Saturday, February 7, 2015

Esas extrañas parejas


Existen parejas históricas que han pasado al cine: es el caso de Sansón y Dalila, Cleopatra y Julio César o Paris y Helena. Del mismo modo, encontramos parejas cinematográficas que han pasado a la historia:  Starsky y Hutch,  “el gordo y el flaco”, Epi y Blas, por poner unos pocos ejemplos. También conocemos parejas literarias inseparables como Sherlock Holmes y Watson o Don Quijote y Sancho Panza, que subsisten tanto en el cine como en la historia.

Sin embargo ninguno de este tipo de parejas resulta tan interesante para el observador como las parejas políticas, a las cuales –al contrario de lo que sucede en las otras- no las une ni el amor ni la simpatía sino el enfrentamiento y hasta cierto punto la admiración que uno siente por un enemigo de talla: Anibal y Escipión; Marco Antonio y Julio César; Robespierre y Danton..

Y hete aquí que esta semana, las parejas políticas más representativas del momento se han dedicado a las visitas. La señora Merkel acompañada del señor Hollande han ido a rendir pleitesía a los señores Poroshenko y Putin que para poder recibir adecuadamente a tan honorables huéspedes han dejado a un lado el enfrentamiento armado que sostienen – “enfrentamiento armado” que no guerra porque no ha habido una declaración formal al respecto. Los eufemismos son juegos de palabras aptos únicamente para aquellos jugadores avanzados en la cosa política.

Mientras tanto el señor Schäuble se encontraba con el señor Varoufakis para conversar sobre asuntos financieros y llegar a la conclusión que todos conocíamos pero que ellos al parecer aún ignoraban: que están de acuerdo en que no hay acuerdo. ¡Hombre! ¡Para llegar a eso hubiera bastado con una llamada de teléfono!

Lo único que en este caso no me extraña es el asombro de los americanos. Putin y Poroshenko se reúnen con Merkel y Hollande a tomar café como si tal cosa. Merkel que hace un par de meses alertaba de las intenciones de expansión de Putin, que iban – dijo- más allá del territorio de Ucrania, dice ahora que “con Rusia y no contra Rusia”, mientras los ucranianos no dan crédito a sus oídos y no entienden esta frase. ¿Significa que Alemania apoya las operaciones rusas en el territorio ucraniano? Si las apoya, en tanto en cuanto no está dispuesta a ayudar militarmente a los ucranianos, significa esto que acepta la anexión hasta donde esta anexión termine? ¿Significa esto que se van a suprimir las sanciones europeas contra Rusia? ¿Si no se suprimen cómo puede decir que está con Rusia? ¿Se trata de una laissez faire lassez passer con sanción incluída por aquéllo del que dirán? ¿Es el desesperado intento de quedar bien con todos: electores, ucranianos, separatistas, rusos, empresarios...?

Los americanos están asombrados.

Yo también.

El “donde dije digo, digo Diego” es un juego sumamente peligroso en las operaciones internacionales. La seguridad jurídica es algo que sólo tiene sentido cuando las palabras expresan determinados conceptos. No se puede decir un día que Rusia ha lesionado el derecho internacional y al día siguiente afirmar que no “contra Rusia sino con Rusia.”

Sentencias así no demuestran en absoluto serenidad de espirítu ni frialdad intelectual. Dichos enunciados expresan inseguridad, indeterminación y miedo.

No sé si Estados Unidos debería enviar armas a los ucranianos. Tal y como está la situación no sería de extrañar que Putin y Poroshenko se fueran a tomar el té de las cinco a discutir con Merkel y Hollande cómo conseguían que esos gringos abandonaran el territorio europeo sin tener que decirles aquéllo de “Go Home”, en unos momentos en los que se está tratando el TTIP (Transatlantic Trade and Investment Partnership).

Tampoco resultaría sorprendente para nadie que estas parejas protagonizasen de la noche a la mañana un sonado divorcio en el que salieran a relucir los trapos sucios de cada una de las relaciones.

Malos tiempos para la lírica.

Al final es incluso posible que únicamente se mantenga aquélla relación en la que reina el desacuerdo, el enfrentamiento y la dialéctica económica.

Esa de Schäuble y Varoufakis

Al fin y al cabo ya lo sabemos:
Poderoso caballero es Don Dinero.

Isabel Viñado Gascón.

 

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