Imagino la sorpresa
dibujada en sus rostros. Qué tienen en común, me preguntarán ustedes, un
brillante escritor y un ministro de Hacienda, un hombre del Renacimiento y un hombre
de la Revolución digital, un español y un griego.
Llegados al punto de las
nacionalidades, tal vez se atrevan a contestar tímidamente que la comida, el
sol, el mar o tal vez una compartida animadversión hacia los turcos.
No. No es nada de eso.
Lo que les une es su
paciencia. Seguramente santa en el uno y atea en el otro, pero paciencia al fin y a cabo.
Y es que desde luego
paciencia es lo que tiene que tener Cervantes para soportar que ni siquiera
ahora, después de llevar siglos enterrado en una fosa común, le dejen descansar
en paz.
¿Tan importante es resolver
esa cuestión? ¿Tanto aportará a la
literatura y a los biógrafos que se consiga reconstituir el esqueleto de Cervantes?
Debe de serlo cuando
a un país en el que sólo unos pocos han leído el Quijote, le obligan a
concentrarse, justo en año de elecciones, en los huesos de quien lo escribió
¿Y qué hay del derecho de los otros hombres que han sido enterrados en su misma tumba a que su eterno reposo sea respetado?
¿Y qué hay del derecho de los otros hombres que han sido enterrados en su misma tumba a que su eterno reposo sea respetado?
Paciencia, hermano, le
susurra Cervantes a la calavera de al lado.
Paciencia y mucha es la que
ha demostrado Varoufakis al comprobar que tras su intervención en uno de los
programas más prestigiosos de la televisión alemana, la única discusión que se
generó entre la población fue la de si durante su discurso pronunciado en el año 2013 en Croacia hizo o no hizo una peineta a los alemanes.
Varoufakis asegura que no;
los videos, dicen que sí.
Dilucidar esta cuestión ¿servirá para solucionar la
crisis griega y las tensiones en Europa?
Paciencia, compañero le
susurra Varoufakis a su amigo Tsipras.
Cervantes y Varoufakis han
demostrado Paciencia.
España y Alemania sentido
del humor.
¿Quién dijo que los
alemanes no lo tenían? Estos dos últimos días han dado prueba fehaciente de
ello. El tema nacional no era la crisis, ni Ucrania, ni los yihadistas, ni
siquiera las protestas callejeras en Frankfurt a causa de la inauguración del
Banco Central Europeo.
No.
Lo que les ha mantenido en
vilo ha sido la peineta de Varoufakis. Peineta, sí; Peineta, no. El video
emitido durante el prestigioso programa no dejaba lugar a dudas. Las dudas
surgieron cuando un cómico admitió haber trucado, con ayuda de su equipo, el
video mostrado. ¿Quién tenía razón? La intervención del cómico no era simplemente
una confesión; era además una sátira
contra todos esos presentadores estrellas que se creen a sí mismos fantásticos
y que utilizan su fuerza para manipular en uno u otro sentido; era asimismo una
feroz crítica contra todos esos espectadores que no se interesan por las
cuestiones verdaderamente importantes sino por cuestiones baladíes como la de
la peineta. Para el Müller y el Schmidt de turno, lo más importante de la
crisis griega es... ¡la peineta!
Pues bien. No. El cómico no
ha falseado ningún video. El video que ha mostrado el cómico explicando
cómo había trucado el video emitido por el prestigioso programa, es falso.
Los alemanes se han reído
de Varoufakis, del video, del cómico y al final se han reído de sí mismos.
Los alemanes han
comprendido.
Lo importante es saber
cuándo y cómo se solucionará la crisis.
La peineta de Varoufakis es
sólo eso: una peineta.
Estoy segura de que a
Cervantes también le gustaría hacer una peineta, y de las grandes.
Pero no a los alemanes, que
no le han hecho nada.
¡A sus compatriotas!
Por majaderos, por
aguafiestas ¡Y por revienta tumbas!
Aquí no hay quien descanse
en paz. Por no respetar no se respeta ya ni el R.I.P de los muertos.
Sí. Lo se...
Es ese extraño sentido del
humor que caracteriza a los españoles...
Siempre un poco negro.
Isabel Viñado Gascón.
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