El espectador, cansado de tantas emociones político-económicas, dormita frente al televisor. El agotamiento provocado por las crisis de Grecia, Irán,
Is, China, Rusia y Casillas le han sumido en un cansado silencio y de su boca
no sale ni uno de sus acostumbrados improperios. A lo más un triste y resignado
suspiro. !Ah!, Sí. La resignación: esa estrecha e inestable línea entre dos
terribles abismos: el de la frustración a un lado y el del resentimiento al
otro. Pero el espectador todavía no ha caído en ninguno de los dos y se
mantiene en ese terrible dilema del que no entiende nada y no sabe si es por
la complejidad de los temas o por su incapacidad para comprenderlos.
Por primera vez en mucho tiempo, el espectador se siente confuso no por los temas que le presentan sino por las emociones que tantas y tan variopintas opiniones generan en su cerebro, por lo general, imperturbable se trate de lo que se trate. Quizás se deba,- piensa - , a que lleva demasiado tiempo delante del televisor. No estaría de más, - reflexiona -, abandonar por un tiempo su sillón y cambiar de actividad. Tal vez sea mejor,- decide -, ir al cine y ver una película. Pero el espectador es indeciso y los últimos acontecimientos han acentuado su indecisión. En la televisión es posible zapear; en el cine, no. Conviene ser cauto – recomienda a la sombra que de él se proyecta en la pantalla de la televisión – e informarse de qué película es la mejor. “Terminator” no le parece mal así que se dirige a la silla giratoria y enciende el ordenador. En “Libertad Digital” del 15.07. 2015 aparece la crítica que Andrés Arconada hace de la película. Andrés Arconada se declara profundamente decepcionado. El espíritu original ha cambiado por completo, se lamenta Arconada. Eso, afirma, es lo que no le gusta. Hasta ahora, sigue diciendo el crítico de cine, la saga de Terminator tenía una cierta coherencia y el espectador podía buscar una lógica, dentro de la lógica de estas películas, pero aquí todo les vale y Arconada prosigue su discurso en el mismo tono resignado que envuelve hoy el ambiente: “Se saltan las leyes que tienen que seguir por pura lógica justificándolo diciendo que es una realidad alternativa. No. No vale. Porque en la siguente, si ésta funciona, qué nos van a hacer ¿otra realidad alternativa? Me parece una tomadura de pelo de principio a fin. (...) Los efectos especiales son maravillosos pero yo quiero algo más que efectos especiales. La carga emocional y crítica desaparece al servicio de la Nada.”
Por primera vez en mucho tiempo, el espectador se siente confuso no por los temas que le presentan sino por las emociones que tantas y tan variopintas opiniones generan en su cerebro, por lo general, imperturbable se trate de lo que se trate. Quizás se deba,- piensa - , a que lleva demasiado tiempo delante del televisor. No estaría de más, - reflexiona -, abandonar por un tiempo su sillón y cambiar de actividad. Tal vez sea mejor,- decide -, ir al cine y ver una película. Pero el espectador es indeciso y los últimos acontecimientos han acentuado su indecisión. En la televisión es posible zapear; en el cine, no. Conviene ser cauto – recomienda a la sombra que de él se proyecta en la pantalla de la televisión – e informarse de qué película es la mejor. “Terminator” no le parece mal así que se dirige a la silla giratoria y enciende el ordenador. En “Libertad Digital” del 15.07. 2015 aparece la crítica que Andrés Arconada hace de la película. Andrés Arconada se declara profundamente decepcionado. El espíritu original ha cambiado por completo, se lamenta Arconada. Eso, afirma, es lo que no le gusta. Hasta ahora, sigue diciendo el crítico de cine, la saga de Terminator tenía una cierta coherencia y el espectador podía buscar una lógica, dentro de la lógica de estas películas, pero aquí todo les vale y Arconada prosigue su discurso en el mismo tono resignado que envuelve hoy el ambiente: “Se saltan las leyes que tienen que seguir por pura lógica justificándolo diciendo que es una realidad alternativa. No. No vale. Porque en la siguente, si ésta funciona, qué nos van a hacer ¿otra realidad alternativa? Me parece una tomadura de pelo de principio a fin. (...) Los efectos especiales son maravillosos pero yo quiero algo más que efectos especiales. La carga emocional y crítica desaparece al servicio de la Nada.”
El espectador apaga el ordenador y regresa consternado a su sillón. ¿De qué
estaba hablando Arconada, de Terminator o de Grecia? “Realidad alternativa”,
suspira. Eso, piensa el espectador, es justamente a lo que ha estado asistiendo durante las
últimas semanas; efectos especiales al servicio de la Nada.
"Referendum, Democracia, Tiranía, Austeridad, que me voy, que te vas, que no me voy, que vengas.... " Carencia de lógica sustituida por una realidad alternativa que se hace imperiosamente necesaria justo porque no existe la lógica. El espectador se acuerda de mis palabra: "¿Leyó usted mi artículo “Pequeñas bombas, grandes guerras”? ¿Recuerda lo que allí le dije?. Se trata de “no cargar con el muerto” y Fuenteovejuna hará lo que la diosa Opinión Pública quiera que haga: ayer en contra, hoy a favor. Y todo eso en menos de una semana."
"Referendum, Democracia, Tiranía, Austeridad, que me voy, que te vas, que no me voy, que vengas.... " Carencia de lógica sustituida por una realidad alternativa que se hace imperiosamente necesaria justo porque no existe la lógica. El espectador se acuerda de mis palabra: "¿Leyó usted mi artículo “Pequeñas bombas, grandes guerras”? ¿Recuerda lo que allí le dije?. Se trata de “no cargar con el muerto” y Fuenteovejuna hará lo que la diosa Opinión Pública quiera que haga: ayer en contra, hoy a favor. Y todo eso en menos de una semana."
El espectador se vuelve a recostar en su sillón. Al menos ha dejado atrás
su ánimo resignado y ha recuperado el mismo aspecto impertérrito de siempre. El
espectador está contento. Ni complejidad, ni falta de capacidad: Falta,
absoluta falta de lógica en la realidad tanto como en el cine.Y el espectador antes de regresar a su acostumbrada actividad vuelve, por un momento, a recordar de lo que le dije la última vez que nos vimos: “El Todo
en el uno, el uno en el Todo. Distintos planos, distintas dimensiones ¿para
qué? Si al final Todo está en el Uno y el Uno está en el Todo. Por eso,
precisamente importa tan poco la lógica.”
El espectador no va a ir al cine. El espectador no quiere gastar su dinero
en ir a ver “Terminator”. No por la crítica de Arconada sino porque ya sigue la
saga sin moverse de su sillón. Grecia es “Terminator”, suspira satisfecho, y
toma el mando del televisor para encenderlo. Un presentador enchaquetado informa acerca de los últimos acuerdos con
Irán. “Ah”, exclama feliz de haber recuperado su acostumbrada indiferencia , “¡La
guerra de los mundos!”.
Y se deja caer en su sillón con la satisfacción que invade al que acaba de
recuperar su paz interior.
Isabel Viñado Gascón
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