Hoy he ido a comprar al supermercado. A la hora de pagar la señora situada detrás de mí en la fila no había
puesto la barra separadora entre el contenido de su cesta y el mío y claro, el
cajero me ha cobrado a mí lo suyo. Al comprender el error el cajero ha
propuesto devolverme el importe de sus productos, un cliente ha sugerido que la
señora me pagara a mí directamente y yo, por mi parte, me he ofrecido amablemente a comprar sus dos
cajas de leche y que ella fuera rápidamente a buscar otras.
Ante tantas alternativas la señora ha optado por una cuarta: la de abandonar
el supermercado rápidamente y marcharse sin comprar.
Esa – creo yo- sea probablemente la reacción normal de un individuo cansado
que jamás hubiera pensado que algo tan sencillo como la acción de comprar un
par de cajas de leche se pudiera convertir en cuestión de segundos en un asunto
que exige detenerse a considerar varias propuestas. No. La señora no tiene
ganas de invertir las últimas fuerzas que le quedan en semejantes cuestiones.
La leche, el cajero, el supermercado, todo, de repente, le parece un tremendo
absurdo. Incluso su propia presencia allí, a las ocho de la tarde, le parece
irrazonable. Y es entonces cuando decide huir, irse, abandonar una escena que
le exige más fuerzas y atención de las que en ese momento dispone.
Algo así puede sucederle a Europa. Demasiadas emociones en demasiado poco
tiempo para un continente cansado que, diga lo que diga, todavía no se ha
recuperado de las heridas de las grandes guerras mundiales, de los fascismos,
del régimen bolchevique, de la Primavera de Praga, de las revoluciones
estudiantiles, de la caída del muro y del levantamiento de la valla de Melilla
y similares. Desde el verano los Unos están contra los Otros, los de Aquí
contra los de Allá, y los del Más Allá contra los del Más Acá.
Las propuestas para interesar al lector son tantas que el lector finalmente
no sabe a cuál prestar atención, termina abandonando los periódicos porque “sólo
dicen tonterías” y se va a cuidar el jardín, que es más entretenido y, sobre
todo, más agradecido. Al fin y al cabo las plantas –igual que el resto de los
seres vivos- siguen un esquema fijo: nacen, se desarrollan, se reproducen y
mueren.
En cambio, las noticias mutan.
No es la primera vez que lo digo. Lo sé. Tampoco es la primera vez que me
quejo de la avalancha de información a la que diariamente somos sometidos. Procesar
su contenido es difícil, calibrar su valor prácticamente imposible. Los mismos
periódicos que ayer afirmaban que el IS se estaba desmembranando, anuncian hoy
victorias importantes. Tan pronto es una amenaza mundial como únicamente local; los mismos que negaban la recuperación del dólar,
comentan las buenas perspectivas de los Estados Unidos. Podríamos hablar del
fracking, de la energía atómica, de Ucrania, de Israel, de los bancos, de la deuda
mundial, de la importancia de Grecia para la supervivencia de Europa o la imposibilidad de seguir a su lado; hemos salido de la crisis pero seguimos inmersos en ella por motivos ajenos a nuestra voluntad. O sea: a nuestra responsabilidad...
Las apuestas es uno u otro sentido se multiplican: los Estados Unidos son el origen de todos los males de este mundo. No. Son los rusos. No. Son los extraterrestres. Grecia saldrá de la Eurozona arrastrando a todos los países del Sur en su caída. No. Saldrá Alemania. No. Europa se dividirá en la Europa rica del Norte y la Europa pobre del Sur. Curiosamente nadie parece interesarse por los europeos del Este. Polonia es tal vez la excepción. Pero Polonia está demasiado cerca de Alemania y demasiado herida por Rusia como para dudar de cuál es su posición, llegado el caso. Otros creen que Europa se convertirá al islamismo y otros, en cambio, elucubran sobre el florecimiento de la Iglesia Ortodoxa. Algunos siembran el terror con el auge de los populismos y otros con el auge de los grupos de élite minoritarios y secretos que traman oscuros planes en el más hermético de secretos que duran desde el nacimiento de la Humanidad y que perdurarán hasta su muerte, pero a la que es muy posible que dichos grupos -en virtud de su ilimitado poder- sobrevivan.
