Tuesday, March 10, 2015

Los dioses del Olimpo y los comerciantes.

En días como hoy sería preferible dedicarse a preparar el jardín para cuando llegue la primavera, en vez de ocuparse del panorama nacional e internacional, que lejos de informar sobre lo que pasa en el mundo deja sumido al lector en una profunda confusión de la que difícilmente puede recuperarse sin la ayuda de una taza de café. Hoy se hará necesaria una cafetera completa.

Los griegos – ya lo dije ayer – han elegido el sentir trágico: el designio de los dioses, el destino... Ya saben. Es preferible pensar eso que admitir una parte de culpa en la situación en la que se encuentran. Al menos, una parte. Pero ni eso. Ya se sabe: la ventaja de la tragedia radica en el carácter absoluto de sus designios: se haga lo que se haga no hay forma de cambiar los acontecimientos.
¡Qué tiempos aquéllos, los de la Iliada, cuando los hombres y los dioses luchaban, dialogaban, pactaban y proseguían la lucha bajo el lema “que gane el mejor”, donde “el mejor” no significaba el más bestia sino el más inteligente, el estratega más dotado!

Hoy en día, en cambio, en política se ha puesto de moda la pose trágica. Son los dioses del Olimpo los que hacen y deshacen a su modo y manera. Al parecer no son las ambiciones políticas de Esperanza Aguirre las que le llevan a firmar una serie de acuerdos sino Rajoy el que se lo impone.  Y Rajoy se lo impone del mismo modo que Creón le imponía a Antígona la ley escrita: no tenía otra alternativa. Pese a todo, la señora Aguirre, asegura de sí misma que no es un monigote. 
No. Claro que no. Ya sabemos que Rajoy, González y Esperanza Aguirre son en realidad los protagonistas de una tragedia española que como la mayoría de las tragedias españolas que se precien –incluso las de Federico García Lorca- tienen que ver más con los límites morales humanos que con su grandeza.

Mientras tanto, en los Estados Unidos hay algunos que se dedican a presionar a Obama – uno de los mortales más cercanos al Olimpo- en el tema de la energía nuclear en Irán. Como todo esto sucede en los lugares más próximos al Olimpo, se hace necesario precisar que allí no hay tragedia que valga. Allí lo que se preparan son hecatombes que afectan al resto de los mortales. Aquellos que con tanta insistencia advierten a Obama contra Irán deberían detenerse a pensar que tal vez una alianza, o al menos unas cordiales relaciones, serían sumamente aconsejables al día de hoy. Y eso que comprendo su punto de vista: “¿Para qué diantres necesita Irán –uno de los mayores productores de petróleo mundiales energía atómica para usos civiles?”  Sí. Ciertamente. Suena un poco raro. Lo admito. Pero los rusos y otras naciones que no se caracterizan por ser pro-americanas precisamente también tienen la bomba atómica. Lo absurdo en este caso es el empeño de algunos por pensar que los locos llamados a destrozar al planeta posean una determinada nacionalidad, religión y aspecto exterior y no otra. La vida nos perdona todo, excepto el miedo. Y reconozcámoslo: detrás de las presiones a Obama se ve miedo, no sensatez.

En primer lugar, los iraníes van a tener su bomba con o sin permiso de los Estados Unidos. Si no les dejan, lo harán en secreto ¿Y entonces qué? ¿Otro Irak?

En segundo lugar, la situación en la zona es sumamente complicada. A mí, por ejemplo, el que me resulta insufrible es el gobierno de Arabia Saudí al que –sin embargo- Occidente no deja de estrechar la mano y eso pese a que ha decretado moler a latigazos a un ingenuo blogger, ingenuo por atreverse a dar su opinión viviendo donde vive. ¿A quién se le ocurre? Si hubiera sido un poco más viejo o un poco más sabio hubiera debido saber que la opinión de uno no es tan importante como para dejarnos matar por ella, a no ser que ello nos convierta en un mártir de la causa. (La causa, que sea, me refiero) ¿Cinismo? Lean mi post “La vida de Galileo Galilei” de Bertolt Brecht en mi blog “El libro de la semana” y comprenderán que es el justo amor a la vida lo que separa a Giordano Bruno de Galileo. Y eso que en su caso estamos hablando de verdades objetivas científicas ¡no de simples opiniones personales! 

Vanidad de vanidad.

El bloggero no será condenado a muerte. No hará falta. Aunque su cuerpo siga existiendo, su mente – al día de hoy- está destrozada. ¿Y? ¿Alguna sanción económica por atentar contra los derechos humanos? En absoluto. "Cómo se les ocurre inmiscuirse en los asuntos internos del país?"- pregunta el gobierno de Arabia Saudí cuando se les interpela al respecto. Occidente, entonces, tranquilizada su conciencia porque al fin y al cabo ya ha sacado el tema a colación,  va y les vende armas. Pero, claro, hay que tener contentos a los saudís, porque los saudís –ya se sabe- son aliados contra el IS. La exigencia de un estricto cumplimiento de la religión y de una intolerancia absoluta hacia la expresión libre de las ideas no les hace –curiosamente- objeto de las sanciones de los dioses del Olimpo.

Mientras tanto las milicias de Boko Haram declaran sumisión al IS. Los del IS ocupados como están en asesinar a diestro y siniestro sin ningún tipo de conmiseración, amén de destrozar estatuas por aquí y por allá, no han contestado todavía. Pero ¿quién dice que no a una propuesta semejante?

