad ha sido un sueño más que una
realidad. Pero qué bonito sueño. Ahora, se empiezan las relaciones pensando en
ver “cuánto dura” o, peor aún, sabiendo que no van a durar más de una noche. Una
semana a lo sumo. ¡Pero qué horror! Sí. ¡Qué horror! Qué horror transformar el
sexo en simple placer. Qué horror despojarlo del sueño del amor eterno donde
alma y cuerpo rompen el plano en el que nos encontramos para trasladarnos a
niveles más elevados del conocimiento, donde Dos se hacen Uno y ese Uno, Tres.
Y encima, creen, los muy imbéciles que el sexo les abre directamente la puerta
a dimensiones astrales superiores. ¡Ja! Sólo porque han leído un par de
libros esotéricos que divagan sobre la importancia del sexo en los viajes a
mundos desconocidos. ¡Pandilla de memos sin sueños que duren más de veinte
minutos!; Y enlazando con esto último, la falta de la virtud de la paciencia, que un día encumbró a nuestros
artesanos, a nuestros científicos y a nuestros literatos. Queremos todo y lo
queremos ya. Todo igual. ¡Incluso las copias de los cuadros famosos se producen
en China en cadena! ¡Traigan las copiadoras 3d! Adiós a la manufactura. ¿El
ahorro paciente? ¿Para qué? Los bancos no dan intereses. El monto de sus deudas
provocado por no se sabe qué problemas con la coyuntura económica mundial,
amenaza con quedarse con lo que pacientemente hemos conseguido con el sudor de
nuestra frente. Y sí hemos perdido la unión del individuo con Dios. – “ ¡oh! ¡Qué
divertido! ¡No me haga usted reir! ¡Pero si no hay Dios!” – “¿Ah no? ¿Y usted
cómo lo sabe? ¿Quiére salvar al mundo y no quiere usted salvar su relación con
Dios? ¿Ha visto al Mundo? ¡No! Usted no ha visto al Mundo. Es imposible ver al
Mundo. Usted sólo ha visto una parte del mundo. Usted sólo ha visto –caso de
que se haya parado a verlo- a su mundo. Y sin embargo, usted se siente parte
del Mundo. Usted se siente parte de él. Usted se siente, al menos como
individuo, dentro del Mundo. Como ciudadano puede usted sentirse dentro de una
sopa. De todas formas está dentro de ella. Dentro de la sopa, me refiero. Y
como todos los otros ciudadanos que en ella se encuentran, haciendo lo posible
por sobrevivir sin ahogarse en el intento. Pues bien. Ahora nos falta esa
conexión interna entre el individuo y lo superior. Da igual cómo se llame a eso
superior. Eso que nos impulsa a ser mejores, a darnos tortas por la noche
cuando hemos fallado tanto cómo hemos fallado y a seguir luchando al día
siguiente no sólo por nuestra supervivencia ¡por la del Universo entero! ¡Sí!
Hemos perdido esa conexión y con ella hemos perdido también la mayor de
nuestras virtudes: la heroicidad
que, déjense de tonterías, no consiste en llegar al Everest sino en superar las
debilidades de la vida cotidiana. La principal cuestión no es quién inventó antes
la justicia social: si Marx, la Iglesia Católica, o los Hebreos en su Éxodo por
el desierto, cuando decidieron desprenderse de todo su oro para construir un
becerro de oro. La principal cuestión es cómo mantener las pequeñas virtudes
cotidianas que son las que al fin de cuentas construyen, mantienen y embellecen
a las sociedades.
