Turquía no permite que los Kurdos ayuden a la ciudad de Kobane. Eso asombra
a más de un periodista y genera grandes titulares. A mí, como de costumbre, me
asombra el asombro de los demás. Tal vez ello se deba a mi memoria histórica.
No a la de la guerra civil. Me refiero a la del paseo de los turcos por media
Europa que Voltaire con tanta admiración como temor, relata. Mucho europeismo
y mucha solidaridad pero lo que salvó a Europa, explica, no fue la unión de sus
naciones contra el enemigo común sino el desorden interno de los mandatarios
turcos que yo, por nuestro bien, espero que siga intacto.
Los turcos, al igual que otros asociados de los americanos contra el IS, no
pueden ser buenos aliados. No pueden. Y eso, es algo, que cualquier persona
normal comprende.
En primer lugar, los turcos están contra los kurdos. Esto supuso desde el
principio del conflicto un grave problema. Ya expliqué en otro de los blogs que
Alemania dudaba mandar armas a los Kurdos por si caían en manos del PKK, que no
sólo es un movimiento obrero, como he leído en algún periódico. Es también un
movimiento de independencia que lucha por constituir un estado Kurdo. ¿Cómo puede, pues, creerse o tan siquiera esperarse que los turcos vayan a ayudar a los kurdos?
En segundo lugar, Turquía se está islamizando. No es sólo que allí existan
grupos radicales islamistas, que existen. Es que la nación como tal está
volviendo a adoptar los usos religiosos que parecía haber dejado atrás. Lo que
hasta hace poco era un Estado en el que no se permitía a las chicas usar velos
en el colegio, ha vuelto a ser un Estado en el que las chicas pueden volver a
llevarlos si así lo desean pero en el
que los tatuajes y el maquillaje están prohibidos. Tal medida no me parecería
mal si no fuera porque estoy convencida de que la estupidez es individual y
contagiosa y de que las medidas prohibitivas no la hacen desaparecer;
simplemente la conducen hacia otros caminos, muchas veces imprevisibles. Si
alguna duda quedaba respecto a este proceso de islamización, la confirmación de
lo que todos sospechaban: el canje de prisioneros entre los turcos y el IS
permite elucubrar acerca de las relaciones que unen a ambos.
En tercer lugar, los americanos
se han lanzado a esta guerra de una forma sumamente curiosa. A ellos, cuentan
algunos periódicos, les preocupa no haber encontrado todavía un apellido con el
que denominarla. A mi me asusta que parezca importarles más el número de
aliados que la calidad de dichos aliados. La confusión es cada vez mayor y las
conclusiones a las que mis reflexiones me llevan están lejos de conseguir que
me tranquilice. A ver ¿alguien puede explicarme qué hace Estados Unidos
luchando mano a mano contra el IS con países como Arabia Saudí?
En cuarto lugar, ¿por qué
aceptan Turquía y los demás países de la región combatir al lado de los Estados
Unidos? Tal vez porque todos ellos son conscientes de que a río revuelto,
ganancia de pescadores. El que más y el que menos pretende sacar partido a la
situación. A Turquía podrían haberle prometido lo que hasta ahora le han
negado: la entrada en la Unión Europea. Lástima que llegue tan tarde, cuando
los cimientos empiezan a tambalearse. De momento, le basta con saber que puede
mantener a los Kurdos bajo control. Para los otros, la alianza con los Estados Unidos les ofrece al menos tres ventajas. Por un lado, constituye un eficaz modo de limpiar su imagen ante la opinión pública occidental; por otro, les permite controlar a las nuevas fuerzas político-militares que han surgido en la región y que de expanderse podrían poner en peligro la supervivencia de su propio régimen gubernamental y en último lugar se mantienen informados de las estrategias que los aliados desarrollan. Información es Poder.
En quinto lugar ¿quién se decide a analizar el papel que juegan o pueden jugar
los países del Magreb? ¿Quién se decide a reflexionar en voz alta sobre la gran
relación de amistad entre las casas reales de Arabia Saudí y Marruecos,
teniendo en cuenta el poder político de que disponen dichos reyes?
En sexto lugar ¿qué tiene que decir Rusia al respecto? Al menos hasta no hace
mucho tiempo Rusia se negaba a que los aliados del Oeste ofrecieran apoyo a los
rebeldes sirios que luchan contra Assad. Por el contrario Turquía quiere
derrotar al régimen de Assad. ¿Determinará esto un conflicto turco-ruso, que hará
olvidar las tensiones ruso-europeas o colocará a Rusia entre dos frentes: el
europeo y el turco?
Una cosa es casi segura: las alianzas de hoy tienen muy poco que ver con las de mañana.
A mí me gustaría saber qué diantres les pasa a los Estados Unidos con tanta NSA y tanta CIA para que luego pasen estas cosas. A veces pienso que no han dejado de ser el naif capitán Delano, que Melville describe en su obra "Benito Cereno". Otras, en cambio, se me aparecen como gangsters, que unas veces se dedican a negociar y otras a hacer vendettas.
Una cosa es casi segura: las alianzas de hoy tienen muy poco que ver con las de mañana.
A mí me gustaría saber qué diantres les pasa a los Estados Unidos con tanta NSA y tanta CIA para que luego pasen estas cosas. A veces pienso que no han dejado de ser el naif capitán Delano, que Melville describe en su obra "Benito Cereno". Otras, en cambio, se me aparecen como gangsters, que unas veces se dedican a negociar y otras a hacer vendettas.
¿Están luchando contra el IS, contra Europa o son simplemente un nuevo Don
Rodrigo?
Ni se sabe. La guerra armada no es la única guerra que se está llevando a
cabo. Hay al menos otras dos: la cibernética y la bancaria. Los intentos de
Estados Unidos por subir sus tipos de interés para atraer al capital no pueden
quedarse sin respuesta europea por mucho tiempo.
Vuelvo a repetir lo que ya una vez dije. Esto es una guerra de los unos
contra los otros, los otros contra los demás y los demás contra el resto.
Parece que nos vamos adentrando en el lado oscuro y desconocido del País de las
Tinieblas de Alicia. El punto en común con el País de las Maravillas es que allí como aquí nadie comprende nada, ni a nadie. Ni a sí mismo.
Como ya escribí en mi comentario sobre "Hotel Savoy":
A veces es el pesimismo el que nos salva...
Cuando somos más fuertes que él.A veces es el pesimismo el que nos salva...
Isabel Viñado Gascón
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