Las apuestas es uno u otro sentido se multiplican: los Estados Unidos son el origen de todos los males de este mundo. No. Son los rusos. No. Son los extraterrestres. Grecia saldrá de la Eurozona arrastrando a todos los países del Sur en su caída. No. Saldrá Alemania. No. Europa se dividirá en la Europa rica del Norte y la Europa pobre del Sur. Curiosamente nadie parece interesarse por los europeos del Este. Polonia es tal vez la excepción. Pero Polonia está demasiado cerca de Alemania y demasiado herida por Rusia como para dudar de cuál es su posición, llegado el caso. Otros creen que Europa se convertirá al islamismo y otros, en cambio, elucubran sobre el florecimiento de la Iglesia Ortodoxa. Algunos siembran el terror con el auge de los populismos y otros con el auge de los grupos de élite minoritarios y secretos que traman oscuros planes en el más hermético de secretos que duran desde el nacimiento de la Humanidad y que perdurarán hasta su muerte, pero a la que es muy posible que dichos grupos -en virtud de su ilimitado poder- sobrevivan.
Créanme, lo más sensato sería hacer lo que ha hecho la señora del supermercado:
huir lo antes posible de tantas posibilidades que únicamente terminan confudiéndonos.
Si a algunos les agotan tres propuestas, imagínense lo que pueden llegar a extenuar tantas contradicciones...
Me gustaría marcharme , igual que se ha marchado la desconocida del
supermercado.
Pero no puedo.
La curiosidad por saber cómo se van liando los acontecimientos me mantiene
en vilo.
Y es que entre todos, algo, todavía no sé el qué, parece estar tomando
forma. Débil pero firme, las diferentes circunstancias están empezando a
compartir elementos comunes, como si todas ellas estuvieran unidas por hilos
invisibles. No sé quién los maneja. Ni siquiera sé si los maneja alguien.
Ustedes ya saben cómo son las tormentas: primero unas nubes negras en el
horizonte, aunque sobre nuestras cabezas luce el sol; luego una inesperada brisa
que en según qué época puede considerarse incluso como agradable; más tarde
unas diminutas gotas. Hay tantos diferentes y distintos fenómenos que muchos no
comprenden que se trata de una tormenta hasta que no contemplan asustados como
empiezan a volar los paraguas y los caudales de los ríos crecen hasta
desbordarse.
En Europa se prepara una terrible inflación que al igual que las grandes y
más terribles tormentas sólo unos pocos son capaces de atisbar. Es una
inflación de cuyas ganancias sólo se beneficiarán las altas finanzas porque es
a ellas a quienes específicamente se dirigen. El resto de los mortales verán
cómo sus salarios siguen congelados o semi-congelados y no se explicarán cómo
pese a la cacareada deflación su poder adquisitivo es cada vez menor. La bolsa
se presenta como la gran salvadora para aquéllos que, pese a todo, consigan
ahorrar. Es una salvación tan virtual como la bolsa misma. La crisis está
vencida, pero las cuentas bancarias secretas, los paraísos fiscales, los
delitos a la Hacienda Pública van a ser juzgados con una severidad propia del
recaudador de Notting Hill contra el que Robin Hood se alzó. La lucha contra la corrupción es, en
realidad, la lucha por la recaudación.
