Wednesday, May 13, 2015

Acerca de mis blogs y del Orden Eterno e Inmutable.

Jorge vuelve a llamarme. Esta vez para quejarse. “Tus comentarios son muy largos. Encuentro muchas erratas e introduces demasiados elementos”, dice contrariado, “ni te imaginas el tiempo que tardo leyendo y la cantidad de ideas en las que tengo que pensar. Como sigas así, te vas a quedar sin lectores”, concluye.
Me callo. No por falta de argumentos sino porque el asombro me impide articular palabra. Me pasa siempre. El silencio se prolonga un par de segundos, tiempo durante el cual los pensamientos se agolpan en mi cerebro sin que mi boca permita darles salida. Me gustaría decir a Jorge que no escribo para ganar lectores sino porque necesito ordenar mis ideas. Si las escribo en un blog no es para que media Humanidad lea lo que ya de por sí sabe sino para que no desaparezca lo que yo pienso: en mi caso resulta más seguro publicar mis artículos en Internet que tenerlos guardados en el archivo y no tanto por el miedo a los hackeadores anónimos sino porque corro el riesgo de pretar el botón equivocado. Soy un desastre para la técnica, lo admito; no creo que este aspecto vaya a mejorarse ni a medio ni a largo plazo.  Escribo, es cierto, a la velocidad del pensamiento que, en mi caso, supera a la de la luz, por falta de tiempo y paciencia; luego poco a poco voy corrigiendo el texto. Y escribo tanto porque es el único método que me sirve de utilidad para meditar, estructurar y aclarar mis ideas. Soy consciente de que en nuestros días, que son los únicos que conozco, exponer oralmente lo que uno piensa es considerado como una falta de educación a no ser, claro, que se trate de una conferencia. Pero que también pueda reprocharse que  alguien escribe demasiado... 
Pensaba que el telégrafo había quedado en desuso.

Tanta red social para al final conversar y dialogar tan poco...

La mayoría de las conversaciones se reducen a palabras sueltas, a frases slogan cuyo contenido no se puede desarrollar porque los oyentes no disponen ni del tiempo ni del interés mínimo necesario. Automáticamente surge la consabida pregunta : “¿Cuál es el punto?" , sin entender, sin ni siquiera admitir, que el punto es el nombre del tema pero no el desarrollo del tema. Peor aún: muchos de los encuentros orales son simples disparos de balas destinadas unas veces a herir y otra a matar al interlocutor. A mí me gustaría saber qué hacen hoy en día las otras personas para poder pensar y recapacitar. Yo, francamente, no conozco otro método más efectivo que el de la pluma y el papel; y desde luego no estoy dispuesta en ningún modo a cuestionar por qué dedico tanto esfuerzo a lo que me gusta, cuando muchas veces ni siquiera nos planteamos por qué hacemos lo que no nos gusta.
Me callo y luego envío  mi respuesta a Jorge a través de estas líneas, aun a riesgo de que también él se haya apuntado a la nueva moda de leer en diagonal...

Jorge por su parte, ha aprovechado mi silencio para pasar a otra cuestión que le interesa más. “Ultimamente la vida de los bloggeros corre peligro”, me advierte un tanto preocupado. – “¿Por qué?”, pregunto. – “¿No te has enterado? En Bangladesh han asesinado a unos cuantos; por ser ateos.” – explica.
 – “Los del Orden Eterno e Inmutable, imagino. No te preocupes Jorge, -  le digo, - el que quiere matar, mata. Y morir, al fin y al cabo, es ley de vida.”
Y ante verdad tan evidente, pasamos a tratar otros asuntos que ya no vienen al caso.

El Orden Eterno e Inmutable. Siempre el mismo Orden: o dices y haces lo que yo digo y hago, o eres hombre muerto. El Orden Eterno e Inmutable, ayer de unos, hoy de otros y mañana del resto, pero siempre el mismo: sangriento y tirano, blandiendo la espada de la Fe Eterna e Inmutable para destrozar vidas y familias. Se denomina y le denominan “el Orden Eterno e Inmutable” pero en realidad no defiende ni a Dios ni a la Fe ni a la Virtud. Lo único que hace es asesinar, mentir, corromper, sembrar el terror, la destrucción, la miseria, promover la incultura, la esclavitud, la indolencia mental y espiritual... Ese es el “Orden” que se llama a sí mismo “Eterno e Inmutable!”.

¡Defender a Dios! ¡Menuda soberbia la suya!

¡Dios no necesita defensores!  ¡¿Desde cuándo Dios el creador, Dios el Omnipotente, necesita que un mosquito le defienda de otro mosquito?!

¿Se hace necesaria una espada que salvaguarde la Virtud Eterna e Inmutable?
!La Virtud tampoco necesita de la sangre para asegurar su trono.!

La Verdadera y Eterna Virtud no exige: se exige.

La Verdadera y Eterna Virtud no impone: se impone.

La Verdadera y Eterna Virtud no prohibe: se prohibe.

La Verdadera y Eterna Virtud no mata: crea.

La Verdadera y Eterna Virtud no siembra la destrucción: siembra la luz

Y cuando esto no es posible, no alza la espada: se refugia en la soledad.

El Orden Eterno e Inmutable que ayer fue de unos, hoy de otros y mañana será del resto... no es ni Orden, ni Eterno ni Inmutable. Sólo es una excusa más, de las muchas que ya existen, para que un hombre mate a un semejante sin sentir remordimientos, ni culpabilidad alguna por ello; para hacer de un asesino un héroe; y de un impulso criminal, un ideal.


Isabel Viñado Gascón                                                                       





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