Wednesday, December 10, 2014

¡Y nosotros sin saberlo!


La CIA acaba de hacer público un dossier que contiene las torturas a las que sometió a más de un centenar de hombres sospechosos de ser islamistas radicales, de pertenecer a la organización terrorista Al Qaeda y de haber participado en el atentado contra las torres gemelas de Nueva York.

Muchos se rasgan las vestiduras.

Al parecer acaban de enterarse de lo que el resto ya sabíamos desde hace años.

Yo pienso en Goya. En la serie de grabados:  “Los horrores de la guerra”.

Pienso en Bradbury y en su genial obra "Crónicas Marcianas", en su crítica a los psicólogos y a los “expertos” de la intelectualidad por la obsesión que tienen en clasificar los comportamientos, en  uniformizar las conductas, en organizarlas.

Pienso en la cantidad de planetas en los que no existe ninguna señal de vida y se me antoja que tal vez ellos, silencio y polvo, sean el refugio de Dios.

La Tierra, el único planeta con vida en miles y miles de kilómetros y sin embargo tengo la impresión que desde el principio de los tiempos el hombre no ha hecho otra cosa que buscar su autodestrucción. Odia, se auto odia, vuelve a odiar, el amor es amor-odio y el único medio de superar tal insensatez, que es la soledad, no gusta a nadie. El hombre es esquizofrénico por naturaleza. Odia la soledad tanto como la sociedad.

Esos a los que las nuevas revelaciones parecen haberles cogidos desprevenidos ¿no conocían la miseria de Guantánamo? ¿La promesa incumplida de Obama de cerrarla para siempre? ¿Tampoco saben de la brutalidad de la policía americana contra los vulgares delincuentes? ¿Ni siquiera han visto, han leído, la cantidad de veces que una inyección letal no ha funcionado y el condenado a muerte ha estado sufriendo antes de finalmente morir? ¿No han oído hablar de los linchamientos, del Ku klux klan? ¿Historias pasadas? ¿historias para no dormir? ¡Qué más quisiéramos nosotros! ¡Qué más quisiera la Humanidad!

Más terrible aún es ese empeño en separar a los ciudadanos de sus instituciones y luego, nuevamente, volver a separar a las instituciones en compartimentos estancos. Es esa obsesión por la asepsia, por el orden, por la “apariencia de racionalización” lo que seguramente nos empuja a creer que es la CIA y no el sistema americano el que ha llevado a cabo esas torturas, a estar convencidos de que hay que separar entre el mobbing que muchos sufren a diario en las redes sociales hasta el punto de que algunos terminan suicidándose y este tipo de torturas, a distinguir entre la violencia diaria –inclusives actos brutales bajo el pretexto de las novatadas en las universidades mas renomadas-  y las torturas a los presuntos terroristas; como si los torturadores y los torturados no tuvieran nada que ver con la sociedad real, como si estuvieran en otros mundos, lejanos y no pertenecientes a este nuestro.

O caemos en el terrible Principio de Identidad “a es a”.

O caemos en el Todo en el Uno y el Uno en el Todo.

O caemos, como en este caso,  en el Nada tiene que ver con Nada.

Elegir cualquiera de estas opciones resulta más cómodo que pensar que en una sociedad Todo o casi todo está interrelacionado. Los niños empiezan a disparar a diestro y siniestro y son casos aislados. Actuaciones aisladas de chicos dementes de familias rotas. Los policías matan a diestro y siniestro, incluso a un chico que llevaba una pistola de juguete y es, nuevamente, un caso aislado. Un hombre amenaza con saltar desde un quinto piso. Los transeúntes desde abajo le animan a que lo haga. Nuevamente un caso aislado.

No sé quién fue el primero que lo dijo. Tal vez Perez Reverte, no lo sé. En cualquier caso la afirmación venía a asegurar que al hereje hoy en día no se le quema. Hoy en día se le aisla, se descalifican sus buenas obras, se olvidan sus buenas acciones, se malinterpretan los hechos, se le deforma, se le desvirtúa hasta tal extremo que ni siquiera él mismo puede reconocerse en la nueva personalidad que le han impuesto desde afuera, a veces –casi siempre- con la ayuda de sus más íntimos, de aquéllos que mejor le conocen. Lo dicen los políticos: sus mayores enemigos se encuentran en su propio partido. Lo dicen los que tienen familia: líbreme Dios de mis parientes, que yo me libraré de mis enemigos.

¿También hechos aislados?

La muerte, la violencia física, la violencia psicológica, la tortura, están instaladas y bien instaladas en nuestra sociedad. No sé cómo era en el pasado. Viendo los grabados de Goya, sospecho que no muy distintos. Pero aquéllos tiempos, aquéllas gentes, son considerados por nosotros –hombres civilizados- como épocas oscuras y bárbaras.

Tal vez los adelantos tecnológicos nos ha permitido creer que estamos más cerca que nunca del mundo de los dioses. A mí me parece que tal creencia sólo muestra y demuestra nuestra necedad. Me limito a repetir lo que ya escribí: Las películas de acción y de amor se han transformado en cintas de violencia y sexo.

Me gustaría poder distinguir entre estamentos sociales, entre pobres y ricos. Me gustaría poder exclamar lo mismo que exclamaba la Juana de Brecht: ¡No es la maldad lo que me muestras, es la pobreza de los pobres lo que veo!

Lamentablemente eso resulta imposible. Las clases socialmente privilegiadas, aquéllas que justamente por su posición deberían ser más duras y estrictas consigo mismos se arrastran por el lodo de la permisión con más fuerza si cabe que las clases con menores recursos. ¿Por qué? Porque el lodo para las clases poderosas supone la diversión, para las otras el medio en el que obligatoriamente han de sobrevivir. La decadencia no viene de las clases menos adineradas, sino -eso es lo verdaderamente trágico- de los estamentos más elevados que en vez de preocuparse por ayudar a sacar del fango a ess que se ven condenados a nacer y a vivir en él, en vez de intentar mejorar las condiciones sociales, acuden acompañados de sus mayordomos al lodazal, se zambullen ruidosos en él y luego van a ducharse. A eso le llaman "igualdad" y "confraternización con la sociedad". Mejor sería que atendieran a sus deberes, a sus obligaciones. Mejor sería que se grabaran en el alma un lema: "Nobleza obliga".
Demasiado esfuerzo.
Es más fácil tirarse al barro.
Sobre todo cuando a la salida se tienen preparadas una ducha y una toalla.

Los rumores de tortura persiguen a los Estados Unidos desde hace años.

Los rumores de tortura.

Los rumores del salvajismo de las instituciones de seguridad.

Los rumores del salvajismo de las empresas privadas de seguridad.

Los rumores del salvajismo de una sociedad envuelta en un aire que huele a marihuana y hachís

Sustancias, por supuesto, no nocivas para la salud.

Nada que ver con los cigarrillos, que esos sí que matan.

Los rumores del salvajismo de una sociedad que nada en whisky.

Símbolo del vaquero invencible. Nada, por tanto, de lo que merezca la pena preocuparse.

Los rumores del salvajismo de una sociedad víctima de la mediocridad de las clases sociales más poderosas.

Los rumores de salvajismo en una sociedad que está convencida de que la teoría de la selección natural afirma que en la naturaleza gana el más fuerte y el más débil perece. Y ella, claro, no está dispuesta a ser la débil.

Por más que sus estructuras estén podridas y caducas.

¡Llamen al cirujano estético!

¡Hagan un transplante de hígado!

¡de riñón!

¡de corazón!

¡Ah! ¿Es que son operaciones necesarias para sobrevivir?

¿Entonces por qué tanto secretismo a voces?

¿Entonces por qué tanto escándalo cuándo salen a la luz?

La CIA ha torturado.

Lo ha hecho con el beneplácito del otrora Presidente de los Estados Unidos.

Pero claro, ni la CIA ni el ex Presidente Bush tienen que ver con la sociedad americana.

La sociedad americana tampoco tiene nada que ver con la sociedad occidental.

La CIA ha torturado.
Nada que ver con la sociedad americana.

El Islam radical corta cabezas.

Pero nada que ver con el Islam.

China y Corea torturan a los americanos.

Pero nada que ver con la amistad chino-coreana-americana.

Rusia juega a la ruleta rusa.
Nada que ver con la desesperación de los rusos.

En India y medio mundo más se viola a las mujeres.
Nada que ver con el Machismo de la sociedad india y de medio mundo.

Los salvadores de Occidente hacen sonar sus voces con cada vez más fuerza.
Nada que ver con el miedo de Occidente.

Hechos aislados.

Nada que ver con nosotros.

Nada que ver con nuestro estilo de vida.

La CIA es la única que ha incumplido nuestros valores.

El dossier demuestra además que es la única organización que ha demostrado tal mediocridad, tal falta de profesionalidad, que ni siquiera con el uso de la tortura y de la violencia psicológica ha conseguido resultados efectivos.

Varios son los peligros que la publicación del Dossier permiten pensar:

- La radicalización del Islam radical. O sea, que el número de adeptos crezca.

- El peligro de que unos cuantos locos se lancen a experimentar las mismas prácticas salvajes de la CIA para "pasar el rato". Desde luego, no creo que tarde en llegar una película del tema.

 
 
Una cuestión me asalta:

¿Por qué es ahora cuando sale el Dossier? ¿Por qué precisamente ahora?


La CIA ha torturado.

