Los periódicos
alemanes que normalmente leo: “Der Spiegel” und “Frankfurter Allgemeine Zeitung”,
están preocupados. En Alemania se ha
formado una organización llamada Pegida, que significa “Europeos patriotas
contra la Islamización del Occidente”. Desde mediados de Octubre 30.000
personas han apretado la tecla de “me gusta” de Facebook para expresar su
agrado con esta asociación que alcanza ya dimensiones nacionales. En efecto, no
sólo en Dresden sino tambien en Kassel, Düsseldorf, Bochum, München, Rostöck,
Bonn y Ostfriedland se han creado núcleos de esta asociación. La mayor
manifestación se produjo este Lunes pasado en Dresden. Diez mil (10.000)
manifestantes desfilaron por las calles con la intención de salvarnos. Nueve
mil personas (9.000) desfilaron en la misma ciudad, el mismo día y a la misma
hora. La “contra-manifestación” estaba formada por miembros de las iglesias
cristiana, musulmana y judía, así como de la universidad y diversas
asociaciones.
El tema de la
redención, ya lo dije en uno de mis blogs, siempre me ha dado miedo, sobre todo
cuando conseguirla exige que alguien
muera, desaparezca o cambie de identidad, de ideas, de religión, de esencia. El
Orden Universal inmutable e inalterable, me causa el mismo temor.
Orden Universal y Redención vienen a ser dos caras de la misma moneda y eso – a los nómadas como a mí- nos asusta.
Orden Universal y Redención vienen a ser dos caras de la misma moneda y eso – a los nómadas como a mí- nos asusta.
Hay un problema que
me preocupa aún más: que el número de individuos que ansían un
Orden Universal que les venga impuesto desde afuera no cese de aumentar . Me
preocupa y me aterroriza. Este es, tal vez, el mayor problema que plantea la
asociación de la Pegida. Como veremos, las reivindicaciones de la Pegida no
entrañan la instauración de un Orden Universal e Inmutable. No desde dentro,
pero al exigir que alguien se haga cargo de sus protestas, están de algún modo,
pidiendo que alguien lo instaure.
En principio hay
dos fundamentos en los cuales parece querer apoyarse la Pegida:
-
La manifestación pacífica; es
decir, la ausencia de violencia.
-
La libertad de expresión.
Ambos fundamenatos
son loables. La cuestión, sin embargo, no consiste sólo en establecer los
medios sino la finalidad. Algunos creen que si la libertad de expresión es un
pretexto para insultar, para recortar derechos fundamentales, para ampliar
prohibiciones, deben establecerse límites a la libertad de expresión. En mi
opinión esto no es el camino adecuado. Más importante que recortar derechos por
los que muchos individuos han luchado y siguen luchando es detenerse a
considerar seriamente, muy seriamente, cada uno de los puntos que se defienden
con ayuda de esa libertad de expresión y analizar de dónde y cómo han surgido.
Es normal que cualquier sociedad pluralista que se precie contenga dentro de sí
focos de radicalidad. La cuestión no son los focos radicales sino qué defienden
esos focos, la razón de por qué lo defienden y el número de personas que los
integran .
En lo que a la
intención pacifista se refiere, se trata de una estrategia que enmascara el
famoso “tiro la piedra y escondo la mano”. No se trata de una estrategia nueva
y está más extendida de lo que muchos quieren admitir. Dichos individuos,
dichas asociaciones, no empuñan nunca el arma asesina, en efecto. Sin embargo,
ellos son los instigadores de incendios, de quemas de brujas, de linchamientos,
de mobbings y demás abusos perpetrados por un grupo contra un individuo,
especialmente cuando este individuo se encuentra en una situación de soledad,
indefensión o, simplemente, es “distinto” de los demás, da igual en qué
consista este “ser distinto”.
