Convendrán conmigo que, en general, no suelo jactarme mucho de la certeza
de mis análisis. Sobre todo porque como mi amigo Carlos me dijo, la ola muta y
más que de tener o no tener razón, de lo que se trata es de conservar la calma,
o sea: el sentido común, que ha de ser individual, crítico y sincero.
Pero es que esta vez, esta vez...
No me digan que no han pensado en mí cuando Rajoy lo primero que ha hecho
a la hora de enfrentarse al tema de la corrupción ha sido pedir perdón. No me digan
que no han pensado en mi comentario “Elucubraciones veraniegas”. Allí les anunciaba
que me iba a ir con Lutero porque una de las cuestiones que me separan en la
actualidad de la Iglesia Católica es la posición tan extraña que mantienen con
el tema del perdón. A nivel teológico lo tienen perfectamente delineado. Siempre es así.
A nivel práctico, no.
Escribir una cosa y decir que hay que hacer otra, provoca la esquizofrenia en el alma del
"lector-oyente" porque el lector ni oye ni ve aquéllo que ha leído. A la confusión
que envuelve a los párrocos católicos en el tema del perdón hay que añadir esa
extraña tesis del Todo en el Uno y el Uno en el Todo, por el cual todos tenemos
una naturaleza divina que, en nuestros días, sólo el hedonismo permite
desarrollar adecuadamente por aquéllo de que yo me merezco todo. Este conjunto
de factores ha propiciado, como digo, la expasión del cinismo en una sociedad
decidida a que las frases eclesiáticas que aprendió en su infancia y que
inconscientemente sigue transmitiendo se unan indisolublemente con el placer voluptuoso y sibarita de los nuevos
tiempos.
El resultado de esta asombrosa mezcla es que una de las frases de mayor
éxito en España consiste en afirmar que se quiere mucho a una persona, acto
seguido apuñalarla y a continuación pedir (cuando se pide, porque ultimamente ya ni eso) un perdón que se espera recibir
automáticamente. Doctor Jekill und Mister Hyde en uno: imagínense los peligros
de una fusión semejante.
¡Ah! Digánme ¿No lo encuentran divertido? ¿Excitante? ¿Tragicómico? Yo
siento esa felicidad sarcástica que envuelve a todos los que ven cómo los
hechos respaldan su crítica y su irritación ante la necedad. Desde hace dos
días mi rostro pasea una sonrisa de autosuficiencia burlona sin que yo haga
grandes esfuerzos por esconderla.
¡Lo sabía! ¡Lo sabía! , grita mi inteligencia satisfecha de sí misma.
Ya sé, a ustedes
seguramente les resulta indiferente. No tienen los problemas que yo tengo con
el “a” y el “no a”, con el Todo en el Uno y el Uno en el Todo, con el Perdón
gratuito.... Yo sí los tengo. Y además grandes porque mi experiencia me muestra
que no generan más que cinismo. Y el cinismo, de ello estoy absolutamente convencida, es la
peor de las desgracias que puede sufrir una sociedad. Peor que la envidia, peor
que la corrupción.
El cinismo socaba las
relaciones sociales más aún que la hipocresía y que la mentira. La mentira
niega la verdad; es su contrario. El cínico no miente. Coge un punto de verdad
y lo transforma en algo distinto. Algo que no tiene que ver ni con la verdad ni
con la mentira. Un producto nuevo. Un derivado.
El cinismo permite convertir la realidad en una “no realidad real”, cualquier cosa
resulta indiferente porque el Todo se puede transformar en Uno y se puede hacer
del Uno, el Todo. Y si en alguna situación esto no puede llevarse a cabo, siempre
queda el recurso de la petición de perdón, gratuito, claro, que más que una petición es una exigencia.
Se descubre una trama tras otra de corrupción ¿Y qué se le ocurre al
gobierno?
¡Pedir Perdón!
¡Pedir Perdón!
¡Pedir Perdón!
¡¿Lo único que se les ocurre es pedir perdón?!
¿Pero y de las responsabilidades políticas, cuándo van a hablar?
¿Van a asumir alguna?
Lo que estamos viendo no es una mosca en la sopa
Lo que estamos viendo es una sopa envenenada.
“a” no es lo mismo que “no a”
A veces ni siquiera “a” es lo mismo que “a”.
Ese dichoso Principio de Identidad me va a matar.
Nos va a matar.
Y encima, lo ya dicho: como esta vez resulta imposible aplicar el “Todo
está en el Uno y el Uno está en el Todo”por los motivos que ustedes mismos se
pueden imaginar, piden perdón y todo resuelto.
Pedir perdón en este caso no es suficiente.
Lo sería si se tratara de una mosca en la sopa pero, como estamos viendo,
es mucho más que eso.
Rajoy debería dimitir.
El pleno entero del gobierno debería dimitir.
No lo verán mis ojos.
Parece que España ha
decidido jugar a ladrones y policías y que los policías ganan. Lo que todavia
no está claro es si ello se debe al éxito de sus investigaciones o a un ajuste
de cuentas entre mafiosos. Porque una cosa es cierta, al margen de todo este
tipo de operaciones, nadie puede creer que la corrupción sea asunto exclusivo
de un único partido. ¿Quién lleva a cabo tales operaciones?¿Por qué se hace
ahora lo que cuando gobernaba otro partido no se hizo? ¿Es que no había corruptos
entre los cargos del anterior partido en el Poder? ¿Qué va a pasar con los casos
de corrupción en Andalucía? Fuenteovejuna se ríe, claro.
¿Qué va a pasar? Lo de siempre: “Te quiero. Te apuñalo. Te pido perdón. Y me perdonas porque te quiero.” El círculo se cierra. ¿Acaso cabía esperar algo distinto?
¿Qué va a pasar? Lo de siempre: “Te quiero. Te apuñalo. Te pido perdón. Y me perdonas porque te quiero.” El círculo se cierra. ¿Acaso cabía esperar algo distinto?
Y a perdonar toca. Porque si no perdonas eres un radical y un resentido y
no tienes sentido del humor. ¡Olé!
Esta noche he tenido una pesadilla.
He soñado que en Grecia gobernará “Syriza”
En Francia, el “Frente Nacional”, con Marie Le Pen.
En España, “Podemos”
En Alemania, “Alternative für Deutschland”
En Italia, el caos.
Y he soñado que ya no se pedía perdón.
Se imploraba.
Las teorías conspiracionistas habían demostrado su validez.
Me he despertando gritando.
En realidad no sé de qué me asombro.
Al fin y al cabo, las sociedades cínicas terminan siempre por devorarse a
sí mismas.
Isabel Viñado Gascón.
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