¿Que pretenden con esta publicación?
¿La publicación de este dossier significa que los americanos no van a volver a torturar nunca más? ¿Significa una reordenación interna de la CIA?
¿Una preparación a la campaña electoral?
¿Entonar el "mea culpa", o sea, "pedir perdón", que es lo que ultimamente se ha puesto de moda entre las clases dirigentes?
¿El control total y absoluto para que no se vuelva a torturar a ningún ser humano?
¿Implica eso también el control total y absoluto para que no se produzcan abusos policiales?


La CIA ha torturado.


La voz del conejo Bugs Bunny resuena en mis oídos

-          “¿Qué hay de nuevo, viejo?”

 

Me asomo al balcón. La noche se ha alargado hasta fundirse con el día. Hace frío y la calle está más silenciosa que de costumbre. Las aceras mojadas mojan las suelas de los zapatos de los transeúntes.

La Navidad se acerca.

Por favor: Nada de redenciones colectivas para el resto de la Humanidad.
                   Nada de desear hacer felices a los demás.
                  
                   Nada de hacer justicia por cuenta propia.

Bastará con que cada uno de nosotros  intentemos salvarnos a nosotros mismos.
Bastará con que cada uno  intente ser feliz consigo mismo.
 
Bastará con que cada uno de nosotros sea justo consigo mismo.

Veremos.

Isabel Viñado Gascón.

Nota: 11.12.2014
He leído que Marie LePen afirma que en algunos casos la tortura está justificada. Por ejemplo, cuando hay una bomba que puede matar a  200 o 300 personas.

Si una sociedad está de acuerdo en afirmar que determinados casos exigen determinadas acciones, entonces debiera quedar especificado en las leyes cuándo y de qué manera puede actuarse de esa manera tan brutal y despiadada. Son también las leyes las que regulan cuándo y bajo qué condiciones un país puede declararle la guerra o enviar tropas a otro país. Son también las leyes las que regulan el arte de la guerra. Ni siquiera en ese caso se considera permisible cualquier acción.
Mientras las leyes no lo recojan, cualquier acción de esta clase es ilícita y todo aquél que lo olvide ha de personarse delante de los tribunales.
En este sentido, debo admitir que estoy totalmente de acuerdo con las tesis de Jakob Augstein, comentarista del "Der Spiegel". De poco sirve la publicación de este informe acerca de las torturas cometidas por la CIA , si dichas acciones no van seguidas de consecuencias jurídicas.

O tenemos unos valores o no los tenemos.
O tenemos unas leyes o no las tenemos.
Pero si tenemos unos valores y tenemos unas determinadas leyes habrá que preocuparse por cumplir los unos tantos como los otros.
 

 

 

 

 

 

 

Tuesday, December 9, 2014

Los salvadores de Occidente.


Los periódicos alemanes que normalmente leo: “Der Spiegel” und “Frankfurter Allgemeine Zeitung”,  están preocupados. En Alemania se ha formado una organización llamada Pegida, que significa “Europeos patriotas contra la Islamización del Occidente”. Desde mediados de Octubre 30.000 personas han apretado la tecla de “me gusta” de Facebook para expresar su agrado con esta asociación que alcanza ya dimensiones nacionales. En efecto, no sólo en Dresden sino tambien en Kassel, Düsseldorf, Bochum, München, Rostöck, Bonn y Ostfriedland se han creado núcleos de esta asociación. La mayor manifestación se produjo este Lunes pasado en Dresden. Diez mil (10.000) manifestantes desfilaron por las calles con la intención de salvarnos. Nueve mil personas (9.000) desfilaron en la misma ciudad, el mismo día y a la misma hora. La “contra-manifestación” estaba formada por miembros de las iglesias cristiana, musulmana y judía, así como de la universidad y diversas asociaciones.

El tema de la redención, ya lo dije en uno de mis blogs, siempre me ha dado miedo, sobre todo cuando  conseguirla exige que alguien muera, desaparezca o cambie de identidad, de ideas, de religión, de esencia. El Orden Universal inmutable e inalterable, me causa el mismo temor.

Orden Universal y Redención vienen a ser dos caras de la misma moneda y eso – a los nómadas como a mí- nos asusta.

Hay un problema que me preocupa aún más: que el número de individuos que ansían un Orden Universal que les venga impuesto desde afuera no cese de aumentar . Me preocupa y me aterroriza. Este es, tal vez, el mayor problema que plantea la asociación de la Pegida. Como veremos, las reivindicaciones de la Pegida no entrañan la instauración de un Orden Universal e Inmutable. No desde dentro, pero al exigir que alguien se haga cargo de sus protestas, están de algún modo, pidiendo que alguien lo instaure.

En principio hay dos fundamentos en los cuales parece querer apoyarse la Pegida:

-          La manifestación pacífica; es decir, la ausencia de violencia.

-          La libertad de expresión.

Ambos fundamenatos son loables. La cuestión, sin embargo, no consiste sólo en establecer los medios sino la finalidad. Algunos creen que si la libertad de expresión es un pretexto para insultar, para recortar derechos fundamentales, para ampliar prohibiciones, deben establecerse límites a la libertad de expresión. En mi opinión esto no es el camino adecuado. Más importante que recortar derechos por los que muchos individuos han luchado y siguen luchando es detenerse a considerar seriamente, muy seriamente, cada uno de los puntos que se defienden con ayuda de esa libertad de expresión y analizar de dónde y cómo han surgido. Es normal que cualquier sociedad pluralista que se precie contenga dentro de sí focos de radicalidad. La cuestión no son los focos radicales sino qué defienden esos focos, la razón de por qué lo defienden y el número de personas que los integran .

En lo que a la intención pacifista se refiere, se trata de una estrategia que enmascara el famoso “tiro la piedra y escondo la mano”. No se trata de una estrategia nueva y está más extendida de lo que muchos quieren admitir. Dichos individuos, dichas asociaciones, no empuñan nunca el arma asesina, en efecto. Sin embargo, ellos son los instigadores de incendios, de quemas de brujas, de linchamientos, de mobbings y demás abusos perpetrados por un grupo contra un individuo, especialmente cuando este individuo se encuentra en una situación de soledad, indefensión o, simplemente, es “distinto” de los demás, da igual en qué consista este “ser distinto”.

Hechas estas precisiones, es necesario centrarnos en uno de los puntos que señalábamos anteriormente: qué defienden los grupos radicales; en este caso, la asociación Pegida, tan interesada en salvar al occidente de la islamización.

Es aquí donde comienzan los problemas. Según los periódicos consultados los integrantes de tales asociaciones se declaran contrarios a la islamización, a los extranjeros, a los asilados, a los americanos, a la sexualización infantil, a los medios de comunicación...

Eso plantea dos graves problemas:

-          El primero es la extensión del espectro de sus protestas.

-          El segundo, determinar a favor de qué tipo de sociedad están. Curiosamente, eso no parece preocupar a nadie. Los periodistas preguntan por los motivos que les llevan a fundar esa asociación que parece querer salvar a occidente de una decadencia que en todo caso ha sido firmada – ya es hora de que alguien lo diga en voz alta- por el occidente mismo, no por el islam. Las razones que les han llevado a manifestarse, según los periódicos consultados, son varias: anti islamización, anti extranjeros, anti americanismo, desconfianza antes los medios de información, desconfianza ante los partidos políticos tradicionales, protesta por la temprana sexualización infantil.

Sin embargo ni un sólo periódico es capaz de responder a la pregunta qué tipo de sociedad desean los miembros de tales organizaciones.

Dicen que quieren salvar al Occidente. Pero al parecer esta organización está compuesta por miembros que defienden una ideología antiamericana. ¿Qué significa entonces el Occidente? Los Estados Unidos ¿ya no son Occidente?¿Sólo Europa? ¿Qué Europa? ¿La del Norte, la del Centro y la del Sur? ¿Sólo la del Norte y la del Centro? ¿Es Rusia Occidente?  ¿Son Occidente sólo las regiones de los que protestan? ¿Sólo sus pueblos? ¿Sólo sus amigos? ¿Sólo los que piensan igual que ellos?

Defienden una sociedad sin religión musulmana ¿significa eso que sí admiten una sociedad con la religón judía, hinduísta, budista...? ¿o tampoco? ¿Una sociedad sólo con la religión católica? ¿sólo con la protestante? ¿con la católica y la protestante? ¿también con la iglesia ortodoxa? ¿Qué pasa con las iglesias cristianas metodistas, adventistas, del Ùltimo Día? ¡Cómo si en Europa nunca hubiera habido luchas entre las diferentes formaciones cristianas! Se proclaman contrarios a la islamización de Europa pero ¿asisten ellos a la celebraciones de las liturgias cristianas? ¡Si tan contrarios son a la religión musulmana y a la cultura del islam tal vez no estaría de más que se dejaran de tanta manifestación y acudieran nuevamente a la Iglesia a rezar el rosario, qué buena falta les hace!  Lo cierto es que mucha anti-islamización, mucha anti-islamización, pero las iglesias cristianas en Europa están vacías y bien vacías. Las Iglesias cristianas vacías y las manifestaciones anti-islam llenas. ¿No les parece absurdo? Al final no sabemos si luchan por una sociedad exclusivamente cristiana sin religión musulmana, o por una sociedad sin religión musulmana  y sin religión en general. ¿O es que acaso tienen que dejar los fieles musulmanes de atender a sus creencias sólo por el hecho de que los europeos hayan dejado de creer en las suyas?

