¡Por fin algo interesante! Ustedes seguramente ya lo saben. El francés Jean
Tirole acaba de ser premiado con el Nobel de Economía. ¿Un triunfo para la
Economía francesa? No. Más bien un triunfo para Descartes y un premio a la
naturaleza inquieta del francés. Decía Voltaire en su obra “La Princesa de
Babilonia”, que los ingleses son los hombres de Europa; los alemanes, los
abuelos y los franceses, los niños. Sospecho que no andaba equivocado.
Lamentablemente en nuestro días los hombres están sumidos en una profunda
crisis existencial y los abuelos, que seguramente preferirían descansar, se ven
obligados a intentar llevar a buen puerto una nave que cada día que transcurre
va tomando más la apariencia de una nave siniestrada que de un transatlántico
de lujo. La inteligencia joven y dinámica del francés –lo digo sin ironía- tiende
a sumirle en el aburrimiento y en la insatisfacción. De ahí, tal vez, su inagotable
interés por los juegos, ya sean éstos juegos de matemáticas, de sociedad o de
intrigas. Únicamente ellos consiguen sacarle del aletargamiento en el que
tiende a caer su alma cuando le faltan los estímulos apropiados. Al fin y al
cabo, esto y no otra cosa es lo que viene a confesar Depardieu en sus memorias:
cuando se aburre, bebe y cuando necesita dinero, fornica.
Por eso no hay más remedio que mantener al francés, igual que se mantiene
al niño, ocupado en actividades que le diviertan y que le entretengan sin que
ello suponga un riesgo ni para su salud ni para la paz social. Este tal vez, sea
también el motivo que ha llevado a los franceses a crear su famosa “Legión
francesa”: para que aquéllos muchachos que sólo piensan en “jugar a la guerra”
puedan “irse a jugar a otra parte” sin molestar a los demás.
Que el economista francés más prestigioso en estos momentos sea, entre
otras cosas, un doctor en matemáticas y haya dedicado una parte de sus
investigaciones a “la teoría de juegos”, no hace más que darnos la razón en
nuestras consideraciones.
De todas formas, con este galardón la Academia sueca no sólo ha premiado la
naturaleza intrínseca de los franceses, que tantos frutos ha reportado no sólo
a su nación sino al resto de Europa e incluso del mundo, por lo menos, por lo
que al occidental se refiere – vuelvo a decirlo sin ironía. También ha
reconocido el carácter dual de la ciencia económica actual. Una ciencia económica que a pesar de
ocuparse de la microeconomía, como parece ser el caso de Jean Tirole, se basa
en modelos matemáticos lo cual lejos de acercarla a la realidad, la aleja de
ella. Es cierto que la economía necesita de las matemáticas pero aceptemos que
se trata de unas matemáticas muy básicas. En cuanto introducimos los modelos,
estamos introduciendo la física cuántica en economía. Divertida, sí. Pero
llegado un punto la física cuántica se transforma en Metafísica y del mismo
modo, la economía que utiliza los modelos se convierte en “el cuento de la
lechera”, porque eso – y no otra cosa, por compleja que esta cosa parezca- son
los modelos. A nadie, por tanto, debería sorprender el hecho de que en nuestros
días el mercado real y el financiero estén tan alejados el uno del otro. ¿Cómo
es posible que el mercado bursátil, ¡quién lo dijera!, tiene tan poco que ver
con el otro mercado: ése que todos acertamos a entender? Ni siquiera los
términos inflación, deflación y desinflación tienen gran cosa que ver con lo
que es la realidad de nuestra existencia. Los economistas, igual que los
matemáticos, igual que los filósofos, van por un lado: construyen grandes
teorías y modelos que logran explicar impecablemente la existencia del ser
humano en sus más variados aspectos. Lástima que luego esa existencia tenga que
hacer frente a variables que no habían sido tenidas en cuenta, a variables que
aparecen cuándo y dónde no deberían aparecer.
¡Ah! Francia. Un país realmente interesante. Se habla de la autarquía rusa
y en cambio no se habla de la autarquía francesa simplemente porque Francia pertenece
a la Unión Europea. Precisamente por esto me parece que tiene más mérito la
autosuficiencia francesa. Una nación, una gran nación, que pese a que se
encuentra justo en mital del túnel de una terrible crisis, sigue discutiendo
entre jugar a la austeridad o al despilfarro. No termina de ponerse de acuerdo.
Por no ponerse de acuerdo no se ponen de acuerdo ni los ministros del propio
partido. Y este “no ponerse de acuerdo”, lejos de criticarse ha de ensalzarse
porque en eso, en eso precisamente, en esa capacidad de discusión de la
sociedad y del gobierno que representa esa sociedad descansa el adjetivo de “grande”.
Francia es una nación grande no porque salga o no salga de la crisis, sino
porque no ha perdido el gusto por el juego de la discusión, de la polémica.
Francia: impulsora del postmodernismo o, lo que es lo mismo, el juego
filosófico que se corresponde con el de la mecánica cuántica: juego de
infinitas posibilidades que se termina en cuanto se concretiza una de las
posibilidades.
Austeridad o no austeridad. ¿Realmente importa?, viene a decir el premio de
Estocolmo. Lo importante es que el juego sigue. La psicología en las teorías de
Jean Tirole parece que tiene tanta importancia como los modelos matemáticos.
Así pues, no se inhiban y hagan sus apuestas.
Eso sí. No lo olviden:
La Banca siempre gana.
Isabel Viñado Gascón
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