Nos faltan las virtudes y aún osamos creer que otros nos van
a ganar con ellas. No lo conseguirán por poseerlas sino justamente porque las
hemos perdido. Pero nosotros, cínicos e hipócritas, todavía nos atrevemos a criticar
el cinismo y la hipocresía rusa. O sea, la de Putin. Nosotros, cínicos e
hipócritas, que no paramos de hablar de solidaridad para los desheredados del
Tercer Mundo permitimos, y a veces incluso justificamos, la existencia del
mobbing en el colegio, en la empresa y hasta en la vecindad. El intento de
cualquier persona normal de hacer valer su honor por medio de los instrumentos
judiciales está llamado a perecer en el intento y si alguna lo consigue, como
aquélla señora de Valencia enfrentada a su vecina, será después de haber pagado abultados honorarios
al abogado de turno amén de un detective y años de humillación porque muchos no creen que sea para tanto,
otros la toman por loca y algunos no dudan en afirmar que miente. Nosotros, que
hablamos de amor universal y no somos capaces de soportar al distinto que vive
a nuestro lado, salvo cuando soportarlo entra dentro de lo políticamente
correcto dentro de la pequeña esfera en la que nos movemos. Nosotros que hemos hecho
del becerro de oro nuestro dios, después de haber afirmado que Dios no existe, o
que ha muerto, o que nadie sabe dónde está. Nosotros, digo, seguimos jugando
con las tabletas portátiles, informáticas, electrónicas y no sé cuántas cosas
más y sólo nos importa que el discurso sea bello. Y de todo, esto es lo más
cínico. En una cultura de la anti cultura como es la nuestra se desea, se exige
casi, que el discurso sea bello. Que todo suene bien, aunque sea mentira, o
aunque sea una media verdad – de la que siempre se olvida que es también una
media mentira.
¡Qué suenen las campanas!
Mi tristeza se debe a la desaparición de un chico alemán de veintiocho años de edad, Lars Mittank. Un buen chico. Uno de esos muchachos de provincia criado en los valores tradicionales de amor al trabajo y a la familia. Un día él y sus amigos deciden irse de vacaciones a Bulgaria. A uno de esos multitudinarios mercados de carne –ya es hora de que nombremos a las cosas por su nombre- que huelen, a pesar de celebrarse al aire libre, a sudor humano. Sudor, miseria y estupidez masificada. Allí se ve envuelto, o lo envuelven, en una pelea. Le revientan un tímpano de los oídos. No puede volar. Todos sus amigos regresan a Alemania. Él se queda en tierra. Solo. Herido y acompañado únicamente por la sensación de soledad que le invade a uno cuando ve partir a sus amigos. Busca un hotel. “Un extraño hotel”, le dice a su madre. A partir de ahí, todo se torna confuso. Algunos aseguran haberle visto envuelto en pánico; otros aseguran que estaba drogado, y creo que un médico afirma que acudió a su consulta pero cuando vio a dos policías huyó gritando que no quería morir.
Mi tristeza se debe a la desaparición de un chico alemán de veintiocho años de edad, Lars Mittank. Un buen chico. Uno de esos muchachos de provincia criado en los valores tradicionales de amor al trabajo y a la familia. Un día él y sus amigos deciden irse de vacaciones a Bulgaria. A uno de esos multitudinarios mercados de carne –ya es hora de que nombremos a las cosas por su nombre- que huelen, a pesar de celebrarse al aire libre, a sudor humano. Sudor, miseria y estupidez masificada. Allí se ve envuelto, o lo envuelven, en una pelea. Le revientan un tímpano de los oídos. No puede volar. Todos sus amigos regresan a Alemania. Él se queda en tierra. Solo. Herido y acompañado únicamente por la sensación de soledad que le invade a uno cuando ve partir a sus amigos. Busca un hotel. “Un extraño hotel”, le dice a su madre. A partir de ahí, todo se torna confuso. Algunos aseguran haberle visto envuelto en pánico; otros aseguran que estaba drogado, y creo que un médico afirma que acudió a su consulta pero cuando vio a dos policías huyó gritando que no quería morir.
Y yo me pregunto - me lo pregunto porque la edad debe haberme
convertido en una de esas moralistas insoportables de las que todos hablan, ese mismo tipo de moralista insoportable que también fueron Nietzsche, Brecht,
Kant y Lutero –cada cual a su modo y manera- ¿cómo es posible que sus amigos le dejaran
solo y herido? ¿qué tipo de amigos y qué tipo de personas son esas que ante el
dolor del prójimo, del de al lado, se olvidan de la solidaridad, de la amistad
y de todas esas cosas?
