Tuesday, April 28, 2015

¡Viva el rock!

Que lo tenga que gritar yo, precisamente yo, que además de aborrecer las bandas de rock – por bandas más que por rock, debido a la alergia que me producen las asociaciones de cualquier clase - termino con dolor de cabeza cada vez que les escucho tocar la guitarra eléctrica, porque es en esos momentos en los que uno se pregunta dónde empiezan y terminan las fronteras que separan el ruido de la música...

Pues bien, no me queda más remedio que gritar una vez más y bien fuerte:

¡Viva el rock!

En primer lugar, porque los únicos buenos letristas que he encontrado en los últimos tiempos son rockeros. Y cuando digo “buenos letristas” quiero decir “geniales poetas” “extraordinarios cantautores” “inigualables conocedores de la conciencia social y del sentimiento humano”. En comparación con el estado lamentable en el que se encuentra la canción comercial, el rock introduce nuevas perspectivas incluso para los que nunca hubiéramos pensado que podría tenerlas. La desesperación obra milagros. ¡Ah! Si no fuera por esa terrible afición suya a tocar la guitarra eléctrica, a cuyo chirriante y agresivo sonido no me he acostumbrado ni me acostumbraré nunca del mismo modo que nunca he sido capaz de habituarme a determinados pasajes de las óperas, por muy burguesas que se las considere y por mucha voluntad que yo haya puesto en el empeño... De todas las bandas que conozco, mi favorita es “Subway to Sally.”

¡Viva el rock!

Viva, porque los aficionados al rock no son fácilmente clasificables. En el rock convergen la extrema derecha, la extrema izquierda, y los de la correción política;  allí se juntan los nómadas con los sedentarios; los ateos, los laicos e incluso – curiosamente – algunos buenos católicos, romanos, apostólicos que conozco. El único requisito: poseer la capacidad necesaria para aguantar horas y horas el ruido agudo, penetrante, casi obsesivo, de esas chillonas guitarras eléctricas que no tienen nada que decir y cuya tarea se reduce únicamente a “crear atmósfera”. Desde luego lo que es a mí, ya lo he dicho, lo único que me provocan es dolor de cabeza.

¡Viva el rock!

En tercer lugar “¡Viva el rock!” porque al paso que vamos nuestras hordas de jóvenes rebeldes van a necesitar lugares en los que canalizar su rebeldía y su descontento; lugares en los que buscar nuevos valores y formas de vida; y yo, francamente, prefería que se fueran a lugares híbridos como los del rock, en los que la influencia de la música folk es cada vez mayor y en los que, tal vez precisamente por eso, se ha incrementado la presencia de instrumentos que requieren conocimientos de música, como el violín, que que lo vayan a buscar a grupos radicales religiosos. No nos engañemos: la virtud, la verdadera virtud, la verdadera grandeza de la ecuanimidad virtuosa, no la van a encontrar en ninguno de los dos sitios, es cierto. Pero por lo menos, el rock no les engaña acerca del contenido. En cambio, los grupos religiosos extremos suelen basarse en aquéllo de: “consejos doy, que para mí no tengo.” Y así, esconden la misma miseria  que ellos tan radicalmente condenan.

Mientras escribo este artículo, una banda de rockeros rusos, los “Nachtwölfe” - “lobos nocturnos” – se está dirigiendo a Berlín, con la intención de unirse a la conmemoración del fin de la Segunda Guerra Mundial. El asunto no pasaría de ser una simple anécdota si no fuera porque dicho grupo de rock defiende a Putin y Putin ha traspasado con armamento y soldados la frontera de Ucrania, protegida de Europa y de los Estados Unidos.
De momento el mayor obstáculo que se le ha presentado a la banda de rockeros es cruzar la frontera polaca. Las autoridades les han puesto tantos impedimentos para proseguir su viaje que no sólo han tenido que intervenir las autoridades rusas, también han conseguido aumentar su fama y el número de adherentes a sus filas. Gracias al protagonismo que les han dado los medios de comunicación, deseosos siempre de grandes emociones, la banda de rockeros rusos motorizada se ha convertido en la gran protagonista de los próximos eventos conmemorativos antes incluso de que éstos hayan comenzado.