Afirman no confiar en los medios de comunicación pero se fían, en cambio, de los titulares sensacionalistas, de las teorías de la conspiración y de informes tendenciosos. Fuerza es reconocer que de esto no son ellos  los culpables sino la propia prensa, que muy a menudo se hace eco de tales noticias catastrofistas para vender más ejemplares, levantar expectación o simplemente para provocar a la discusión en la sociedad. En efecto, no es extraño leer el mismo día y en el mismo periódico noticias tan contradictorias como que Alemania está a punto de colapsar debido al ingente número de extranjeros procedentes del resto de Europa, en especial del Sur, en especial de España,  y asilados del resto del mundo. Los alemanes, provincianos por naturaleza y miedosos por la experiencia, no saben si acercarse a dar la bienvenida al desconocido, dirigirse a él despectivamente, lanzarle una mirada de conmiseración o ignorarlo para no cometer ningún error. Al final, de todo un poco. Creo que si yo fuera alemana estaría –seguramente- igual de confusa. ¿Son los recién llegados buenos, malos, pobres, incultos, cerebros acosados por el régimen totalitario de su país de procedencia? Alemania quisiera ser cosmopolita pero su naturaleza es provinciana. Y los medios de comunicación, le pese a quién le pese, no ayudan a mejorar la situación. Tan pronto hay demasiados extranjeros, como se necesita mano de obra procedente del exterior. Tan pronto han quedado demasiadas plazas de aprendiz sin cubrir como aparecen candidatos que han enviado doscientos o trescientos currículums y sólo han recibido respuestas negativas. Tan pronto sobran habitantes, como faltan. No sólo con los extranjeros, lo mismo puede decirse con respecto a determinadas profesiones como maestros, ingenieros e incluso fontaneros.

En lo que a las armas para los kurdos se refiere, dejemos a un lado, por favor, la historia de que esto son peticiones de la izquierda fascista. La realidad es que esto es la petición de cualquier persona a la que los medios le dicen, le aseguran, le muestran, que los kurdos están siendo sistemáticamente liquidados por asesinos armados con las armas más sofisticadas del mercado. Dejémonos de sofismas, por favor. O están exterminando a los kurdos o no. Y si los están exterminando habrá que proporcionarles medios de defensa. Otra cuestión es su deseo de independencia de los turcos y el interés de estos es que eso no suceda. Pero eso, admitámoslo, es otra historia.

En cualquier caso, ¿esta desconfianza hacia los actuales medios de comunicación significa que defienden una mayor independencia de dichos medios, es decir, una mayor liberalización, una desconcentración de los mismos, una desmonopolización, por así decirlo, o encierra la pretensión de implantar mecanismos de control a la libertad de expresión? Vistos los hechos, yo me decantaría por la segunda opción. De todas formas, no estaría de más preguntarlo primero y asegurarse.

En lo que se refiere a la temprana sexualización infantil ¿quién en su sano juicio no está de acuerdo en protestar contra este fenómeno?

 A mí me parece terrible –lo he dicho tantas veces que ya he perdido la cuenta- que por un lado se luche por el derecho al voto femenino, el derecho de la mujer a asistir a la universidad y a que ocupe puestos de responsabilidad y por otro se la convierta en una muñequita sexie preocupada únicamente por su apariencia desde que aprende a caminar.
Y antes de que alguien empiece a reclamar la feminidad para la mujer he de advertir que lo terrible de la frase anterior es el término: “únicamente” . La mujer ha tenido que luchar primero por un pupitre en la Universidad y luego ha tenido que seguir luchando para no ser simplemente intelectual sino mujer. Pero mujer y objeto sexual no son sinónimos y eso es algo que muchos no terminan de comprender; del mismo modo que tampoco el concepto de liberación sexual es idéntico al concepto de libertinaje, de orgía o de promiscuidad.

Pero hay muchos intereses, muchas empresas, muchos medios, interesados en confundir estos términos y para ello no dudan en utilizar el Principio de Identidad “a es a”.

E igualmente me parece atroz no sólo que se comercialice a la infancia, ya sea masculina o femenina, sino que se comercialicen los valores– como el amor,- en el día de San Valentín;  la muerte –en Halloween;  y que para muchos que se denominan a sí mismos "salvadores del Occidente2 y que participan en tales manifestaciones anti-islam,  su imagen de la Navidad se corresponda con la imagen del Santa Claus de Coca Cola y no con la del pesebre cristiano.

En resumen, los manifestantes de las organizaciones como la Pegida exponen a grosso modo, sólo a grosso modo,  contra qué se pronuncian pero no determinan hasta qué punto ni de qué manera y tampoco explican qué tipo de sociedad desean. Ignoran que una sociedad no se exige. Se hace. Luchan contra una sociedad pero no por una sociedad y lo que es peor: protestan para que otros –el gobierno, los responsables de las instituciones- lleven a cabo las exigencias que dichas protestas reclaman.
Lo dicho: “Tiro la piedra y escondo la mano”.

Lo dije una vez y lo repito otra más. Los radicales, sean de la especie que sea, me atemorizan. Me atemorizan aquéllos que pretenden implantar un determinado Orden inmutable y eterno y me atemorizan los que están contra todo, sin especificar a favor de qué están. De todas formas, si tuviera que elegir entre un determinado tipo de radicales – el Orden inmutable o los descontentos - me decantaría por el primero. Resulta mucho más fácil luchar contra un tipo de sociedad que luchar contra las protestas que unos cuantos lanzan contra un tipo de sociedad sin aclarar qué tipo de sociedad desean en su lugar. Esto último es un lío.

Es más fácil luchar contra el Orden que contra el Lío, cualquier escolar lo sabe. Es más fácil luchar contra el maestro tirano que contra el maestro que cada día dice y hace una cosa, según su estado de ánimo.

Estas manifestaciones del tipo de la Pegida son peligrosas, peligrosísimas. Simplemente protestan y quieren que alguien venga a resolverle sus problemas. No defienden el Orden inmutable pero no sería de extrañar que el Orden inmutable los utilizara para inflitrar sus ideas.Y entonces, claro, seguirían protestando pero entre dientes porque en voz alta ya no podrían.

Al contrario del Orden universal e inmutable, el peligro de tales manifestaciones no radica en los proyectos que proclama –pocos y mal delineados- sino en el grado de las protestas y en el descontento. Aunque en el momento de la concentración no lo muestren, llevan en sí el germen de la violencia. Y son tantos y tan diversos los puntos que defienden que terminan aunando –como los periódicos muy bien reconocen- a los integrantes de la extrema derecha, a los integrantes de la extrema izquierda, al ciudadano y a la ciudadana de a pie que no tiene ganas de que su hija  menor de edad vea en la televisión programas que estimulan el consumo  de las mujeres,  la búsqueda de amores o series en las que las mujeres aparecen como floreros semi desnudos. Se habla de la feminización de la sociedad, pero no se aclara que las imágenes de la mujer que los medios de comunicación ofrecen últimamente son o bien la de un ser necio y superficial, o  bien la de  un alma de hierro preocupada única y exclusivamente por alcanzar y mantener el poder.

La Pegida no es un partido político. Es, sobre todo, y esto es lo realmente peligroso, una plataforma ciudadana en la que, como muy bien afirman los periódicos consultados, gente de toda clase y condición puede expresar sus miedos, rencores, protestas, cóleras y frustraciones.

La Navidad se acerca.
Alguien  dijo: "Vive y deja vivir"

Veremos.

Isabel Viñado Gascón

 

 

 

Monday, December 8, 2014

Los últimos movimientos de Putin


A mí, la verdad, me hubiera gustado que otro  se hubiera ocupado del tema para no tener que hacerlo yo. Pero nadie lo ha hecho. O al menos no he tenido la forturna de encontrar comentarios al respecto. Es una pena. Nos guste o no (y confieso que como europea no me pueden gustar), lo cierto es que hay que reconocer que las últimas actuaciones de Putin sólo admiten un calificativo: genialmente brilantes.

Es lo que tiene el ajedrez: una ocupación apasionante aunque sumamente compleja. Al comentarista no le resulta fácil predecir la siguiente jugada y a veces incluso resulta imposible explicar por qué el jugador ha hecho un determinado movimiento y no otro.

A Putin le gusta jugar al ajedrez. Los europeos están demasiado nerviosos como para comprender que el juego estratégico es uno de los componentes esenciales de toda política que se precie. Han preferido restringir sus movimientos al de las sanciones económicas y con ello han perdido en flexibilidad mental.
Ultimamente “Der Spiegel” muestra y aclara determinadas partidas de ajedrez. Ya era hora. Desde que los ordenadores empezaron a ganar a los mejores jugadores de todos los tiempos, los medios de comunicación habían perdido el interés por un afición reservada sólo a un puñado de mentes. Ýa en aquél entonces me asombró que se concediera tanta importancia a la rapidez de actuación de una máquina. Entre otras razones porque con ello se olvidaba que el ajedrez no resulta interesante por lo que suceda en el tablero de juego, sino por cómo pueda ser utilizado para jugar al juego de la vida. Aquéllos que consideran que jugar al ajedrez es como jugar al Parchís se equivocan. El juego del ajedrez es interesante porque ayuda a analizar fuera del tablero todas las variaciones posibles que la vida ofrece. Yo sólo conozco una actividad que pueda equipararse a la del ajedrez: la de la física. Los físicos que he conocido pueden ser más o menos simpáticos, pero una cosa es cierta: no sólo no han perdido los instintos vitales sino que encima los han desarrollado. Todos los físicos que conozco, incluso aquéllos que se distinguen por sus “malas artes”, hacen gala de una inteligencia admirable consistente en valorar adecuadamente las diferentes posibilidades y actuar lo más sistemáticamente posible para conseguir sus propósitos. Sean éstos del tipo que sean: loables o egoístas.