He llamado a Carlos Saldaña. Lo
he llamado después de haber llorado por ese chico y por sus padres
desconsolados y después de haber rezado a Dios para que lo encuentren. “ ¡Oh,
Oh! ¡Ha rezado! ¡Qué bien lo disimulaba!” – dirán algunos. Y ante cualquier
comentario de este tipo únicamente cabe responder con un improperio. “¿Qué
pasa?¿Es que sólo pueden rezar los curas o qué? Sí. He rezado a Dios. A Dios y al Universo.
Porque no es justo que siempre mueran los inocentes, los justos. Porque si es
terrible que el enemigo te asesine aún lo es mucho más verte abandonada por
aquéllos que siempre has llamado amigos”.
Carlos, como de costumbre, no ha
cogido el teléfono. Primero hay que dejarle un mensaje en el contestador automático y luego esperar a
que su contenido le interese lo suficiente como para decidirse a llamarte. Esta vez lo ha hecho.
-“A mí me sucedió algo parecido” - me ha dicho en cuanto ha notado que descolgaba el auricular –
“Nada de drogas, nada de heridas ni de reyertas. Unos terribles dolores en el
abdomen inferior y vómitos. Pero mis amigos tenían que regresar sin demora. Un
par de ellos debía incorporarse al trabajo y el resto no podía permitirse el
lujo de perder el billete de avión y mucho menos quedarse conmigo.”
-“¿Te acompañaron al hospital?” –
le he preguntado
Su voz se ha tornado dura. - “No.”
– ha sido su respuesta.
-¿Qué hiciste?
- Caerme en medio del asfalto y
esperar la muerte. –ha dicho riendo.
-¿Y?
- “Mala hierba nunca muere.” – Y ha seguido riéndose – Créeme Isabel, si
alguna vez te pasa algo por el estilo no se te ocurra buscar un hotel ni nada
que se le parezca. Grita lo más alto que puedas y déjate caer al suelo. En dos
minutos tienes la vida resuelta. No hay nada que incomode más al viandante que
encontrar a gente tirada por la calle.
-¿Cómo superaste el trauma?
- Primero me llevaron al
hospital. Apendicitis. Luego estudié Medicina. “Por si las moscas...”
-¿Y tus amigos?
-¿Qué amigos? – pregunta.
Y sé que no tiene sentido
insistir. Su pregunta es una pregunta retórica.
He salido a la terraza. Un sol
brillante pinta rayos de luz sobre mis geranios.
¿Por qué entonces estoy tan
triste? ¿Por qué por primera vez en mi vida comprendo la misantropía de Carlos
Saldaña? Tal vez debería haber llamado al sociable y tranquilo Jorge Iranzo que nunca tiene problemas porque nunca los ve... ¿Me hubiera conseguido animar
su ánimo?
Creo que no.
Hoy necesitaba oir la verdad más
despiadada.
Isabel Viñado Gascón.
Me ha gustado mucho tu reflexión.
ReplyDeleteLamento responder tan tarde a tu comentario. Encontrar la respuesta adecuada era difícil. Un simple "gracias" hubiera convertido tus palabras en el juicio final de un tribunal examinador y mi artículo en una redacción escolar. Permanecer en el silencio hubiera supuesto, seguramente, una desconsideración a tu amabilidad. Lo cierto es que el tema que aquí se trata: el de la virtud, me ha preocupado siempre. Ha de ser la virtud interna o promovida desde el exterior? Cuándo un comportamiento es virtud y cuándo no? Por qué a veces una decisión es adecuada y otras veces esa misma decisión no lo es? Por qué "a" no es siempre "a"? Y al mismo tiempo: por qué es necesario mantener una línea que permita a la flexibilidad mantenerse en el concepto de flexibilidad sin degenerar en el cinismo?
