No me negarán ustedes que resulta un poco extraño que sea el partido en el
gobierno el que destape los casos de corrupción y corruptela de sus miembros
más representativos, permita que se conozca la existencia de personas como Francisco
Nicolás y ni siquiera tenga el más mínimo decoro en airear las intrigas y los
conflictos internos que separan y dividen a esa gran familia, defensora en su
programa de los más altos valores sociales, llamada Partido Popular.
Extraño porque estamos en época de elecciones, más extraño todavía porque
en Andalucía han desaparecido dos mil
millones de euros destinados a la formación de parados y todavía no ha ido a la
cárcel ningún alto cargo. Al parecer, allí los únicos que blanquean millones son los
alcaldes, sus mujeres y sus amantes folclóricas. “¡Al paredón con ellos!” Al
paredón, no, que somos gente civilizada y de bien. Basta con dejarlos “a la
sombra” una buena temporadita y ofrecérselos a Fuenteovejuna como víctimas
expropiatorias. ¿Y los otros? Ah, los otros no se crean ustedes. Los otros
están imputados. Ya se verá, ya.
Y mientras se ve y no se ve, resulta que en España sólo un partido - el de
los valores eternos y sagrados, el de
misa de Domingo y religión en los colegios- tiene corruptos en sus filas. Y
claro, por aquéllo de la fidelidad a los valores, no le queda más remedio que
hacerlos públicos y hacerlos públicos unos pocos meses antes de las elecciones
generales. ¡No me dirán que esto no es honradez! El deber es el deber, caiga
quien caiga.
En mi siempre modesta opinión, pero no por modesta menos opinión, me parece
que lo que muchos llaman “ajuste de cuentas” y “guerras internas por el Poder” se trata en
realidad de una operación de recaudación. Llenar las maltrechas arcas del
Estado, maltrechas por vacías, se ha convertido en una cuestión de vida y
muerte y uno – lo comprendemos- primero va al lugar en el que sabe o sospecha
que hay dinero seguro.
En cualquier caso lo que asombra, lo que verdaderamente sorprende, es, en
primer lugar, que sea ahora - ahora y no antes o después- en segundo lugar, que sea
el partido en el gobierno el que no sólo eche piedras a su tejado sino que - lo
nunca visto - reparta piedras a los otros partidos para que se las tiren a él y tercero, que bien porque las otras formaciones políticas andan enzarzadas en
sus propias rencillas o porque no tienen muchas ganas de tirar de la manta - vete tú a
saber los motivos - no le lanzan tantas
como podrían.
Uno se asombra, se sirve una taza de café humeante y mira a través de los
visillos de la ventana. La mañana huele a primavera y los pájaros cantan
alegres en las recién frondosas ramas de los árboles. Ninguna nube negra ensombrece
el horizonte. ¿Por qué entonces todo se ha oscurecido tan de repente?
Son mis pensamientos, mis negros pensamientos, los que acaban de
ensombrecer el día, tan idílico hasta el momento. Una terrible duda me asalta:
¿Será que no quieren volver a gobernar?
¿Será que quieren tirar la toalla?
¿Será que están gritando “Sálvame” y nosotros creemos que se refieren al otro “Sálvame”, a ése de las guerras de vecinos?
¿Será que están gritando “Sálvame” y nosotros creemos que se refieren al otro “Sálvame”, a ése de las guerras de vecinos?
Hasta hace dos días veía a Hamlet pasar por delante de mi ventana deshojando
margaritas. En vez de dudar entre “ser y no ser” andaba preguntándose si elegía
el champán o los cubos de agua.
La cuestión de la existencia se había trasladado al Titanic.
Hoy, en cambio, lo he visto correr gritando “!sálvese quien pueda!”
¿Tan mal está la situación española, europea, occidental, global?
Isabel Viñado Gascón
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