Hechas estas precisiones,
es necesario centrarnos en uno de los puntos que señalábamos anteriormente: qué
defienden los grupos radicales; en este caso, la asociación Pegida, tan
interesada en salvar al occidente de la islamización.
Es aquí donde
comienzan los problemas. Según los periódicos consultados los integrantes de
tales asociaciones se declaran contrarios a la islamización, a los extranjeros,
a los asilados, a los americanos, a la sexualización infantil, a los medios de
comunicación...
Eso plantea dos graves problemas:
-
El primero es la extensión del espectro de sus protestas.
-
El segundo, determinar a favor de qué tipo de sociedad están. Curiosamente, eso no parece preocupar a nadie. Los periodistas
preguntan por los motivos que les llevan a fundar esa asociación que parece
querer salvar a occidente de una decadencia que en todo caso ha sido firmada –
ya es hora de que alguien lo diga en voz alta- por el occidente mismo, no por
el islam. Las razones que les han llevado a manifestarse, según los periódicos
consultados, son varias: anti islamización, anti extranjeros, anti
americanismo, desconfianza antes los medios de información, desconfianza ante
los partidos políticos tradicionales, protesta por la temprana sexualización
infantil.
Sin embargo ni un
sólo periódico es capaz de responder a la pregunta qué tipo de sociedad desean
los miembros de tales organizaciones.
Dicen que quieren salvar al Occidente. Pero al
parecer esta organización está compuesta por miembros que defienden una
ideología antiamericana. ¿Qué significa entonces el Occidente? Los Estados
Unidos ¿ya no son Occidente?¿Sólo Europa? ¿Qué Europa? ¿La del Norte, la del
Centro y la del Sur? ¿Sólo la del Norte y la del Centro? ¿Es Rusia Occidente? ¿Son Occidente sólo las regiones de los que
protestan? ¿Sólo sus pueblos? ¿Sólo sus amigos? ¿Sólo los que piensan igual que
ellos?
Defienden una sociedad sin religión musulmana ¿significa eso que sí admiten una sociedad con la religón judía,
hinduísta, budista...? ¿o tampoco? ¿Una sociedad sólo con la religión católica?
¿sólo con la protestante? ¿con la católica y la protestante? ¿también con la
iglesia ortodoxa? ¿Qué pasa con las iglesias cristianas metodistas,
adventistas, del Ùltimo Día? ¡Cómo si en Europa nunca hubiera habido luchas
entre las diferentes formaciones cristianas! Se proclaman contrarios a la
islamización de Europa pero ¿asisten ellos a la celebraciones de las liturgias
cristianas? ¡Si tan contrarios son a la religión musulmana y a la cultura del
islam tal vez no estaría de más que se dejaran de tanta manifestación y
acudieran nuevamente a la Iglesia a rezar el rosario, qué buena falta les hace!
Lo cierto es que mucha anti-islamización, mucha anti-islamización, pero las iglesias cristianas en Europa
están vacías y bien vacías. Las Iglesias cristianas vacías y las
manifestaciones anti-islam llenas. ¿No les parece absurdo? Al final no sabemos
si luchan por una sociedad exclusivamente cristiana sin religión musulmana, o
por una sociedad sin religión musulmana y sin religión en general. ¿O es que acaso
tienen que dejar los fieles musulmanes de atender a sus creencias sólo por el
hecho de que los europeos hayan dejado de creer en las suyas?
