¿Es normal que los jóvenes necesiten de drogas y alcohol para divertirse porque por sí solos no lo
consiguen, para acto seguido tener que recurrir al uso de la viagra porque las
grandes dosis de estupefacientes y sustancias varias que han tomado les dejan
inútiles para utilizar su cuerpo adecuadamente? ¿Es necesario que haya de
elaborarse una viagra femenina para que las mujeres deseen el acto sexual más a
menudo porque el amor ya no las estimula lo suficiente o tal vez para que puedan ser violadas con su consentimiento y por tanto ya no se pueda hablar de violación?¿Es comprensible que los
viejos utilicen la viagra para alargar una juventud corporal porque están
absolutamente convencidos de que ello les permite alargar su salud mental? ¿Se
equivocaba Cicerón cuando escribió su obra “De Senectute” (“De la vejez”)? ¿Es
la eterna juventud, la lucha por conservarla, el auténtico modelo que ha de
servir de guía a las nuevas generaciones o es la constatación de la
irresponsabilidad de los nuevos viejos, que se niegan a cumplir la misión que
la edad les dicta? ¿Es irrelevante para una sociedad que la industria del porno
(que ahora se llama “industria para adultos”) y los video-juegos sean dos de
los sectores que más dinero mueven en la economía mundial? ¿Y qué pasa con
aquéllos jóvenes que se niegan a seguir todos estos parámetros? ¿Qué pasa con
aquellos viejos que se complacen en una vejez serena y reflexiva? ¿Todavía
existen? ¿Dónde están? ¿Cómo transcurren las vidas de esos jóvenes y de esos
ancianos? ¿En soledad o en guetos religiosos? ¿Son hombres fuertes e inquebrantables
o mojigatos timoratos que no se atreven a salir de la fortaleza solitaria en la
que se han visto obligados a convertir su vida para no morir asesinados por el
mobbing, bullying y todas esas psicosis que tal vez han existido siempre pero
que hoy en día los bárbaros se regodean en filmar?
¿Es todo lo que acabamos de decir una simple invención de los periódicos y
de los medios de información para vender más titulares? ¿Nada de las denuncias
sobre la crisis de la familia es cierto? ¿Es verdad que los niños se recuperan
pronto de un divorcio y que se adaptan a las familias “remiendo” de forma
rápida y sin traumas porque lo más importante para ellos es ver a sus padres
felices, antes que unidos? ¿Entonces por qué todos los amigos profesionales de
la educación mueven la cara con preocupación cuando hablamos de este tema y
callan; callan por más que sus rostros griten? Callan, sí. Callan, como callan
los sacerdotes que saben de las profundas grietas en el alma de sus parroquianos,
de sus incurables heridas, de sus irremediables pasiones... Callan y lloran por
no poder solucionar los problemas de las almas tiernas e inocentes de los
alumnos que tienen ante sus ojos. Discotecas en las que se encuentran los
padres con sus amigos y los hijos con los suyos.
¿Preguntar todo esto me convierte en una moralista insoportable? ¿Me han de
recordar que no hay nadie perfecto y que “el que esté libre de pecado, que tire
la primera piedra”? ¿Se trata realmente de una cuestión de pecados y pecadores? ¿Es la
historia del mundo la historia de su degradación o es que el hombre está
condenado a afrontar la tragedia de permanecer sumido en medio de la batalla
eterna de dos seres terribles: Dios y el Diablo? ¿Nos encontramos ante un problema religioso y
entonces es verdad que el hombre no tiene la palabra porque en ese caso la lucha que tiene que librar le
viene sin remedio impuesta desde fuera? ¿Se trata, más bien, de una cuestión social y es el
hombre el que decide y tiene la última palabra acerca de cómo quiere que sea su
sociedad, o simplemente se trata de una cuestión política-económica y el hombre
no es juguete de Dios, ni juguete de Satán, ni siquiera controla su voluntad, sino que es única y exclusivamente marioneta de
las fuerzas que dirigen los hilos de las finanzas?