ReplyDeleteQué quiero decir, por tanto, cuando digo que hemos perdido nuestras virtudes? A qué me refiero cuando digo que la Iglesia Católica debería replegarse sobre sí misma, igual que ha hecho Benedicto XVI, que predica con el ejemplo lo que calla con la lengua?
ReplyDeleteMe refiero a la Fe. La Fe.
Esa primera piedra sobre la que Jesús dice que edificará su Iglesia no es una primera piedra cualquiera: simboliza la Fe. (Y no lo digo yo, lo dice Hobbes en el tercer libro del Leviatán).
La Fe es la piedra en la que descansa todo un edificio que una y otra vez amenaza con desmoronarse justamente porque esa primera piedra se ha ido hundiendo en no sé qué barrizal. Es la Fe lo que genera la conducta espiritual y responsable de cada individuo, de cada ciudadano. Pero la Iglesia Católica no apela a la Fe, no apela a la renovación espiritual del individuo. Ni la Iglesia Católica ni los laicos, a qué enganarnos. La Iglesia Católica ignora la Fe en el Axioma Primero Dios, del mismo modo que los laicos ignoran la Fe en su Axioma Primero Hombre. La Iglesia Católica quiere seguir siendo Universal, universal sin Fe y los laicos se aferran a la Ciencia y creen más en la inteligencia artificial como futuro posible Axioma Primero que en el Hombre mismo. Al paso que vamos la humanidad, sea lo que sea la humanidad, tendrá mercenarios pero no auténticos soldados.
Muchos creen que la Fuerza es masa por aceleración. Esa es la Fuerza física, pero hay otra fuerza mucho más importante: Fuerza igual a Fe por Energía.
Ahora la Fe está dormida u olvidada, o tal vez abandonada, ya ni lo sé, y la Energía sufre de cortocircuitos.
Las virtudes se derrumban no porque falte la justicia social, no porque falte la caridad. Se derrumban porque falta la Fe. La Fe que ha de ser siempre reflexiva e individual, no colectiva y en masa, que eso nunca es Fe sino locura y enajenación. Falta la Fe y faltan los teólogos y los filósofos. Los buenos teólogos y los buenos filósofos. Sobran las opiniones políticas y los intelectuales de marketing.
No sé si me he extendido demasiado en mi respuesta. Como digo, responder adecuadamente no es tarea fácil.En cualquier caso, gracias por haber dejado tu comentario.
ReplyDeleteUn último inciso: cuando digo que "la humanidad tendrá mercenarios pero no auténticos soldados" estoy utilizando un modo de hablar arcaico. Traducido al lenguaje actual debería leerse: "la humanidad tendrá robots eficientes pero no auténticos individuos".
ReplyDeleteEn todo este tinglado has olvidado mencionar a los Jesuitas, que son quienes están verdaderamente detrás del Nuevo Orden Mundial. Y aunque se hagan pasar por una orden religiosa son en realidad una antiquísima orden militar, la cual se ha infiltrado en las altas esferas politicas, el Vaticano, la masonería.. Y EN TODAS PARTES. Ellos trabajan por un sólo objetivo: SUS PROPIOS INTERESES (El control mundial en toodos los aspectos).
ReplyDeleteTampoco mencionas a la LIBRE-masonería (un free-masón no es lo mismo que un masón, aunque lo parezca).
Y por último nos queda el sionismo internacional.
El Nuevo Orden Mundial no es más que el plan maestro para que todos éstos poderes lleguen a consenso, dejen de luchar entre ellos, se repartan el pastel (todas las riquezas, recursos y conocimientos robados a la humanidad, e incluso el planeta en sí) y gobiernen el mundo en forma ecuménica, con el anticristo a la cabeza.
Todo lo demás que hemos visto, vemos y veremos acontecer no son más que diferentes movimientos de piezas sobre éste enorme y complejo tablero de juego que es el mundo. Está, jugando sus cartas (sus cábalas) contra la humanidad y hasta incluso contra todos los seres vivientes de éste mundo. CONTRA LA MISMÍSIMA CREACIÓN (haya quién la haya creado).