No es por tanto extraño que la partida de ajedrez que mantienen Putin y Merkel resulte tan excitante. Hasta ahora, en lo que a política exterior se refiere, es Putin quien lleva ventaja.  No sólo ha respondido con dolorosas y acertadas contrasanciones a las sanciones occidentales. No sólo ha prestado ingentes sumas de dinero a Marie LePen. No sólo ha conseguido despertar el interés del AfD alemán, hasta el punto de que ayer Der Spiegel anunciaba una reunión de representantes del AfD en la embajada rusa. No. Ha hecho todavía más. Confieso que su última actuación me divierte como comentarista; como europea, en cambio, me aturde. Ha potenciado las relaciones comerciales con Turquía. De repente, una Turquía que se islamiza cada día más y que no oculta sus resentimientos contra el mundo occidental, se convierte en el granero de Rusia. Y desde luego con razón. El mejor desayuno que he tomado en toda mi vida fue en Estambul. A las siete de la mañana uno ya se deleitaba ante la presencia de verduras frescas de todo tipo, olivas, quesos, mermeladas. sopas exquisitas... Aquéllo no era un desayuno. ¡Aquéllo era una bendición del cielo!

El tratado con Turquía, sin embargo, no se limita a las verduras, frutas y legumbres. Los rusos planean construir una central nuclear en el territorio otomano. Algunos temen que ello signifique que Turquía se haga con la bomba atómica. Eso no es todo. La empresa rusa Gazprom ha decidido paralizar las obras de la pipelina que estaba construyendo para llevar Gas de Rusia a Europa. Y ha dejado a Turquía la misión de repartir el gas por Europa,  en lo que a la parte Sur respecta. Las grandes perdedoras: Bulgaria y sobre todo Ucrania, que hasta hace poco cumplía este papel de Nación de tránsito para el gas ruso.

Una parte de Europa queda sometida así al capricho turco que puede – en un momento dado- llegar a algún tipo de acuerdo con Rusia y no repartir el gas previsto.

Eso se llama una buena jugada. Hay que reconocerlo.

Pero elucidemos.

A ver ¿desde cuándo son cordiales las relaciones entre Rusia y Turquía?

Desde nunca.

Ni siquiera ahora lo son.

Por un lado Putin da dinero a la “conservadora” Marine LePen; por otro, ofrece los negocios que ofrece a una Turquía cada vez más “conservadora” .

O es cosa de agentes dobles, o es de locos.

Aun a riesgo de equivocarme, yo me atrevería a afirmar que nada de eso.

Putin aspira a un determinado Orden. Lo necesita. Confía en que ese Orden pueda volver a unir al pueblo ruso disperso a causa de los colectivismos improductivos, un nihilismo destructivo, un individualismo inútil, la corrupción de las costumbres y una pobreza  transmitida de generación en generación. Rusia es un país inmensamente rico que lleva desde hace siglos aniquilando sistemáticamente a su población. La corrupción económica ha sumido a sus habitantes en una apatía a la que muy pocos logran hacer frente con éxito. ¿De qué sirve el dinero si las estructuras impiden el funcionamiento de una sociedad? La pobreza, el vasallaje a los zares, primero y al sistema bolchevique, después, han creado un sistema dentro del sistema. Salir de allí es difícil. Se requiere tiempo, paciencia, fortaleza de ánimo, espíritu renovado y, sobre todo, se necesita FE.

Esto es a lo que, en mi opinión, aspira Putin. Y en un tiempo en el que el hedonismo, el individualismo, el nihilismo y todos esos “productos-valores” considerados “occidentales” empiezan a debilitar a las sociedades por ellas regidos, la idea de un Orden eterno e inmutable se abre paso con cada vez más fuerza. La libertad se ha convertido para muchos en una pesada cadena. Para que la libertad se pueda ejercer, hace falta dinero, sí; pero más aún se necesita la sabiduría y el juicio crítico; para que  la libertad pueda existir hace falta información, sí; pero aún más se necesita de la reflexión individual. No sé cuánto reflexiona hoy en día la sociedad dirigida por los principios arriba enumerado. Si nos atenemos a lo que las redes sociales muestran, el panorama resulta desolador.

Ese Orden, que a mí me aterroriza, es el Orden al que aspira Putin. Y vuelvo a repetir. Es que lo necesita. Necesita la Fe. Y una Fe en el individuo, en sus propias fuerzas, no llevaría a buen puerto a Rusia. En Rusia,la Fe en el individuo es justamente la fe que guía a los líderes de la corrupción. Creen en sí mismos y no dudan en actuar contra todo aquél que se ponga en su camino.
Pretender una Fe laica después de la etapa bolchevique no sé si resultaría pernicioso, pero desde luego sí inefectivo. Intentar introducir el Protestantismo en una tierra, en la que –como decía Spengler en “la decadencia de Occidente”- la culpa se comparte, una Utopía.

Por eso Putin prefiere acudir a la Fe en un Principio Superior al cual se llega siguiendo unas reglas religiosas que resultan conocidas a todos, aunque sea de oídas, y que exigen el cumplimiento colectivo, así como la asistencia colectiva a los actos litúrgicos.
El recurrir a la Fe como motor social le une a LePen y le une a Erdogan. Le separa – eso sí-  el nombre de la religión encargada de llevar ese Orden al pueblo. Para LePen es el catolicismo. Para Erdogan, el Islam. Para Putin, la religión ortodoxa.

¿Y qué hace el inteligente Putin para ganar el tiempo que necesita para implantar el Orden que necesita?

Da dinero a un partido francés.
Despierta el interés en uno de los nuevos partidos alemanes.

Refuerza a Turquía y la posiciona en una situación de ventaja con respecto a Europa.

Deja a Europa más silenciosa y confusa de lo que ya lo estaba.

Es decir, mantiene "ocupados" a sus rivales mientras Putin se dedica a sus menesteres domésticos.
 

Una buena jugada. No cabe duda.


Alguien, sin embargo, ha venido a recordarle a Putin que su Orden no es el Orden ni querido, ni deseado, ni buscado, sino más bien todo lo contrario.

Hace tres o cuatro días se cometió en Grozni, capital de la República de Chechenia, un nuevo atentado llevado a cabo por fuerzas islamistas que se denominan a sí mismas “islamistas del Emirato del Cáucaso” y que según el periódico digital Publimetro siguen a un lider llamado Ali Abu Muhamad.

Para muchos occidentales, Putin debería actuar consecuentemente. Si atendió a las voces de los separatistas pro-rusos y en consecuencia, accedió a la anexión de una parte de Ucrania, debería ahora atender a las voces separatistas de los chechenios.

Putin no está de ningún modo dispuesto a cosa semejante.

Y esta negativa, justamente , es la que explica por qué el último movimiento de Putin consistente en el acercamiento a Turquía resulta tan brillante como peligroso. No sólo para Europa. También para Rusia. Rusia no puede permitir un Estado Islamista fuerte.
Las medidas contra los terroristas chechenios, fortalecerán esa brecha islam-no Islam en Rusia.

Putin debe ser extremadamente cuidadoso.

En este sentido no me sorprende en absoluto que su decisión de no construir una pipelina en Europa no haya sido tomada todavía de forma irrevocable.

La partida de ajedrez sigue.

Cada movimiento -todo hay que decirlo-  es más arriesgado, tanto para los Unos como para los Otros.

Le toca mover a Europa.

¿O la moverán?

 
Como Brecht dijo:

“Malos tiempos para la lírica”

Y eso que la Navidad se acerca.

Veremos.

 

Isabel Viñado Gascón

 

 

 

 

Wednesday, November 26, 2014

Alemania. Rusia-Putin. Francia-Le Pen. La Iglesia ortodoxa y la Iglesia del Vaticano.


Jorge acaba de llamarme. Está entusiasmado con el tema. Por un lado, los socialistas alemanes y los conservadores alemanes discuten por cómo ha de ser el diálogo con Rusia. Sus posiciones, afirman los socialistas, son las mismas que las de los conservadores. La forma de la comunicación es el problema. Por otro, en  Der Spiegel de ayer día 24 de Noviembre, se anunciaba un préstamo de nueve millones de euros al partido francés de Marine Le Pen “Frente Nacional” .- “Estaba esperando tu artículo pero ya veo que no te atreves” – me grita jubiloso en cuanto descuelgo el auricular- “Tú escribiendo sobre autarquía y los rusos practicando en Europa el “divide et impera” al tiempo que protege a la derecha. A la derecha en Europa y al sistema comunista en Cuba porque lo que entonces dijeron los periódicos es, por una vez en la vida, totalmente cierto: el día en que la URSS desapareció, desaparecieron las ideologías y apareció la política postmoderna: aquí y ahora una idea; allí y luego otra; aquí y luego lo que se me ocurra: allí y ahora lo que se me antoja. ¿Todavía sigues confiando en que los lobos hambrientos y nunca satisfechos serán capaces de construir una sociedad capaz de mejorar la que tenemos? ¡Ni lo pienses! Rusia nunca ha sido una buena madre para sus hijos, imagínate para los que no lo son. Date por vencida. Rusia volverá a caer en algo de lo que nunca ha terminado verdaderamente de salir: la dictadura. Y esta vez, superado el comunismo, será a lo zarista liberal. O sea: un poco de internet, un poco de libertad de expresión y un mucho, mucho de Iglesia ortodoxa. ¡Te lo dije! ¡Te lo dije!"

