Friday, April 24, 2015

¡Sálvame!

No me negarán ustedes que resulta un poco extraño que sea el partido en el gobierno el que destape los casos de corrupción y corruptela de sus miembros más representativos, permita que se conozca la existencia de personas como Francisco Nicolás y ni siquiera tenga el más mínimo decoro en airear las intrigas y los conflictos internos que separan y dividen a esa gran familia, defensora en su programa de los más altos valores sociales, llamada Partido Popular.

Extraño porque estamos en época de elecciones, más extraño todavía porque en Andalucía  han desaparecido dos mil millones de euros destinados a la formación de parados y todavía no ha ido a la cárcel ningún alto cargo. Al parecer, allí  los únicos que blanquean millones son los alcaldes, sus mujeres y sus amantes folclóricas. “¡Al paredón con ellos!” Al paredón, no, que somos gente civilizada y de bien. Basta con dejarlos “a la sombra” una buena temporadita y ofrecérselos a Fuenteovejuna como víctimas expropiatorias. ¿Y los otros? Ah, los otros no se crean ustedes. Los otros están imputados. Ya se verá, ya.

Y mientras se ve y no se ve, resulta que en España sólo un partido - el de los valores eternos y sagrados,  el de misa de Domingo y religión en los colegios- tiene corruptos en sus filas. Y claro, por aquéllo de la fidelidad a los valores, no le queda más remedio que hacerlos públicos y hacerlos públicos unos pocos meses antes de las elecciones generales. ¡No me dirán que esto no es honradez! El deber es el deber, caiga quien caiga.

En mi siempre modesta opinión, pero no por modesta menos opinión, me parece que lo que muchos llaman “ajuste de cuentas” y  “guerras internas por el Poder” se trata en realidad de una operación de recaudación. Llenar las maltrechas arcas del Estado, maltrechas por vacías, se ha convertido en una cuestión de vida y muerte y uno – lo comprendemos- primero va al lugar en el que sabe o sospecha que hay dinero seguro.

En cualquier caso lo que asombra, lo que verdaderamente sorprende, es, en primer lugar, que sea ahora - ahora y no antes o después- en segundo lugar, que sea el partido en el gobierno el que no sólo eche piedras a su tejado sino que - lo nunca visto - reparta piedras a los otros partidos para que se las tiren a él y tercero, que bien porque las otras formaciones políticas andan enzarzadas en sus propias rencillas o porque no tienen muchas ganas de tirar de la manta - vete tú a saber los motivos -  no le lanzan tantas como podrían.

Uno se asombra, se sirve una taza de café humeante y mira a través de los visillos de la ventana. La mañana huele a primavera y los pájaros cantan alegres en las recién frondosas ramas de los árboles. Ninguna nube negra ensombrece el horizonte. ¿Por qué entonces todo se ha oscurecido tan de repente?

Son mis pensamientos, mis negros pensamientos, los que acaban de ensombrecer el día, tan idílico hasta el momento. Una terrible duda me asalta:

¿Será que no quieren volver a gobernar?

¿Será que quieren tirar la toalla?

¿Será que están gritando “Sálvame” y nosotros creemos que se refieren al otro “Sálvame”, a ése de las guerras de vecinos?

Hasta hace dos días veía a Hamlet pasar por delante de mi ventana deshojando margaritas. En vez de dudar entre “ser y no ser” andaba preguntándose si elegía el champán o los cubos de agua.

La cuestión de la existencia se había trasladado al Titanic.

Hoy, en cambio, lo he visto correr gritando “!sálvese quien pueda!”

¿Tan mal está la situación española, europea, occidental, global?

Isabel Viñado Gascón



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