Afirman no confiar en los medios de comunicación pero se fían, en cambio, de los titulares sensacionalistas, de las teorías
de la conspiración y de informes tendenciosos. Fuerza es reconocer que de esto
no son ellos los culpables sino la propia prensa, que muy a menudo se hace eco
de tales noticias catastrofistas para vender más ejemplares, levantar
expectación o simplemente para provocar a la discusión en la sociedad. En
efecto, no es extraño leer el mismo día y en el mismo periódico noticias tan
contradictorias como que Alemania está a punto de colapsar debido al ingente
número de extranjeros procedentes del resto de Europa, en especial del Sur, en
especial de España, y asilados del resto
del mundo. Los alemanes, provincianos por naturaleza y miedosos por la
experiencia, no saben si acercarse a dar la bienvenida al desconocido, dirigirse
a él despectivamente, lanzarle una mirada de conmiseración o ignorarlo para no
cometer ningún error. Al final, de todo un poco. Creo que si yo fuera alemana estaría
–seguramente- igual de confusa. ¿Son los recién llegados buenos, malos, pobres,
incultos, cerebros acosados por el régimen totalitario de su país de
procedencia? Alemania quisiera ser cosmopolita pero su naturaleza es
provinciana. Y los medios de comunicación, le pese a quién le pese, no ayudan a
mejorar la situación. Tan pronto hay demasiados extranjeros, como se necesita
mano de obra procedente del exterior. Tan pronto han quedado demasiadas plazas
de aprendiz sin cubrir como aparecen candidatos que han enviado doscientos o
trescientos currículums y sólo han recibido respuestas negativas. Tan pronto sobran
habitantes, como faltan. No sólo con los extranjeros, lo mismo puede decirse
con respecto a determinadas profesiones como maestros, ingenieros e incluso
fontaneros.
En lo que a las
armas para los kurdos se refiere, dejemos a un lado, por favor, la historia de
que esto son peticiones de la izquierda fascista. La realidad es que esto es la
petición de cualquier persona a la que los medios le dicen, le aseguran, le
muestran, que los kurdos están siendo sistemáticamente liquidados por asesinos
armados con las armas más sofisticadas del mercado. Dejémonos de sofismas, por
favor. O están exterminando a los kurdos o no. Y si los están exterminando
habrá que proporcionarles medios de defensa. Otra cuestión es su deseo de
independencia de los turcos y el interés de estos es que eso no suceda. Pero eso,
admitámoslo, es otra historia.
En cualquier caso, ¿esta
desconfianza hacia los actuales medios de comunicación significa que defienden
una mayor independencia de dichos medios, es decir, una mayor liberalización,
una desconcentración de los mismos, una desmonopolización, por así decirlo, o
encierra la pretensión de implantar mecanismos de control a la libertad de
expresión? Vistos los hechos, yo me decantaría por la segunda opción. De todas
formas, no estaría de más preguntarlo primero y asegurarse.
En lo que se
refiere a la temprana sexualización
infantil ¿quién en su sano juicio no está de acuerdo en protestar contra
este fenómeno?
A mí me parece terrible –lo he dicho tantas
veces que ya he perdido la cuenta- que por un lado se luche por el derecho al
voto femenino, el derecho de la mujer a asistir a la universidad y a que ocupe puestos de
responsabilidad y por otro se la convierta en una muñequita sexie preocupada
únicamente por su apariencia desde que aprende a caminar.
Y antes de que alguien empiece a reclamar la feminidad para la mujer he de advertir que lo terrible de la frase anterior es el término: “únicamente” . La mujer ha tenido que luchar primero por un pupitre en la Universidad y luego ha tenido que seguir luchando para no ser simplemente intelectual sino mujer. Pero mujer y objeto sexual no son sinónimos y eso es algo que muchos no terminan de comprender; del mismo modo que tampoco el concepto de liberación sexual es idéntico al concepto de libertinaje, de orgía o de promiscuidad.
Y antes de que alguien empiece a reclamar la feminidad para la mujer he de advertir que lo terrible de la frase anterior es el término: “únicamente” . La mujer ha tenido que luchar primero por un pupitre en la Universidad y luego ha tenido que seguir luchando para no ser simplemente intelectual sino mujer. Pero mujer y objeto sexual no son sinónimos y eso es algo que muchos no terminan de comprender; del mismo modo que tampoco el concepto de liberación sexual es idéntico al concepto de libertinaje, de orgía o de promiscuidad.