Estaba tan emocionado que ni siquiera sé si se ha despedido.

Rusia y la derecha separatista europea unidas por acuerdos económicos mientras son observadas por la Iglesia ortodoxa (¿Tiene algo que decir la Iglesia Católica al respecto? Por supuesto. Ya lo veremos)

 Desde luego el tema no es fácil.

Hasta cierto punto es lógico que la sociedad alemana esté dividida en sus consideraciones con respecto a Rusia. Los intereses económicos pero también culturales y humanos que les unen son numerosos. Incluso en Berlín hay un barrio “Charlottenburg” al que muchos llaman “Charlottengrado” por la cantidad de rusos que allí viven y que, curiosamente, sienten por su nación una nostalgia tan profunda como ferréa es su negativa a volver. Aman a su patria y al mismo tiempo afirman que es imposible vivir allí.

Los alemanes, lo digo siempre, son gentes tan idealistas como prácticas. Ello les permite construir sus visiones.
 La inactiva melancolía del ruso les admira al tiempo que les espanta. Ese eslavo de voz suave y melodiosa que es capaz de convertir el tema más trivial en profundos tratados de metafísica sin, no obstante, levantarse del sitio para poner en práctica sus ideas no deja de maravillar al germano amante del comercio y de la actividad empresarial. Al menos desde los tiempos de Catalina “la grande” está esperando que los rusos transformen sus potencias en actos y conviertan a esa dormida nación en un país fuerte y vigoroso, con personas dispuestas no a morir por ideales sino a vivir por ellos. No lo han conseguido. Y al paso que van, no creo que lo consigan. Por otra parte, que ese mismo ser que habla dulce y pausadamente no dude en el momento más inesperado en sacar una pistola y bien asesinar al que tiene delante por un asunto tan trivial como el dinero o asesinarse él mismo por el simple placer de jugar a la ruleta rusa, fascina al alemán tanto como le asusta.

Es innegable que el miedo- fascinación que por un motivo u otro sienten los alemanes por los rusos, es el mismo que les ha llevado a mantener siempre un cierto distanciamento con los americanos. Los americanos les parecen simpáticos, pero para el alemán de pro la simpatía casi nunca es una virtud, sino un modo de esconder las verdaderas intenciones. Simpático es el que quiere algo de nosotros. Esa simpatía que los americanos denominan tolerancia, apertura, afabilidad es lo que enciende en muchos alemanes la sirena roja de “cuidado”. Es posible que el alemán juegue a ser hombre de mundo con los americanos, y finja divertirse con fiestas como “Halloween”, “San Valentin” y similares que divertirle no le divierten pero aumentan sus ingresos. Tal vez parezca sentirse contagiado por los megaloproyectos americanos que será un simple “parecer” porque el hombre alemán huye –igual que huye Jorge- de lo gigantesco. Y posiblemente por los mismos motivos: “Lo grande – repite siempre Jorge- hace que pierdas la noción del tamaño. Lo gigantesco te pierde a tí”. De ahí que los alemanes prefieran dedicar sus energías a la pequeña y mediana empresa en vez de a proyectos que traspasan su posiblidad de ser controlados por sí mismos.
Porque lo cierto es que si alguien considera que el hombre alemán es cosmopolita se equivoca. El hombre alemán es, igual que lo es su cultura, provinciano y bien provinciano. De esto se lamentaba Nietzsche y de esto hay que seguir lamentándose. Este rasgo de carácter es, precisamente, el que lo acerca al eslavo y la que permite trazar un firme puente entre ambas culturas.

La firme convicción del americano en un final feliz, su creencia en que el barco va a llegar a buen puerto porque el destino es inevitable recto y progresivo  genera dudas en el alemán y le lleva a cuestionarse la idoneidad del americano como socio. En efecto: el “ciego” optimismo americano que se convierte en autodestructiva depresión en cuanto las coas no salen como ellos habían previsto, le asusta tanto como la inactividad rusa.

El alemán es pragmático. Esto implica la obligación de detenerse al previo reconocimiento del terreno así como a prestar una atención especial a los tramos complicados. La duda alemana nunca es duda: es análisis de los riesgos y de las ventajas que lanzarse a superar tales escollos van a proporcionar. La filosofía del “do it” que exige una acción rápida, tendente a minimizar la importancia de los inconvenientes para detenerse en las facilidades le sobrepasa. Es en ese momento cuando el discurso melancólico del ruso le resulta más sensato. El alemán entonces se siente feliz de que alguien le proponga tantos obstáculos a resolver y se lanza, claro, a la tarea de solucionarlos, mientras el ruso sigue con sus ojos perdidos en el infinito de los sueños nunca cumplidos. ¿Para qué, además? – pregunta resignado. Una vez que luchó por hacerlos realidad, se encontró con una pesadilla que duró  setenta años y de la que todavía no se ha repuesto...

Una cosa es cierta: el alemán gran amante de su individualidad protestante nunca regalará su alma ni a los Unos ni a los Otros.

Pero además existe otra gran cuestión: las relaciones entre Le Pen y Putin.

Al parecer ambos desean una Europa debilitada. Sus motivos, sin embargo, son sumamente diferentes. Si Putin pretende desunir a Europa es porque quiere convertirla en parte de su influencia. Si Marine Le Pen afirma querer abandonar el euro es porque quiere una Francia fuerte, no una Francia satélite.  Así pues, no creo, sinceramente que la cuestión de una Europa débil y desunida sean los verdaderos motivos que les han llevado a incrementar sus relaciones.

Francia ha ejercido siempre una gran influencia cultural en el mundo ruso. En la literatura del siglo XIX no es difícil encontrar palabras francesas. Gran parte de los nobles rusos emigraron a París tras la revolución bolchevique de 1917. No sería por tanto insensato pensar que Marine Le Pen desee retomar esas relaciones. Sin embargo, hemos de admitir que la cultura no juega hoy el papel dominante que en su día jugó. Los posibles acuerdos económicos que de tales vínculos puedan derivarse son, con toda seguridad, otra de las razones a esgrimir. Queda, creo yo, el más importante: el político. Le Pen quiere recuperar la identidad francesa. La identidad francesa es en la actualidad sumamente compleja y plural. Si la Iglesia ortodoxa anda por medio, no me extrañaría que tanto Rusia como Francia estuvieran pensando – en función de esa identidad identitaria y comunitarista- en una restitución de la nobleza gobernante por la gracia de Dios. Los “reyes” no dinásticos en Francia; los “zares” no dinásticos en Rusia. La siempre dinástica Iglesia ortodoxo-católica en Urbi et Orbe. Dos serían los objetivos a alcanzar: el restablecimiento de unos valores obsoletos pero considerados “auténticos” y un dique de contención (y expulsión) a las religiones no cristianas.

Esto a muchos les parece un comienzo del restablecimiento del Orden. Yo me pregunto de qué Orden. ¿De ese Orden sagrado e inmutable - unas veces religioso y político, otras ateo y político- que tantas miserias ha causado? ¿ Ese Orden, en virtud del cual tantas familias y pueblos enteros se sacrifican y se sigen sacrificando?

Muchos necios firman la restauración de ese Orden comunitario, idéntico, donde todos comparten las mismas formas de vida, los mismos valores, las misma religión. Unos se llaman Hooligans, otros islamistas radicales, y otros comunitaristas identitarios restituyentes o qué se yo. Imaginan que así se acabarán los problemas. ¡Pero qué tonterías! “¡Plural, plural! Todo plural”, que decía el poeta es lo que en este instante necesitamos más que nunca. Incentivar el juicio críco es lo importante. Pero eso, claro, cuesta demasiado esfuerzo. Exige pensar, cavilar, reflexionar. En un mundo rápido, inseguro como el nuestro eso es demasiado arriesgado. En el mundo industrial de la uniformización, del que todos nos quejamos pero en el que todos queremos participar, el juicio crítico supone siempre un gran riesgo para la persona que lo pone en práctica. A lo más que se llega es al juego del juicio crítico concertado, o políticamente correcto. Un juicio, en cualquier caso, que no se salga de los esquemas marcados y que sea, a ser posible, compartido por otros.

Yo me asombro. Lo siento, pero sigo asombrada de aquéllos que pretenden que Europa vuelva a ser una Europa cristiana, a poder ser, católica, ¿Se pretende expulsar a la religión musulmana de Europa cuando las iglesias cristianas están vacías. ¿Pero qué clase de hipocresía es ésta?