Putin, dicen, se ha dejado ver recorriendo el mundo en moto junto a ellos. Seguramente a Varoufakis tampoco le hubiera importado unirse a sus filas; al fin y al cabo, ya tiene el moto, el traje y el casco. Sólo le hace falta el permiso de Putin y el consentimiento de Tsipras, el nuevo favorito de los dioses del Olimpo.
Pero Varoufakis no a a obtener fácilmente el consentimiento de Tsipras para unirse a semejantes compañías. Varoufakis – igual que Putin- ha caído en desgracia y no parece que haya muchos dispuestos a tenderle una mano; ni siquiera Putin, necesitado él mismo de apoyos fuertes. A nadie le resulta desconocido que Varoufakis es peligrosamente radical; peligrosamente porque un intelectual burgués radical resulta siempre más peligroso que un intelectual radical. Si además es especialista en economía, ya ni les cuento. En cambio, Tsipras no se atreve a ser radical porque teme las terribles consecuencias que la radicalidad siempre conlleva y que sólo los más fuertes, los más necios o los más desesperados se atreven a aceptar. Varoufakis sí se atreve. Por eso prefiere ser económicamente autarca y morir de pie, antes que sacrificar a un pueblo y a las generaciones venideras para devolver las deudas que por los siglos de los siglos debe y deberá al vecino del segundo.Varoufakis se ríe cuando le llaman “jugador” los mismos que están sentados con él jugando al póker. No me extraña que haya escrito en su twitter que tales insultos le honran. Lo que me asombra es que a algunos les asombre lo que Varoufakis escribe.

Varoufakis no cree en los dioses. Varoufakis es radical y por eso también son radicales las soluciones que propone. Tsipras, en cambio, es conciliatorio y todavía cree en la misericordia de los dioses o, al menos, en un milagro en forma de indemnización por los delitos que los alemanes cometieron durante la Segunda Guerra Mundial,  que coincida con las próximas conmemoraciones. “Y que yo lo vea”, pienso. Lo cierto es que entiendo mejor el argumento de la tragedia cuando Varoufakis sale a escena que cuando lo hace Tsipras. Tsipras asegura que los diálogos con la canciller alemana Merkel han sido muy productivos pero nadie sabe en qué ha consistido la productividad de tales conversaciones. Hasta el momento los alemanes se han negado ferréamente a desembolsar un sólo euro al respecto, pero ¡quién sabe! A veces el hierro se funde. Hay rumores de que podría haber una reducción de la deuda, pero eso enojaría sumamente a los otros países deudores. No hay que olvidar que es Fuenteovejuna la que debe lo que debe y Fuenteovejuna no está dispuesta a que unos paguen más que otros. Fuenteovejuna se pelea consigo misma, mientras el vecino del segundo aguarda pacientemente a que le devuelva lo que le deben. Lo cierto es que no parece que a Tsipras se le haya ocurrido una mejor idea que a los otros: la de empezar a buscar dinero por todas partes lo antes posible. Para ello lo primero que va a hacer es explicar a sus compatriotas qué significa el término "Hacienda somos todos". Asunto nada fácil, lo reconozco. En los no tan lejanos tiempos prósperos y boyantes, el “Hacienda somos todos” se entendió en Grecia como el “Hacienda no somos nadie”. Ya saben ustedes: ese terrible principio que afirma que el Todo está en el Uno y el Uno en el Todo y que determina que al ser la calle de todos, no sea de nadie y que como Hacienda somos todos, todos nos aprovechemos de Hacienda pero nadie pague a Hacienda. Eso pensaban en los tiempos en los que "Hacienda" significaba Estado democrático y Estado del Bienestar. Imagínense ustedes ahora que "Hacienda" es sinónimo de Sherif de Nottingham y que el sacrifico ciudadano no sirve para mantener el Estado del Bienestar sino para pagar lo que se adeuda por servicios pasados de los que sólo se recuerda vagamente haber disfrutado.

Lo curioso es que como el sistema económico es un sistema cerrado, Grecia adeuda a España millones que España necesariamente le reclama porque ella también tiene que devolverlos ¿a quién? ¡Al vecino del segundo, naturalmente! ¿A quién, si no?

“Hay cosas peores” - dicen los portugueses,  más partidarios del fado que del rock.

“¿Por ejemplo?” – pregunta la incrédula Grecia, que no puede imaginar algo peor que su propia situación.