Muchos somos conscientes de que los poderes de las tinieblas están moviendo sus fichas para darnos jaque mate, pero por desgracia la inmensa mayoría no lo es.
Muchas gracias por tu comentario. Es sumamente interesante.
DeleteEl Nuevo Orden Mundial... Lo había olvidado. El Nuevo Orden Mundial, que al parecer podría llamarse el Viejo si es verdad que hunde sus raíces en la historia de la Humanidad tan profundamente como dicen que lo hace. El Nuevo Orden Mundial al que se le pueden achacar todos nuestros fracasos, todas nuestras miserias, todas nuestros fallos...
Lo siento pero la simple denominación de Nuevo Orden Mundial me parece tan desacertada como lo que se pretende significar con ella. Por lo que he podido entender no es Nuevo; el Orden que trae es Dictatorial y es Mundial sólo en la medida en que protege sus propios intereses. Encima se trata de una organización secreta cuyos componentes, curiosamente, son perfectamente conocidos por todos.
He de confesar que yo voy por libre.
La izquierda y la neoizquierda, igual que el laicismo, se han traicionado a sí mismas. Y hasta donde he podido comprobar ello no ha sido consecuencia de las maquinaciones de ningún Nuevo Orden Mundial, ni de los conservadores, ni siquiera de la Iglesia Católica, sino de su propia insensatez y hedonismo. La barbarie intelectual, el fracaso escolar, el éxito de la industria de los videojuegos... eso es el resultado de cada una de nuestras decisiones y actuaciones individuales. Apaguemos la televisión, las playstations, abandonemos las discotecas, las drogas, cumplamos individualmente con las virtudes, pongámonos a estudiar en firme. Llenemos las bibliotecas, leamos a los clásicos uno a uno, concentrémonos en la artesanía y en el gusto por lo bien hecho. En suma: hagámonos responsables de nuestros actos y de nuestras palabras y no habrá ni Orden ni Desorden que pueda con nosotros.
Se habla de juicio crítico, pero ¿cómo poderlo desarrollar sin conocimientos?
Apaguemos el televisor, estudiemos y reflexionemos: esa es mi propuesta.
Espero no haberte decepcionado aunque mucho me temo que haya sido así. Critico que la Iglesia Católica se centre en los temas materiales como la Justicia Social y no en los temas espirituales como es la Fe pero a los laicos, se llamen como se llamen, les critico su irresponsabilidad y esto sí que es terrible. Los laicos no han traicionado a nadie. Se han traicionado, a sí mismos y consecuentemente al ideal que perseguían: la separación entre Religión y Política.
Dicha separación corre hoy más que nunca el peligro de desaparecer y esto sí que sería trágico.
Los grupos, sean del tamaño que sean y se denominen como se denominen, nunca son compactos. Es importante, sin embargo, que nosotros lo seamos y para ello se hace imprescindible estudiar y olvidarnos de maquinaciones que, por lo que dices, resulta imposible dominar. Concentrémonos en mejorar nuestro pequeno mundo, ése en el que transcurren nuestras vidas y no tardarán en verse los resultados. A Lars Mittank no se lo llevó ningun Nuevo Orden Mundial.
Sé que no estarás de acuerdo con su contenido pero de todas formas te mando unos links de otros artículos que he escrito.
http://isabel-vinado.blogspot.de/2012/08/el-mundo-y-yo-2012-carlota-gautier.html
http://isabel-vinado.blogspot.de/2012/08/reflexiones-sobre-la-libertad-la.html
Un saludo y nuevamente, muchas gracias por tu comentario. Soy consciente de que hay muchos que piensan como tú. Yo no me incluyo. Pertenezco, lamentablemente, al grupo de los Huxley, Lutero y Kant de este mundo. Esos que aún siguen creyendo en la fuerza del individuo, en la necesidad del conocimiento y en el juicio crítico y personal. Y por eso guardo las distancias con el Mainstream organizado tanto como un organizado Antimainstream. No te lo tomes a mal.
Un saludo.