No no es hipocresía. Es otra vez el uso de la religión para fines políticos. Y la Iglesia, claro, está deseando participar. Hoy me entero por los periódicos digitales que el Papa ha visitado el Parlamento Europeo. Y eso que todos, incluso el señor Pablo Iglesias del en estos momentos maltrecho “Podemos”, aplauden el discurso del Pontífice. Un discurso, claro, que se caracteriza por ser, sobre todo, social. A mí me asusta la jerarquía eclesiástica pero mucho más aún su discurso social. Porque este discurso que con tanta firmeza predica la igualdad hasta el punto de ser aplaudido por la extrema izquierda, es siempre un discurso dirigido al otro, al de enfrente. Sigue siendo el eterno empeño de la Iglesia Católica en decirle a uno lo que tiene que hacer y en determinar quiénes son los buenos y quiénes los malos. No me extraña que Lutero terminara explotando. Dicen que a Lutero se le apareció el diablo y que lo expulsó tirándole el tintero. En esto se ve que el diablo es mucho más tonto que la Iglesia Católica. La Iglesia Católica nunca se hubiera asustado. Mucho menos habría salido huyendo. La Iglesia Católica hubiera cogido el tintero y con su tinta hubiera escrito una Encíclica en la que según lo necesitados que estuvieran de tinta, se animaría a donar tinteros, a depositarlos cuidadosamente en la papelera para no lastimar a nadie o a avisar a las autoridades eclesiásticas para que ellas se hicieran  cargo del  asunto.

¿Entienden ahora por qué me voy con Lutero? Porque defectos aparte, él me permite lo que la Iglesia Católica no ha permitido nunca: libertad individual de conciencia y que no tiene nada que ver con la libertad colectiva de conciencia, que es la que ha predicado la Iglesia Católica en momentos de crisis. De sus crisis, claro.

La Iglesia Católica en el Parlamento Europeo.

¿Para cuándo los otros máximos representantes de las otras religiones?

¡Si Voltaire levantara la cabeza!

¡Si la levantara Montesquieu!

¡Si la levantaran todos aquéllos que lucharon –y murieron- por la separación entre Iglesia y Estado!

Hay un grupo para el cual dicha intervención no supone ningún problema: para los representantes del Uno en el Todo y el Todo en el Uno. Para esos el discurso del Papa puede equipararse al discurso de Biermann en el Parlamente alemán con motivo del aniversario de la caída del muro. Pero lamentablemente aunque todo parezca lo mismo, no lo es. Y no lo es porque tampoco las consecuencias que esas intervenciones generan lo son. Se ha puesto de moda entre los Organismos internacionales y nacionales invitar a estrellas de la canción y del cine a ofrecer sus discursos. ¡Cómo si no tuvieran otros canales para hacerlo! Pero se ha puesto de moda. Y esto nos obliga a determinar en calidad de qué ha ido el Papa al Parlamento Europeo. En calidad de Papa o de estrella de cine.

Si ha ido en calidad de estrella de cine, me parece un insulto a la Iglesia Católica y a los católicos. Dejémonos de hacer sesiones de marketing y concentrémonos en la espiritualidad.

Si ha ido en calidad de Papa, me parece un menosprecio a los practicantes de las otras religiones, a no ser que también sus máximos representantes sean invitados en un futuro no muy lejano.

Pero en cualquier caso tanta religión en el Parlamento Europeo es un insulto a los que creen que los poderes tienen que estar separados y bien separados. La creencia es algo privado, privadísimo. Su práctica igualmente privada, aunque se reúna con otros miembros que comparten esas mismas creencias. Y por tanto no debe olvidar lo fundamental. “Al César lo que el del César y a Dios, lo que es de Dios.”

El Todo en el Uno y el Uno en el Todo impide, claro, tan bella distinción.

¿Dónde se han metido los laicos? Ilustrados o Nihilistas, da  igual.Los laicos. ¿Dónde están?

No los agnósticos, no los ateos, no esos que contestan “paso, tío” porque ni se han cuestionado la cuestión de la religión, ni otra que se le parezca.

Es al grupo de los laicos a quienes yo  busco.

Habrá que buscar en los prostíbulos que además de incremetar el PIB, es el único sitio donde parece ser que se practica la tolerancia y la libertad absoluta.

Estoy segura de que ni allí los encontraremos. Los laicos ilustrados y nihilistas están dormidos y bien dormidos, suponiendo que no hayan muerto.

Europa, el viejo continente compuesto de viejas naciones y gentes cansadas y empobrecidas, va camino de convertirse en el botín de guerra de las grandes potencias de este mundo. Una posible alianza con cualquiera de ellas no nos librará de serlo, simplemente nos obligará a defender sus particulares intereses, se trate de la potencia que se trate.

Mejor haría Europa en dejarse de alianzas y empezar a defender sus propios intereses en bloque. Mientras sigamos diferenciando entre Europa del Sur y Europa del Norte, entre los que se endeudan y los que pagan las deudas, entre los que tienen una religión y los que tienen otra, seguiremos siendo las marionetas de los Unos, de los Otros, de los de Aquí, de los de Allá y si nos descuidamos incluso de los del Más Allá.

Isabel Viñado Gascón.

Nota aclaratoria.

 Diferencia entre el nihilismo y el ateísmo:

El nihilismo declara a Dios muerto y se olvida de Él. "¡Qué solos se quedan los muertos!", podría exlamarse.

El ateísmo declara que no cree en Dios y no deja, sin embargo, de hablar de Él.

 

 

 

 

Monday, November 24, 2014

El estafador estafado.


Me pregunto si debe preocuparme el hecho de que con frecuencia aquéllo que a los otros les trae de cabeza no consigue asombrarme lo más mínimo mientras que por el contrario lo que a la mayoría le parece obvio me resulta a mí sumamente extraño. Es en estos casos cuando se hace preciso responder a la cuestión por el valor que contiene la opinión generalizada justamente por ser generalizada. Es cierto que a veces muchos ojos, sobre todo tratándose de los agudos ojos de los periodistas, ven con mayor precisión que unos ojos a los que la miopía escasamente les permite ver más allá de su nariz.

Y sin embargo...

Sin embargo.

Los medios de comunicación llevan días ocupándose de un tal Francisco Nicolás Gómez Iglesias alias “el pequeño Nicolás”. La noticia saltó a la luz bajo titulares que no dejaban lugar a dudas: el chico de veinte años era un redomado estafador que había conseguido hacerse fotos con las personas más representativas del panorama político-económico del país. Su descaro no había conocido límites e incluso se había “colado” en la recepción de la coronación del rey Felipe VI ayudado, aseguraban, por una empresaria. Todo lo que cuenta es falso; tiene aires de grandeza; es un megalómano y lo mejor que podría hacer es dedicarse a terminar sus estudios en la Universidad privada en la que cursa sus estudios en vez de jugar a ser espía.

Mi sentido del humor, ya lo conocen, es como el de la mayoría de los aragoneses: un tanto surrealista. Por eso no puedo impedir que mi mente reúna al joven Francisco Nicolás y al joven Errejón: uno como alumno, el otro como profesor. Están juntos en un aula vacía de una Universidad cualquiera. Ambos  conversan con cara de circunstancias.
- “Ya” – dice el uno- “Mucho me temo que no voy poder asistir a clase. El deber de ayudar a la patria se impone.”
- “Lo comprendo” – responde el otro- “A mí me sucede lo mismo. Lástima que juguemos en equipos distintos. Los obstáculos son muchos y los enemigos innumerables. Uno de nosotros tiene que conseguir salvar a España de los malvados que la quieren destrozar. Hay que librar a la patria de los farsantes. Que gane el mejor”
-  “Lo mismo digo” – responde el primero.

Ambos se estrechan la mano y sin abandonar sus caras de circunstancias, abandonan el aula en la que se encontraban.   

La visión surrealista se difumina. La realidad se impone. Y la realidad es que España ha sido siempre un país de pícaros. Que Francisco Nicolás Gómez Iglesias alias “el pequeño Nicolás” haya pasado a engrosar una lista ya de por sí enormemente larga, carecería, francamente, de interés. Es hora de ser sinceros y admitir que en la política en general, y en la española en particular, el teatro de la picaresca es siempre el más importante. ¿O qué otra cosa son si no son todas esas historias sobre donaciones no declaradas a partidos políticos y negadas repetidamente por los  beneficiados? Tesoreros en la cárcel a espera de juicio, mientras los altos representantes de los partidos a los que pertenecen aseguran serios y sin mover una pestaña que ellos no tenía ni idea de esos trapicheos. Y eso, que a ellos y a otros muchos les parece una excusa, ¡qué digo excusa!, una justificación plenamente racional, a mí me asombra (y me asusta). Si un presidente de un partido no tiene ni idea de los “chanchullos” que lleva a cabo su tesorero ¿cómo puede gobernar un país que está configurado, sin duda alguna, por estructuras mucho más complejas que las de un partido? Y si puede gobernar un país porque debido precisamente a esa complejidad ha de ocuparse sólo y exclusivamente de los problemas de la nación y no de los problemas de su partido ¿cómo puede permanecer a la cabeza de dicha formación política?

Muy fácilmente: pidiendo perdón.
“Y a otra cosa, mariposa”.

El grave conflicto que ha generado este muchacho de veinte años es de dimensiones tan descomunales que muchos prefieren negarlas y otros – que las intuyen- prefieren relativizarlas. Desde hace una semana espero alguna opinión irreverente que se decida a opinar de forma distinta a los demás y que afirme que Francisco Nicolas no miente  con la misma contudencia, al menos, con la que los otros afirman tajantemente que Francisco Nicolas miente cual bellaco. Nada de eso he encontrado. Lo más que he podido leer son voces tímidas que se aventuran a reconocer que tal vez en su historia haya un poco, un grano quizás, de verdad.

Yo sigo asombrada.

Asombrada de que la prensa en bloque le “sentenciara” desde el primer momento como estafador. Que todos los medios de comunicación sacaran a relucir el paralelismo entre él y el protagonista de la película “Atrápame si puedes”. Ese empeño de unir la realidad con la realidad virtual, de modo que al final la realidad virtual se convierte en realidad y la realidad toma tintes de virtualidad me origina terribles dolores de cabeza, ya lo saben.