A los rusos no les va mejor. A falta de estructuras comerciales sólidas, Putin acaba de bajarse el sueldo. Si él se lo
baja, imagínense ustedes los demás... Las bravuconadas militares entre los distintos bandos tienen lugar
en medio de mensajes de paz y de serenidad. Aparentemente se trata simplemente
de mostrar la NATO en Ucrania lo fuerte que es la NATO. Como si en vez de
fuerzas ruso-separatistas-ucranianas-NATO, fueran un grupo de pavos reales que
extienden su plumaje a ver cuál de ellos es el más espectacular. Como la crisis
se ha acabado, como se recaudan más impuestos que nunca, se puede crear un
ejército europeo que sólo va a servir para presentar al público su bello y
espléndido plumaje... En fin...
El IS sigue haciendo de las suyas y tan pronto está a punto de desaparecer
a causa de sus problemas internos como tiene aliados en África. Tan pronto
amenaza al Vaticano como a los Judíos. Como si no supiéramos todavía que estos
individuos ´consideran enemigos a todo aquél que se les ponga por delante. ¿Los
verdaderos enemigos del IS? Uno externo
y otro interno. El externo ya lo conocemos. El interno: la barbarie. Ya lo dije
en su día: incluso la guerra ha de cumplir una serie de normas. La barbarie
impartida a lo bárbaro nunca es aconsejable, no por barbarie sino porque es
contraria a la estrategia. Puede que en un primer momento sirva de algo, pero
no en un segundo. Ese fue el error de Robespierre: no detener la maquinaria a
tiempo. Stalin, en cambio, impartió la
barbarie a lo civilizado y pudo enmascarar durante décadas lo que de otra
manera hubiera sido imposible mantener. La barbarie del IS toma la religión
como excusa, nada más. La barbarie es el efecto
de la droga, de la desorganización y de la desmoralización del grupo.
Israel y Palestina ni se inmutan y cada cual sigue con lo suyo.
Los Estados Unidos emergen triunfantes mientras los países emergentes como
Brasil parecen hundirse un poco más. Venezuela pide ayuda para arrasar por
completo a los gringos-yankees y los americanos se enojan, seguramente para dar emoción al asunto.
China anuncia su recesión.
Japón parece no hundirse.
Le basta con seguir observando cómo su población envejece al lado de los
simpáticos robots...
Ayer se hablaba de ola, hoy de tormenta.
Ni en un caso ni en el otro, resultarán los paraguas de utilidad.
Ante tal panorama ya hay algunos que quieren salir del supermercado lo
antes y lo más lejos posible.
Ayer era Marte el candidato. Hoy parece ser Saturno.
Ni en eso consiguen ponerse de acuerdo...
Isabel Viñado Gascón
Nota
Caso de que mi comentario de hoy les parezca a ustedes tan superficial como
me lo parece a mí, les aconsejo que se den una vuelta por el panorama
internacional. Es sencillamente desalentador comprobar cómo las noticias sobre
un acontecimiento determinado no guardan ninguna continuidad lógica de un día
para otro.
Con tantos dires y diretes, con tantas idas y venidas, la confusión crece.
A río revuelto, ganancia de pescadores. El problema es que los pescadores son
muy pocos. La mayoría prefiere ir a comprarlos al supermercardo. Allí el número
de propuestas, posibilidades, variantes y variables, es tan elevado, que los
clientes no saben si quedarse a ver qué pasa o irse. No lean las noticias aisladas.
No tiene sentido. Lo que pasa con el IS está relacionado con el movimiento
kurdo y esto con Turquía y Turquía con ...
Lo que pasa en el mundo financiero
tiene que ver con las tácticas americanas, europeas, rusas, árabes, chinas y
africanas. Nunca el mundo fue tan global como lo es ahora. Pero global
significa, sobre todo, financiero. Nada que ver con tolerancia. Mucho menos con
cosmopolitismo.
Sin duda alguna lo más sensato sería marcharse. Lo sería si se supiera con
certeza que al día siguiente a las ocho de la mañana, si no antes, el
supermercado abrirá sus puertas.
El problema es que en este momento no sabemos si las abrirá o no, qué
mercancías ofertará y por cuánto más tiempo lo hará antes de desaparecer no se
sabe ni cómo ni de qué manera.
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