Jorge vuelve a llamarme. Esta vez para quejarse. “Tus comentarios son muy
largos. Encuentro muchas erratas e introduces demasiados elementos”, dice
contrariado, “ni te imaginas el tiempo que tardo leyendo y la cantidad de ideas
en las que tengo que pensar. Como sigas así, te vas a quedar sin lectores”, concluye.
Me callo. No por falta de
argumentos sino porque el asombro me impide articular palabra. Me pasa siempre.
El silencio se prolonga un par de segundos, tiempo durante el cual los pensamientos
se agolpan en mi cerebro sin que mi boca permita darles salida. Me gustaría decir a Jorge que
no escribo para ganar lectores sino porque necesito ordenar mis ideas. Si las escribo
en un blog no es para que media Humanidad lea lo que ya de por sí sabe sino
para que no desaparezca lo que yo pienso: en mi caso resulta más seguro publicar
mis artículos en Internet que tenerlos guardados en el archivo y no tanto por
el miedo a los hackeadores anónimos sino
porque corro el riesgo de pretar el botón equivocado. Soy un desastre para la
técnica, lo admito; no creo que este aspecto vaya a mejorarse ni a medio ni
a largo plazo. Escribo, es cierto, a la velocidad
del pensamiento que, en mi caso, supera a la de la luz, por falta de tiempo y
paciencia; luego poco a poco voy corrigiendo el texto. Y escribo tanto porque es el único método que me sirve de utilidad para meditar, estructurar y aclarar mis ideas. Soy consciente de que en nuestros días, que son los únicos que conozco, exponer oralmente lo que uno piensa es considerado como una falta de educación a no ser, claro, que se trate de una conferencia. Pero que también pueda reprocharse que alguien escribe demasiado...
Pensaba que el telégrafo había quedado en desuso.
Pensaba que el telégrafo había quedado en desuso.
Tanta red social para al
final conversar y dialogar tan poco...
La mayoría de las conversaciones
se reducen a palabras sueltas, a frases slogan cuyo contenido no se puede
desarrollar porque los oyentes no disponen ni del tiempo ni del interés mínimo
necesario. Automáticamente surge la consabida pregunta : “¿Cuál es el punto?" , sin entender, sin ni siquiera admitir, que el
punto es el nombre del tema pero no el desarrollo del tema. Peor aún: muchos de
los encuentros orales son simples disparos de balas destinadas unas veces a
herir y otra a matar al interlocutor. A mí me gustaría saber qué hacen hoy en
día las otras personas para poder pensar y recapacitar. Yo, francamente, no
conozco otro método más efectivo que el de la pluma y el papel; y desde luego no estoy dispuesta en ningún modo a
cuestionar por qué dedico tanto esfuerzo a lo que me gusta, cuando muchas veces
ni siquiera nos planteamos por qué hacemos lo que no nos gusta.
Me callo y luego envío mi respuesta a Jorge a través de estas líneas, aun a riesgo de que también él se haya apuntado a
la nueva moda de leer en diagonal...
Jorge por su parte, ha aprovechado mi
silencio para pasar a otra cuestión que le interesa más. “Ultimamente la vida
de los bloggeros corre peligro”, me advierte un tanto preocupado. – “¿Por qué?”,
pregunto. – “¿No te has enterado? En Bangladesh han asesinado a unos cuantos;
por ser ateos.” – explica.
– “Los del Orden Eterno e Inmutable, imagino. No
te preocupes Jorge, - le digo, - el que
quiere matar, mata. Y morir, al fin y al cabo, es ley de vida.”
Y ante verdad tan evidente,
pasamos a tratar otros asuntos que ya no vienen al caso.
El Orden Eterno e Inmutable.
Siempre el mismo Orden: o dices y haces lo que yo digo y hago, o eres hombre
muerto. El Orden Eterno e Inmutable, ayer de unos, hoy de otros y mañana del
resto, pero siempre el mismo: sangriento y tirano, blandiendo la espada de la
Fe Eterna e Inmutable para destrozar vidas y familias. Se denomina y le
denominan “el Orden Eterno e Inmutable” pero en realidad no defiende ni a Dios
ni a la Fe ni a la Virtud. Lo único que hace es asesinar, mentir, corromper,
sembrar el terror, la destrucción, la miseria, promover la incultura, la
esclavitud, la indolencia mental y espiritual... Ese es el “Orden” que se llama
a sí mismo “Eterno e Inmutable!”.
¡Defender a Dios! ¡Menuda
soberbia la suya!
¡Dios no necesita
defensores! ¡¿Desde cuándo Dios el
creador, Dios el Omnipotente, necesita que un mosquito le defienda de otro
mosquito?!
¿Se hace necesaria una espada que salvaguarde la Virtud Eterna e Inmutable?
!La Virtud tampoco necesita
de la sangre para asegurar su trono.!
La Verdadera y Eterna
Virtud no exige: se exige.
La Verdadera y Eterna
Virtud no impone: se impone.
La Verdadera y Eterna
Virtud no prohibe: se prohibe.
La Verdadera y Eterna
Virtud no mata: crea.
La Verdadera y Eterna
Virtud no siembra la destrucción: siembra la luz
Y cuando esto
no es posible, no alza la espada: se refugia en la soledad.
El Orden
Eterno e Inmutable que ayer fue de unos, hoy de otros y mañana será del
resto... no es ni Orden, ni Eterno ni Inmutable. Sólo es una excusa más, de las
muchas que ya existen, para que un hombre mate a un semejante sin sentir
remordimientos, ni culpabilidad alguna por ello; para hacer de un asesino un
héroe; y de un impulso criminal, un ideal.
Isabel Viñado
Gascón
No comments:
Post a Comment