Ante semejante panorama  ¿quién puede comprender los problemas de Estados Unidos con el civilizado Irán, que -lo nunca visto o, al menos lo nunca previsto- llevó a cabo una revolución popular para gozar de un régimen totalitario, seguramente para poder volver a divertirse a escondidas porque eso divierte más? 
Francamente, los recelos contra Irán suenan a miedo. Pero lentamente uno empieza a considerar que la verdadera razón no sea el miedo a la bomba atómica sino a la inteligencia y a la cultura que caracteriza a los iraníes.

Vuelvo a asombrarme. Lo que debería ser motivo de amistad es, de repente, causa de alejamiento.

Estoy segura de que mis palabras determinarán que más de uno me clasifique antes de introducirme en alguno de los muchos cajones de sus prejuicios. A esos debo advertirles que sea el cajón que sea,  se equivocan.

Conclusiones

Primera.- No cabe duda, la política y las acciones militares están sumamente entrelazadas con los dioses del Olimpo, o sea: con las tragedias.

Segunda. El control se va a incrementar en Occidente: seguridad policial interna, control de fronteras, de aeropuertos, de aviones,  control en la concesión de visados, control de internet, de redes sociales, de contenido de blogs... 
La progresión con la que aumenta el control, lo sabemos todos, al menos desde los tiempos de los fascismos, no es una progresión aritmética sino geométrica. Así que en realidad no hacen falta ni un gran despliegue de dispositivos ni una elevada inversión económica para conseguir los objetivos deseados.

Tercera. Como hemos comprobado los grandes enemigos de las tragedias del Olimpo y sus designios no son ni los políticos, ni los militares, ni los simples mortales. Mucho menos los intelectuales  y los bloggeros: diminutas motas aisladas que claman “sálvese quién pueda” al menor soplo de peligro.

No. Los grandes enemigos de los designios divinos, del destino inexorable al que pretenden encadenarlo, han sido, son y serán los comerciantes. Se dice que Prometeo quería regalar el fuego a los humanos. Al día de hoy no me extrañaría que sus verdaderas pretensiones fueran comerciar con él.

Fueron los comerciantes los que con sus protestas y exigencias fomentaron lo que llegó a convertirse en la Revolución Francesa, y antes que ellos ya lo habían hecho los comerciantes americanos con su oposición al gobierno británica y sobre todo a la Compañía de las Indias que pretendía equilibrar su excedente de té con los colonos americanos, generando con ello grandes pérdidas no sólo a los comerciantes legalmente establecidos sino incluso a los contrabandistas.
Cfrs: http://www.uv.es/ivorra/Historia/SXVIII/1773.htm

Son los comerciantes los que se han encargado de abrir fronteras, de globalizar el mundo, de liberalizar los horarios, de limar asperenzas socio-político-religiosas. Son los comerciantes los que han convertido ideales éticos como la tolerancia, la libertad y la igualdad en leyes universales, hasta donde la universalidad alcance. E incluso en el mundo de la Literatura, son los comerciantes de la obra de Asimov “Fundación”los que no se cansan una y otra vez de repetir que la violencia es el último recurso del incompetente.

Del mismo modo, son los comerciantes los que al día de hoy están sosteniendo los frágiles pilares de nuestra sociedad. En este sentido, bien puede afirmarse que los comerciantes de alfombras iraníes han hecho más por la libertad y apertura de su país que todas las sanciones y amenazas de este mundo y el siguiente.

La verdadera guerra del imperio oscuro va a librarse contra los comerciantes. Las ideologías, las religiones, el mundo financiero incluso, sólo servirán de tapaderas. Lo cierto es que contra lo que se está luchando es contra la libertad del comercio que consiste básicamente en un” voy y vengo por el mundo”, un “me paseo por los bazares terrenales”. Para que eso sea posible son necesarias una serie de condiciones que son justamente las que el imperio de la oscuridad quiere destruir.

Los iraníes tienen sus alfombras y su cultura. Tan importante es no olvidarse de las unas como de la otra. Alfombras - es decir, comercio - y cultura constituyen dos de las bases más importantes del país y sobrevivirán al petróleo, a la energía atómica y a todo lo que se les ponga por delante. Los americanos tienen su Coca-Cola y Europa tiene su vino. Los rusos deberían dejarse de bravuconadas y empezar a incentivar un comercio activo. Les falta, claro, la libertad. No la han aprendido a usar nunca y por el camino que van tampoco lo harán.

Así que la guerra que viene, la que se aproxima, es ni más ni menos que la del mundo comercial contra el mundo no comercial. En un mundo de realidades virtuales, en el que el comercio corre el peligro de que le suceda lo que a las finanzas: que se convierta en una realidad virtual más sin conexión con la realidad. El mundo de Catar es un mundo de finanzas no un mundo de comerciantes. Y lo mismo sucede en la mayoría de los países de esa zona. En este sentido,  Irán es una excepción¿quiere alguien decirme que hacemos enemistándonos con comerciantes tan serios y eficientes como los iraníes? Y sí ya sé que los israelíes están aterrorizados. No me lo explico, francamente. De encontrarme en su lugar serían otros los que me infundirían mucho más terror.

Los políticos, los militares, los financieros, los intelectuales... se pasan la historia obstaculizando la pacífica labor de los comerciantes que –al menos desde los tiempos de la Revolución Francesa- declararon su relación como fraterna.

¡Los dioses del Olimpo guarden a los comerciantes!


Isabel Viñado Gascón.

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