“Poder pagar antes de que plazo haya cumplido” – contesta Portugal.

Y es que para el vecino del segundo, y he ahí lo grave, los Estados no son Estados soberanos. La soberanía de los Estados es un rasgo que sólo cobra interés en las relaciones de los unos con los otros, no en las relaciones con el vecino del segundo. Para el vecino del segundo, los Estados son personas privadas y por eso han de devolver los intereses según lo estipulado, no vaya a ser que si a algún Estado le cae la lotería, lo que también le puede suceder a una persona privada, lo pueda pagar antes de tiempo y el vecino del segundo no recaude todo lo que había pensado recaudar.

Portugal estaba contenta de haber conseguido reunir el montante adeudado antes de tiempo pero he aquí que antes de aceptarlo, los dioses del Olimpo tienen que considerar la cuestión. Y Portugal con el dinero en la mano y esperando a saber si devolverlo antes de los plazos previstos le va a costar adicionales intereses de penalización o no.

De momento el vecino del segundo cuyo comportamiento, igual que el de aquéllos libreros que han vendido libros por valor de cien mil euros a una anciana ciega, puede calificarse nada más que como “marketing agresivo”, se digitaliza, cierra oficinas e incentiva el “Homeworking” que, digan lo que digan,  es una de las formas más complicadas de trabajar que existen. El “Homeworking”, al igual que las cocinas abiertas, es presentado en forma de idea genial cuando simplemente constituye un intento de solucionar los problemas que la crisis plantea. En el caso del Homeworking, la crisis de la empresa que intenta reducir gastos. Empieza por los locales y termina por los trabajadores. Desde luego no se puede negar que lo ha intentado. Y en lo que respecta a las cocinas, cuando los precios de los pisos y del servicio doméstico empezó a dispararse, se pasó de encuadrarlas en el lugar más alejado a comer en ellas, hasta que no quedó más remedio que integrarlas al comedor e incluso al salón. Estos anuncios de la persona que cocina al tiempo que se toma un vino con los amigos resultan siempre de una pesadez insoportable por falsos y falsificadores. En la cocina se trabaja y hasta se hacen confidencias al olor de un café recién hecho; puede convertirse incluso en un campo de pruebas en el que considerar la verdadera afinidad de los enamorados y en un lugar de alivio para colegiales cansados que olvidan sus penas delante de una taza de chocolate caliente pero, admitámoslo, apta para preparar una suculenta cena al tiempo que se disfruta de una agradable velada, no es.

Que se lo pregunten si no a los periodistas portugueses. En Portugal los partidos políticos mayoritarios están pensando en cocinar una ley de censura dentro de la cocina abierta que es cualquier Parlamento que se precie; de tal manera que cualquier artículo que los periódicos deseen publicar tendrán que obtener primero, la aprobación de una comisión.

Historias como éstas, que yo acabo de leer en "Der Spiegel", introducen en mi alma una gran consternación. Los periodistas tendrían que obtener la aprobación de la comisión ¿y los blogueros portugeses? ¿y los periodistas de los periódicos extranjeros? ¿Y los blogueros de los bloggs extranjeros? Sólo faltaría que la famosa dictadura mundial que las teorías de la conspiración llevan anunciando desde hace años se iniciara en Portugal, precisamente en Portugal que acaba de salir como quien dice de una dictadura parecida a la española. Como sigan por ese camino, a los políticos portugueses se les va a quemar el asado y encima va a ser a la vista de todos comensales.

El IS, ajeno al vecino del segundo, indiferente al Homeworking y a las cocinas abiertas, atentos quizás, nunca se sabe, a la suerte de los refugiados musulmanes que consiguen arribar a nuestras costas para educada pero inflexiblemente intentar convertirlos al extremismo, después de haberse encargado amablemente de sus cuestiones administrativas y de sus cuidados humanitarios, asegura victorias en su territorio y considera la posibilidad de un acercamiento a los radicales islamistas de Chechenia. El IS considera esa posibilidad, como considera otras posibilidades. Lo cierto es que si cogemos un mapa y ponemos chinchetas en cada una de esas posibilidades, encontramos que cada semana hay más chinchetas que considerar.

¿Comprenden ahora por qué cada vez me gusta más el rock?

Isabel Viñado Gascón






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