No busco respuestas religiosas, ni siquiera morales. No las busco. No las
quiero. No quiero respuestas compactas, tan compactas como inútiles. No quiero
un Orden Eterno e inquebrantable. No. No lo quiero. Ese Orden Eterno e
inquebrantable es el reverso de ese terrible “Todo en el Uno y Uno en el Todo”,
que tantos dolores de cabeza me produce. Mayores aún que los que me causan la esquizofrenia en la que
nuestras vidas parecen transcurrir últimamente. Aunque tal vez el mundo siempre
fue esquizofrénico. A decir verdad, el maniqueísmo: Bien y Mal siempre fue una
forma de esquizofrenia. No quiero el Orden Eterno e inmutable pero tampoco es
mi deseo deambular como carne con ojos pero sin alma. Ese empeño de convertir a
los robots en individuos es el empeño de convertir a los individuos en robots. La
afirmación teológica según la cual somos contigentes y finitos pero tendemos a
lo incontigente e infinito parece haber quedado obsoleta. Seguir seguimos
siendo contingentes y finitos pero nuestra pretensión no se dirige al Infinito
Absoluto sino a mantener lo contigente en perpetuo movimiento. Equiparación de
robot y de hombre. Equiparación de hombre y Dios. ¿Equiparación de robot y
Dios?
“a” es “a”. Ese terrible Principio de Identidad, axioma del Orden
Inmutable y Eterno.
¿Quién es el “no a”?
¿El que dicta las normas a seguir o el
distinto, el que sobra?
Ambos. Por eso son enemigos
¿Qué tienen en común? Su
irreverencia al “a”: Ni robot, ni hombre, ni Dios.
Ellos, sólo ellos, dicen ellos, son y pueden ser Individuos; individuos con alma. Ante el riesgo que implica que “No a” sea “No a” y ello se transforme en un nuevo Principio de Identidad, los dictadores de normas y los rebeldes se enfrentan en una eterna lucha en la que tratan de demostrar que “no a” no es “no a”. Ellos, tan obsesionados con ese Principio de Identidad para el resto de los mortales se niegan a aceptarlo porque ambos se guían por el mismo principio, ése que exigía el mejicano rey sin trono ni reina: “Que mi palabra es la ley”
Ellos, sólo ellos, dicen ellos, son y pueden ser Individuos; individuos con alma. Ante el riesgo que implica que “No a” sea “No a” y ello se transforme en un nuevo Principio de Identidad, los dictadores de normas y los rebeldes se enfrentan en una eterna lucha en la que tratan de demostrar que “no a” no es “no a”. Ellos, tan obsesionados con ese Principio de Identidad para el resto de los mortales se niegan a aceptarlo porque ambos se guían por el mismo principio, ése que exigía el mejicano rey sin trono ni reina: “Que mi palabra es la ley”
¿Pero qué hacer en un mundo en el que la palabra no es ni ley, ni concepto
sino solo sonido?
No sé ni por qué voy a publicar este artículo.
Hay días en las que uno escribe bagatelas sin sentido y aún tiene la osadía
de publicarlas para que aumente el volumen de los escritos inservibles.
Hija de mi tiempo, sin duda: un saco de preguntas
sobre la mesa que no espera respuesta, que no la busca, que no la quiere.
Demasiadas falsas respuestas.
Demasiadas falsas respuestas.
Me voy al jardín.
Un día oscuro y sin agua.
¿Cómo lo sobrellevarán mis flores?
¿Morirán secas y tristes o conseguirán salir adelante?
¿He de regarlas o es preferible aceptar su destino?
¿He de dirigir su crecimiento o he de abandonarlas a su libertad?
¿Por qué ya casi nadie, ni siquiera los letristas de canciones, tienen
dudas excepto en lo que al mal de amores se refiere?
¿Por qué, sin embargo, los
psicólogos tienen las consultas llenas de personas empeñadas en que alguien,
aunque sea pagando, se ocupe – lo cual no significa, ni mucho menos, que se
preocupe - de sus problemas emocionales? ¿Es eso síntoma de una epidemia
hedonista-narcisista o de la profunda soledad que azota al individuo moderno? ¿Sólo
al hombre moderno o a todos los hombres desde su aparición?
¿Por qué los misántropos como Carlos Saldaña no necesitan de psicólogos ni
de sacerdotes ni de gurús económicos?
¿Por qué hay tantos hombres con ansias de liderazgo y ninguno al que se le
pueda considerar lider porque todos, lo sabemos, buscan su propio provecho?
¿Por qué hay tantos falsos profetas?
Me voy al jardín.
A ver qué piensan las flores acerca de su destino.
Quizás ellas tengan algo que decir.
Al paso que vamos ya ni se sabe...
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