Una, que soy yo, se pregunta cómo es posible tomar una historia de ese calibre con la hilaridad con la que se la ha tomado. Los periodistas más conocidos hacían chistes sobre su foto con el estafador de la nación y animaban a intentar conseguirlo a quién todavía no tuviera una con él. Hacerse fotos con ese chico de veinte años era el gran reto que lanzaban esos sesudos, inteligentes y más importantes representantes de los medios de comunicación.

A mí, como de costumbre, el asombro ante lo que a nadie más parecía asombrar, no me dejaba pronunciar palabra.

No conozco a este joven. No tengo una foto con él. A decir verdad, no lo he visto en mi vida y no tengo ningún interés especial en que nos presenten. Lo único que digo es que no miente. Al menos no en lo fundamental. Y lo fundamental es que ha tenido relaciones con todos aquéllos con los que asegura haber tenido relaciones. No sólo eso. También está la prueba fotográfica cuya importancia hay que destruir, deformar, descalificar.  ¡Ah!  ¡Se me olvidaba! De repente  que “una imagen vale más que mil palabras” ya no es válido: ¡Todos tienen una foto con él!

Con ello se olvidan o quieren olvidar de que eso no es lo importante.
Lo esencial no es la foto con Nicolás, sino al contrario: la foto con los que aparecen a su lado y con los que fotografiarse no resulta tan fácil como ellos pretenden hacer creer porque en general aman la discreción. ¡Qué más quisiera tener yo una foto con esos importantes hombres y mujeres que aparecen junto a Francisco Nicolas! Eso y no la foto con el muchacho es lo relevante. Ese deseo de darle la vuelta a las cosas despierta en mi la duda. Y me pregunto si no será que realmente existe el deseo de ocultar asuntos tan oscuros como enredados y por eso se hace tan difícil encontrar en la madeja el principio y el fin. Hay una frase que el joven Francisco Nicolás no para de repetir y que nadie ha tomado en consideración, salvo para burlarse de ella: “Todo está interrelacionado”.

Y vuelvo a asombrarme de que esta frase les parezca, a los pocos que se han ocupado de ella, tan extraña. “Todo está interrelacionado”. Porque a mí me parece que es más sincero hablar de interrelación que de identificación, que es lo que curiosamente, hace normalmente la mayoría. Interrelación no es lo mismo que decir que Todo es Uno y Uno es Todo. Interrelación significa que todo tiene una conexión con todo. Eso, y no otra cosa, es la ciencia. Eso, y no otra cosa, es la globalización bien entendida. Eso, y no otra cosa es el ser humano y todo lo que se refiere a él. Y esto, justamente esto, es – mi asombro no conoce límites- lo que los periodistas más celebrados del panorama nacional pretenden negar. Periodistas – y periódicos-  a los que, todo hay que decir, les unen estrechos lazos con la misma clase dirigente con la que hasta hace muy poco tiempo se codeaba este chico de veinte años.
Por su parte, los periodistas de la oposición, es decir, de la izquierda, como andan ocupados tratando de detener los ataques hacia sus ahijados  no disponen de mucho tiempo ni demasiadas energías que dedicar a las guerras internas del partido dominante. Ni a ellos ni a Francisco Nicolás les interesa entrar juntos en escena. De hacerlo, transformarían  la frase “Todo está interrelacionado”, en la frase del Principio de Identidad: “a es a”. En dos días Francisco Nicolás habría pasado de ser el estafador nacional a convertirse en el agente de la extrema izquierda que intenta desestabilizar al gobierno.

Así pues ningún comentario desde la izquierda, nada de fotos con ella. Son los conservadores los que tienen el problema. Son ellos los que lo han de resolver. Y lo resolverán a la manera en la que se resuelven últimamente los problemas: obviando la diferencia entre la Verdad y la Mentira, obviando las diferencias entre el Bien y el Mal. Tomando un punto de verdad y envolviéndolo en un bello papel de falsedades. Convirtiendo al que tiene algo que decir en una atracción de feria, en un majadero, de tal manera que nada de lo que diga será tomado en serio.

Risas por aquí, risas por allá. El mundo gira.

Miro a través de la ventana. Cinco rosas rojas lucen en el jardín en un día especialmente oscuro. Es un viejo rosal que ha sobrevivido durante décadas al calor, al frío e incluso a la indiferencia. En cambio, la rosa del rosal que planté hace dos meses no termina de abrirse, como si tuviera miedo de que el incipiente frío le produjera un fuerte resfriado. El cielo gris, casi negro. No llueve. En días así uno debe aprovechar para trabajar al máximo. Es la única manera posible de sobrevivir. “Nunca te pares a descansar en medio de una helada: te congelarás. Camina, camina siempre.” – ese es el consejo que los nórdicos, los rusos y los alemanes dan a sus hijos.
Camina también cuando no veas el sol. No esperes a verlo para caminar. Ya aparecerá. Y aunque no aparezca, sigue, sigue siempre. No te pares. Ese el el consejo que incansable le repito a mi rosa ¿Me escuchará?

Francisco Nicolas un estafador.

Media España no puede caminar porque le faltan zapatos y la otra media porque las risas se lo impiden.

A la primera mitad unos les dicen que descalza también se puede caminar, que es cuestión de proponérselo, otros les están intentando buscar algún remedio, aunque sean unas alpargatas y algunos gritan que ya está bien, que todos somos mayorcitos y que si quieren zapatos que se los fabriquen, que ya están hartos de tanto lamento, que a ellos nadie les ha ayudado a conseguir lo que tienen. “Propuestas socio-económicas” es como se denomina a este tipo de opiniones diversas.

A la segunda mitad, unos les alaban su buen humor y  otros les reprochan su falta de seriedad, de inconsistencia. Este tipo de consideraciones son calificadas de “Análisis político”.

¿En qué media España situamos a Francisco Nicolás?

Un chico que perteneciendo a la primera mitad decide integrarse en la segunda. Un chico que no tiene zapatos y que, no obstante, consigue convencer de que se los ha dejado en el armario de su casa porque tiene tantos que no sabía cuál elegir. Más aún: consigue que se los regalen.

Es un estafador, dicen, porque su caso únicamente puede observarse desde el plano socioeconómico, jamás desde el político. Se trata de un joven ambicioso que utilizando el engaño había conseguido contactar con la élite socio-económica de este país para beneficiarse económicamente. Uno de esos para los que el consejo de “consigue tus propios zapatos” también incluye el “entra en una tienda y convence a la propietaria para que te los regale.” Y eso - dicen- es ser un estafador.

No es algo que debiera provocar a rasgarse las vestiduras. Vistas así las cosas,  los políticos son igualmente estafadores. En cualquier país que se precie las campañas electorales están dirigidas a pedir votos a sus electores a base de promesas que saben, de antemano, que no van a poder cumplir. Ya lo hemos explicado: Media nación ríe. Para los interesados eso es  signo de optimismo; para la oposición de insensatez.

La diferencia con respecto a Francisco Nicolas es que en el caso de las elecciones, el término “estafa” permanece dentro del plano del análisis político. Por eso a la estafa no se le denomina “estafa” sino “promesas electorales incumplidas”. Es lo que tienen los eufemismos: ocupan mucho más espacio.

Lo grave, lo terrible, es cuando los planos se unen. De repente, en un mundo en el que Todo es Uno y  Uno es Todo, aparecen planos cuya relación intentan evitar unos cuantos. De este modo niegan la posibilidad de que uno pueda saltar del plano de los “sin zapatos” al plano de “las risas”. ¡Habrése visto la osadía del niñato!, protestan. Y como siempre, los que más alto gritan “niñato” son los que en su día más y más tiempo lo fueron y los que ni siquiera de viejos podrían explicar muy bien en qué basan su fuerza moral para calificar de “niñato” a alguien a quien no conocen.

¿Son necesarias todas estas apreciaciones?

Lo son. O al menos a mí me lo parecen. He estado esperando una reflexión honesta sobre el tema, honesta – que no significa necesariamente acertada. Lo único que he leído son sentencias mediáticas sobre la conducta de Francisco Nicolás. “El pequeño Nicolás”, le han apodado. Y así han conseguido ridiculizar aún más un tema que a mí me parece sinceramente terrible.

Es terrible.

No tiene nada de cómico.

Y si alguien se siente estafado, ese alguien soy yo.

¿Cómo pueden saber los periodistas a ciencia cierta, más en un país como el nuestro, que ese chico miente? ¿Cómo pueden estar tan seguros? ¿Cómo pueden salir riéndose a carcajada limpia de una noticia que debería haber provocado a reflexionar, por lo menos a eso, cómo es posible que se hayan podido originar con tanta facilidad las situaciones rocambolescas, caso de que sean rocambolescas, que se han originado?

Analicemos:

Un chico de veinte años convence a empresarios, ¡empresarios!, para que le costeen un piso de cinco mil euros de alquiler con personal de servicio con la simple promesa de que les va a proporcionar nuevos negocios.
¿Conocen ustedes el mundo empresarial? Mi amiga Carlota es, gracias a su marido, una experta en el tema. Allí nadie suelta un duro a no ser que se vea el negocio atado y bien atado y a veces, ni entonces. Si algo caracteriza  a un empresario eso es la desconfianza. Un empresario no se fia ni de su madre. Menos aún de su esposa. ¿Creen ustedes que de verdad se va a fiar de que un joven al que apenas conoce le ofrezca futuros negocios y a cambio de esos futuros contratos aún no obtenidos se compromete al pago del alquiler de un piso de lujo que no es futuro sino presente y bien presente? ¿Desde cuando se paga en adelantado por intercambios comerciales que ni siquiera se pueden cerrar porque no existen?