Pero hay muchos
intereses, muchas empresas, muchos medios, interesados en confundir estos
términos y para ello no dudan en utilizar el Principio de Identidad “a es a”.
E igualmente me
parece atroz no sólo que se comercialice a la infancia, ya sea masculina o
femenina, sino que se comercialicen los valores– como el amor,- en el día de San
Valentín; la muerte –en Halloween; y que para
muchos que se denominan a sí mismos "salvadores del Occidente2 y que participan en tales manifestaciones
anti-islam, su imagen de la Navidad se corresponda con la imagen del Santa Claus de Coca Cola y no con la del pesebre
cristiano.
En resumen, los manifestantes de las organizaciones como
la Pegida exponen a grosso modo, sólo a grosso modo, contra qué se pronuncian pero no determinan
hasta qué punto ni de qué manera y tampoco explican qué tipo de sociedad desean. Ignoran que una sociedad no se exige. Se hace. Luchan contra una sociedad pero
no por una sociedad y lo que es peor: protestan para que otros –el gobierno,
los responsables de las instituciones- lleven a cabo las exigencias que dichas protestas reclaman.
Lo dicho: “Tiro la piedra y escondo la mano”.
Lo dicho: “Tiro la piedra y escondo la mano”.
Lo dije una vez y
lo repito otra más. Los radicales, sean de la especie que sea, me atemorizan.
Me atemorizan aquéllos que pretenden implantar un determinado Orden inmutable y
eterno y me atemorizan los que están contra todo, sin especificar a favor de qué están. De
todas formas, si tuviera que elegir entre un determinado tipo de radicales – el
Orden inmutable o los descontentos - me decantaría por el primero. Resulta
mucho más fácil luchar contra un tipo de sociedad que luchar contra las
protestas que unos cuantos lanzan contra un tipo de sociedad sin aclarar qué
tipo de sociedad desean en su lugar. Esto último es un lío.
Es más fácil luchar
contra el Orden que contra el Lío, cualquier escolar lo sabe. Es más fácil
luchar contra el maestro tirano que contra el maestro que cada día dice y hace
una cosa, según su estado de ánimo.
Estas
manifestaciones del tipo de la Pegida son peligrosas, peligrosísimas. Simplemente
protestan y quieren que alguien venga a resolverle sus problemas. No defienden
el Orden inmutable pero no sería de extrañar que el Orden inmutable los
utilizara para inflitrar sus ideas.Y entonces, claro, seguirían protestando
pero entre dientes porque en voz alta ya no podrían.
Al contrario del
Orden universal e inmutable, el peligro de tales manifestaciones no radica en
los proyectos que proclama –pocos y mal delineados- sino en el grado de las
protestas y en el descontento. Aunque en el momento de la concentración no lo
muestren, llevan en sí el germen de la violencia. Y son tantos y tan diversos
los puntos que defienden que terminan aunando –como los periódicos muy bien
reconocen- a los integrantes de la extrema derecha, a los integrantes de la extrema
izquierda, al ciudadano y a la ciudadana de a pie que no tiene ganas de que su
hija menor de edad vea en la televisión
programas que estimulan el consumo de las mujeres, la búsqueda de amores o
series en las que las mujeres aparecen como floreros semi desnudos. Se habla de la feminización de la sociedad, pero no se aclara que las imágenes de la mujer que los medios de comunicación ofrecen últimamente son o bien la de un ser necio y superficial, o bien la de un alma de hierro preocupada única y exclusivamente por alcanzar y mantener el poder.
La Pegida no es un
partido político. Es, sobre todo, y esto es lo realmente peligroso, una
plataforma ciudadana en la que, como muy bien afirman los periódicos
consultados, gente de toda clase y condición puede expresar sus miedos,
rencores, protestas, cóleras y frustraciones.
La Navidad se
acerca.
Alguien dijo: "Vive y deja vivir"
Veremos.
Isabel Viñado
Gascón
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