Lo he dicho en otros blogs: la burla mata y causa tanto daño y tanto dolor
en el alma de la persona que la sufre como el que los golpes causan en el cuerpo. El hecho de
que no se vean no significa que no produzca graves heridas. Es cierto: resulta
difícil predecir hasta qué punto llega la susceptibilidad del individuo; pero
justamente por este motivo es necesario –imprescindible- esforzarse en
practicar la amabilidad y la prudencia. También el dolor físico que una persona
puede soportar es distinto según el sujeto de que se trate pero no por eso se
va pegando a diestro y siniestro.
Hoy como ayer sigo pensando que la burla utiliza el humor para herir, igual
que el matón utiliza los puños para golpear a los que se ponen en su camino. De
ahí que hasta cierto punto comprenda la postura de mi amiga Carlota que afirma
que de lo que no se puede hablar ¿para qué hablar? y sobre todo: ¿para qué
reirse?
Con ello no pretendo en ningún modo justificar los asesinatos. Todos
sabemos que los asesinos no necesitan ningún motivo para matar porque cualquier
gesto puede suponer un pretexto para hacerlo. A lo que me refiero es al sentido
de la burla. Yo, francamente, sigo sin verlo.
Por su parte los iraníes se
han apuntado a la nueva moda y han decidido combatir al Occidente utilizando su misma arma: la burla.
Ahora es el Oriente el que a golpe de caricatura se ríe de Occidente usando uno de los temas que
más le duele: el Holocausto.
Un nuevo modelo de comunicación ha nacido.
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La semana pasada Michelle Obama viajó a Arabia Saudí. Acudió sin velo. Este
hecho levantó grandes polémicas.
A mí, francamente, tanto revuelo me asombra.
La tolerancia – lo sabemos- tiene dos direcciones. Y los tolerantes, tan tolerantes para su
tolerancia, tienen que ser igualmente tolerantes para la tolerancia de los
otros.
Michelle Obama no es musulmana. No entiendo por qué tendría que haberse
vestido como si lo fuera. Llevar velo
no siendo musulmana no tiene sentido: o es un disfraz o es una muestra
de sumisión.
Con su actitud, la Primera Dama americana ha mostrado un absoluto respeto
no sólo hacia las religiones de los otros sino también hacia su propia
religión. Respetando sus creencias cristianas, Michelle Obama ha respetado a
la religión musulmana.
Ya era hora de que alguien lo hiciera.
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Como ya era hora de que alguien llamara a los componentes del IS por su
nombre: “Pandilla de criminales.” Según informa “Der Spiegel Online” (4 de
Febrero del 2015) es la denominación que el rey de Jordania Abdullah
II les ha dado. Sin duda el nombre adecuado. Aquí no
hay burla que valga. El IS es una banda de asesinos que ha formado un ejército que
de seguir por el camino que va no tardará en desestabilizarse internamente. La
guerra – como todo- tiene unas leyes. Incluso el tirano ha de respetar
determinadas normas si quiere conservar el poder. Los del IS no han respetado
ninguna. Peor aún: su comportamiento revela una violencia patológica e
inestable que hoy se dirige aquí y mañana allá.
Como muy bien ha dicho el rey Jordano: la organización terrorista no lucha
únicamente contra Jordania, sino contra el Islam y sus valores.
Jordania. Bello país. Tierra de hombres fuertes y nobles. Petra: tierra de
Edom. Tierra de Esaú. Esaú: mi esforzado y cabal amigo...
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Obama quiere ayudar a los ucranianos que, indefensos, luchan contra los
separatistas. Si a éstos les ayudan los rusos, fuerza es –ha pensado Obama- que
los Estados Unidos ayuden a los ucranianos. ¿Cómo? ¡Con armas, claro! El dinero
ya se lo ha prestado la Unión Europea...
Los alemanes expertos en cuestiones rusas se echan las manos a la cabeza y
Obama, un tanto asustado, asegura que primero hablará con la señora Merkel. Los
alemanes suspiran aliviados al escuchar tan inteligente decisión. El conflicto
ucraniano es menos serio de lo que parece y más peligroso de lo que se piensa.
Por eso es tan importante mantener la calma. Los alemanes no harán nada por
ayudar a ninguna de las dos partes. Ya lo dije en mi blog “Benito Cereno”: el
alemán es práctico por naturaleza y tradicional por costumbre. Le gustaría
mantener las cosas tal y como están, pero cuando no hay más remedio que
cambiarlas no actuará hasta que no haya conseguido un equilibrio entre los
diversos factores a considerar. Y aquí hay unos cuantos. El comercio con Rusia,
es uno de ellos; la paz en Europa, otro. Si algo han aprendido los alemanes de
sus conflictos bélicos es que tener muchos frentes abiertos no suele reportar buen
resultado. En este instante Europa tiene que hacer frente a demasiados
problemas internos como para perder el tiempo en problemas externos que – a fin
de cuentas- no son sino disputas familiares entre primos hermanos. La política
ucraniana está tan corrupta como la rusa; las costumbres son parecidas y aunque
el ucraniano y el ruso sean dos lenguas distintas, lo cierto es que los líos se
arreglan de la misma manera.
Los alemanes no tienen ningunas ganas de jugar a la ruleta rusa.
Y sin embargo, su naturaleza práctica les determina a vender armas a Arabia
Saudí, que está más lejos... al menos por ahora.
¿Para que mentir? A mi me parece un terrible error vender armas a un país
con una política tan extraña como la de Arabia Saudí, que en la década de los
noventa apoyó a Al Qaeda y ahora forma una coalición con los Estados Unidos
para derrotar al IS.
Aquí sólo cabe la justificación que Fuenteovejuna siempre esgrime cuando
hace algo que sabe que no debería hacer pero que quiere hacer porque le reporta
grandes beneficios:
“Si no lo hago yo, otro lo hará.”
¿Quién liberará a África de Boko Haram?
¿Quién puede pagarlo?
¿Quién liberará a Camerún?
Allí tengo un par de viejos amigos...
Espero que sigan con vida.
Ellos, desde luego, permanecen en mi recuerdo.
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La señora Merkel ha afirmado que el Islam pertenece a Alemania. A estas
alturas yo me atrevería a decir que a Europa. Algunos se muestran sumamente
indignados por estas declaraciones. ¿Qué quieren? Son las mezquitas las que
están llenas. Las iglesias cristianas siguen vacías y bien vacías salvo en
momentos especiales como bodas, entierros y celebraciones solemnes.
Admitámoslo: los dioses del Olimpo reinaron hasta que dejaron de reinar. No es
que no hubiera unos cuantos césares decididos a mantenerlos en su divino hogar.
Incluso en el siglo XIX seguía habiendo algunos, como Nietzsche que lamentaban
su muerte. Y Heinrich Heine, antes que él. Pero los tiempos cambian y las
religiones también.
Los caminos de la Fe son insondables...
Isabel Viñado Gascón
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