Thursday, March 19, 2015

Cervantes y Varoufakis

Imagino la sorpresa dibujada en sus rostros. Qué tienen en común, me preguntarán ustedes, un brillante escritor y un ministro de Hacienda, un hombre del Renacimiento y un hombre de la Revolución digital, un español y un griego.
Llegados al punto de las nacionalidades, tal vez se atrevan a contestar tímidamente que la comida, el sol, el mar o tal vez una compartida animadversión hacia los turcos.

No. No es nada de eso.

Lo que les une es su paciencia. Seguramente santa en el uno y atea en el otro, pero paciencia al fin y a cabo.

Y es que desde luego paciencia es lo que tiene que tener Cervantes para soportar que ni siquiera ahora, después de llevar siglos enterrado en una fosa común, le dejen descansar en paz.
¿Tan importante es resolver esa cuestión?  ¿Tanto aportará a la literatura y a los biógrafos que se consiga reconstituir el esqueleto de Cervantes? 
Debe de serlo cuando a un país en el que sólo unos pocos han leído el Quijote, le obligan a concentrarse, justo en año de elecciones, en los huesos de quien lo escribió
¿Y qué hay del derecho de los otros hombres que han sido enterrados en su misma tumba a que su eterno reposo sea respetado?

Paciencia, hermano, le susurra Cervantes a la calavera de al lado.

Paciencia y mucha es la que ha demostrado Varoufakis al comprobar que tras su intervención en uno de los programas más prestigiosos de la televisión alemana, la única discusión que se generó entre la población fue la de si durante su discurso pronunciado en el año 2013 en Croacia  hizo o no hizo una peineta a los alemanes.
Varoufakis asegura que no; los videos, dicen que sí. 
Dilucidar esta cuestión ¿servirá para solucionar la crisis griega y las tensiones en Europa?

Paciencia, compañero le susurra Varoufakis a su amigo Tsipras.

Cervantes y Varoufakis han demostrado Paciencia.

España y Alemania sentido del humor.

¿Quién dijo que los alemanes no lo tenían? Estos dos últimos días han dado prueba fehaciente de ello. El tema nacional no era la crisis, ni Ucrania, ni los yihadistas, ni siquiera las protestas callejeras en Frankfurt a causa de la inauguración del Banco Central Europeo.

No.

Lo que les ha mantenido en vilo ha sido la peineta de Varoufakis. Peineta, sí; Peineta, no. El video emitido durante el prestigioso programa no dejaba lugar a dudas. Las dudas surgieron cuando un cómico admitió haber trucado, con ayuda de su equipo, el video mostrado. ¿Quién tenía razón? La intervención del cómico no era simplemente una confesión;  era además una sátira contra todos esos presentadores estrellas que se creen a sí mismos fantásticos y que utilizan su fuerza para manipular en uno u otro sentido; era asimismo una feroz crítica contra todos esos espectadores que no se interesan por las cuestiones verdaderamente importantes sino por cuestiones baladíes como la de la peineta. Para el Müller y el Schmidt de turno, lo más importante de la crisis griega es... ¡la peineta!

Pues bien. No. El cómico no ha falseado ningún video. El video que ha mostrado el cómico explicando cómo había trucado el video emitido por el prestigioso programa, es falso.

Los alemanes se han reído de Varoufakis, del video, del cómico y al final se han reído de sí mismos.

Los alemanes han comprendido.

Lo importante es saber cuándo y cómo se solucionará la crisis.

La peineta de Varoufakis es sólo eso: una peineta.


Estoy segura de que a Cervantes también le gustaría hacer una peineta, y de las grandes.

Pero no a los alemanes, que no le han hecho nada.

¡A sus compatriotas!

Por majaderos, por aguafiestas ¡Y por revienta tumbas!
Aquí no hay quien descanse en paz. Por no respetar no se respeta ya ni el  R.I.P de los muertos.

Sí. Lo se...

Es ese extraño sentido del humor que caracteriza a los españoles...

Siempre un poco negro.

Isabel Viñado Gascón.







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