 Sí. Es cierto, hace años alguien intentó sanear las arcas con un método parecido. Ese alguien fue ¡la duquesa de York! Pero ustedes comprendan: era ¡la duquesa de York!. Arruinada y divorciada pero ¡duquesa de York! Y pese a todo, bien fueran los empresarios afectados por el desembolso o bien los no distinguidos con la suerte de sus favores, lo cierto es que no tardaron en tenderle una trampa de modo que las miserias salieran a la luz. Y este chico, que no es duque, ni de apellidos de alcurnia, logra que los empresarios abran su maltrecha bolsa y confíen en un joven “sin oficio ni beneficio.”

Una de dos: o los empresarios de este país no tienen ningún sentido empresarial o ese chico tenía más contactos verdaderos y útiles de los que ningún periodista está dispuesto a admitir.

Y tampoco logro comprender cómo es posible que un chico tan joven, tan visiblemente joven consiga introducirse en las altas esferas del país: organizar las reuniones de la fundación para análisis y estudios sociales (FAES), presididas por el expresidente Aznar. No entiendo nada.

Pero sigamos con nuestras disquisiciones: ese mismo chico consigue utilizar coches del Estado y ser acompañado por fuerzas de seguridad. No se trata de una película. Se trata de los coches del Estado. Para usarlos es necesario una serie de acreditaciones. Además están los conductores, que saben perfectamente quién es quién. Por no hablar de las fuerzas de seguridad, que son unos “mandaos” porque sirven al que les manda. Sin embargo hay un detalle que no se debe pasar por alto: que sirvan al que les manda no significa que cualquiera les pueda mandar. Mucho menos el primero que llegue. El que les imparta órdenes ha de reunir las competencias necesarias.

El joven Francisco Nicolás tiene tal capacidad de sugestión que es capaz de lograr repetidamente que dichas personas le consigan los coches, los chóferes y las fuerzas de seguridad que necesitan. En un mundo de pillos y pillerías – y no lo digo yo, sino los últimos acontecimientos- un chico de veinte años consigue engañarlos a todos y hacerse con las riendas de media cúpula del poder para beneficiarse él solito. ¿No creen ustedes ahora que mi asombro es comprensible por racional y juicioso?

No termina ahí el asunto. De repente – asombro de asombros- en un mundo de viejos pícaros, las extraordinarias facultades para el engaño del joven los aventaja a todos y por eso obtiene sin grandes esfuerzos los que otros de más rancio y distinguido abolengo no han conseguido: una invitación para asistir nada más y nada menos que a la recepción que el nuevo rey Felipe VI ofrece. ¿Han asistido ustedes a alguna recepción? En la entrada están apostados los servicios de seguridad que en ocasiones señaladas incluso se ayudan de un scanner. El invitado muestra su invitación. Si tiene dicha invitación pero no aparece en la lista, ha de dar la media vuelta “sintiéndolo mucho”. Si está en la lista pero no tiene la carta de invitación, ha de acreditar su identidad; se repiten las llamadas y puede ser que le permitan entrar o no.
En una recepción como la de Felipe VI cuya subida al trono estaba siendo enturbiada por las voces republicanas, el control tuvo que ser – me imagino- exhaustivo.
En tales situaciones o alguien te ha proporcionado una invitación o no hay hada madrina que valga.

Admitamóslo: la historia de Francisco Nicolás tiene bastantes puntos en los que apoyar su verosimilitud. En vez de afirmar con tanta contudencia su calidad de estafador desde el minuto número uno de su detención, los medios de comunicación deberían empezar a elaborar un dictamen apoyado en el juicio crítico y no sólo en las risotadas de la media España que ríe y que confieso que no sé, francamente, qué encuentra de gracioso en el asunto. Aún en el supuesto de que este chico fuera realmente un estafador, cosa que ya digo que dudo, lo único que vendría a confirmar es el estado de miseria y provincialismo en el que se encuentra la clase política y empresarial del país. Una situación de falta de profesionalidad, de falta del sentido del deber y hasta del sentido común, que deja que cualquier muchacho que resulte simpático pueda introducirse en dicho mundo y codearse con los más importantes del sistema. Ello lejos de demostrar la ingenuidad de los grandes, que algunos quieren hacer ver únicamente constata que hoy en día para llegar a ser importante no se necesita ni oficio ni beneficio. Ni siquiera experiencia. Sólo se necesita “caer bien”.

No es la ingenuidad de los poderosos lo que este caso mostraría si fuera mentira, sino justamente su mediocridad. La misma mediocridad que se manifestaría caso de que fuera verdad, porque ello supondría que la nación está devorada por la ambición y por las guerras internas y evidenciaría que muy probablemente los casos de corrupción que han salido a la luz, no se deba a una recomposición moral-profesional del sistema, sino a ajustes de cuentas entre diversos organismos. Pero ¿cómo puede pensarse en una recomposición del sistema si lo único que se han limitado a hacer los que nombraron a los corruptos ha sido pedir perdón y proponer una serie de medidas para el futuro que ya nadie recuerda?

En mi no sé si larga pero sí intensa vida, he conocido a gente de todo tipo y condición. Sé, ya lo conté en otro blog, de revolucionarios que fueron – gracias a las revoluciones- los primeros estudiantes en conseguir adquirir un coche propio, con el beneplácito –además- de las fuerzas no revolucionarias; sé de guardas de fincas que han llegado a ser subdirectores de empresas privadas y sé incluso de algunos que accedieron a una plaza en la Universidad que fue especialmente ajustada a su perfil para que sólo pudiera ser ocupada por ellos, a pesar de no haber terminado los estudios universitarios y no estar, por tanto, en disposición de ningún título académico. Y todo porque fueron capaces, durante sus correrías nocturnas, de “vender” su hobby como su profesión. Imagínense mi sonrisa cuando leo que al doctor Errejón un amigo le ha proporcionado una beca. Hombre, es que de otro modo, nunca la hubiera conseguido. No es el doctor Errejón. Es el sistema. Y para entrar en él sólo hay una puerta: la del sistema.

Lo sabemos todos. Incluso sus enemigos. Lo saben los políticos y también lo sabe, diga lo que diga, Fuenteovejuna. El maniqueísmo me molesta tanto como “El Todo en el Uno y el Uno en el Todo”. El mundo no se divide entre Políticos y Fuenteovejuna, no se divide entre malos y buenos. El mundo es como es. Y ese ser como es, es lo que hay que cambiar para conseguir que sea de otro modo. Hasta donde se pueda. Y desde luego ni el maniqueismo ni el la teoría de la unidad-identidad lo consiguen. El maniqueismo porque propone sustituir el gobierno de los malos por el de los buenos cuando esto es imposible porque no hay ni buenos ni malos, sino individuos con la voluntad de vivir, de sobrevivir, y de poder. El Todo en el Uno y el Uno en el Todo porque determina estructuras inamovibles donde nada de lo que se haga va a poder transformar algo de la situación existente. Así que es mejor echarse a dormir. A lo mejor cuando despertemos seremos de los pocos afortunados que hayamos logrado alcanzar el Nirvana mientras los otros pobres desgraciados siguen anclados a la rueda del Karma.

Pero hay algo que sí es importante considerar.

Tanto si Francisco Nicolás miente como si no, lo que urge analizar y comprobar son las estructuras del Estado, no la integridad moral de un joven. Me parece realmente terrible que los medios de comunicación se hayan dedicado a ridiculizarlo, a vilipendiarlo, a desprestigiarlo desde el mismo instante en que saltó la noticia. Pero aún me parece que se hayan dedicado a negar cualquiera de sus palabras con términos que pertenecen al mundo de la psiquiatría pero no al del periodismos,  en vez de reflexionar sobre las pruebas que hasta el momento ha presentado.

Estoy sinceramente convencida de que los viejos trúhanes que, al igual que pasa con los viejos rockeros, nunca mueren, se han aprovechado de su ambición y que lo “han largado” cuando no les daba el resultado apetecido. No creo que quisieran hacerle daño. No creo que le teman. Lo que para el chico supone una información tan importante, resulta para ellos, acostumbrados a tantas lidias, una bagatela de fin de semana. Seguramente su intención era desprestigiarlo, un susto ante los tribunales, un baño de humildad y ¡hala! Vuelta a las aulas. El chico, herido en su orgullo, ha querido hacer del tema un escándalo y se ha convertido en una piedra en el zapato. No mucho más. Todo sigue siendo una menudencia.

Y seguirá siéndolo a menos que alguien se pregunte cómo es posible que – estafador  o no- cualquiera pueda servirse de los favores del Estado y cualquiera – caso de que lo que afirma sea verdad- pueda ser usado y tirado por el Estado.

En todo caso esta historia da profunda cuenta del espírtu que en estos momentos guía a España y muestra con bastante nitidez el funcionamiento de las sociedades cínicas. He dicho bien: sociedades y cínicas.

Ello incluye a la clase política, a los medios de comunicación y tanto si le parece bien como si no, también a Fuenteovejuna.


Isabel Viñado Gascón.