No la conozco, no he tenido el placer de que me la
presenten y no creo que lo vaya a tener jamás. Incluso aun en el supuesto caso
de que nuestras vidas llegaran a cruzarse en alguno de esos llamados eventos
sociales, dudo mucho que intercambiáramos más de dos palabras.
Y sin embargo...
Sin embargo me parece terrible, mezquino e
indignante el trato que está recibiendo por parte de algunos periodistas. Sobre
todo teniendo en cuenta que la mayor parte pertenecen género femenino. Le
critican su belleza, le critican cómo camina, cómo se expresa, hay quienes
incluso se atreven a trascribir sus palabras con el acento mejicano. Ellos
sabrán con qué propósito. Critican y se regodean en la crítica al libro que
acaba de presentar alegando que no es profundo; acto seguido se consideran con
derecho a llamarla "Genoboba"¡Y encima se creen sumamente inteligentes por dicha
ocurrencia!
No he leído su libro pero me imagino que la primera intención de la autora fue narrar la historia que quería y que dada su posición podía incluso editar. En cuanto a la superficialidad que le reprochan a su obra, recuerdo que hace un par de años el libro de mayor éxito de ventas en España fue una autobiografía firmada por una mujer cuya vida y carácter muy pocos se atreverían a calificar de profunda. Que a estas alturas y en esta sociedad en la que estamos se apele a lo profundo como si de un requisito indispensable se tratara y que, por si fuera poco, algunos – los que más se aprovechan de la superficialidad- se rasguen las vestiduras porque se acaba de editar un libro superficial, no me asombra: me divierte.
No he leído su libro pero me imagino que la primera intención de la autora fue narrar la historia que quería y que dada su posición podía incluso editar. En cuanto a la superficialidad que le reprochan a su obra, recuerdo que hace un par de años el libro de mayor éxito de ventas en España fue una autobiografía firmada por una mujer cuya vida y carácter muy pocos se atreverían a calificar de profunda. Que a estas alturas y en esta sociedad en la que estamos se apele a lo profundo como si de un requisito indispensable se tratara y que, por si fuera poco, algunos – los que más se aprovechan de la superficialidad- se rasguen las vestiduras porque se acaba de editar un libro superficial, no me asombra: me divierte.
Lo que ya no me divierte sino que me enoja, me
ofende y me encoleriza es cuando leo cómo algunos lectores le recriminan de las
formas más dispares y variopintas su procedencia hispanoamericana. No es el
primer caso. Ya conocemos otros.
¡Hay cosas que claman al cielo!
¡Y no es sólo por el racismo y la discriminación
que tales insolentes comentarios entrañan!
Es por la injusticia, la falsedad y la incultura
que demuestran poseer tales comentaristas.
Todos ellos ignoran, o quieren ignorar, que la
cultura, la verdadera cultura, no se respira hoy en día en España sino en
Hispanoamérica. España conserva el recuerdo y la gloria de días pasados pero la
actualidad ya no es nuestra, mal que nos pese. Ya quisiéramos nosotros tener un
poco, al menos eso, de la actividad febril que se respira en Argentina, en
Méjico, en Colombia, en Perú. Ya quisiéramos nosotros sus vivencias, sus
reflexiones, sus andanzas, sus visiones...
La soberbia, la pura y
simple soberbia, es la que nos mantiene anclados en el puerto comiendo pescado
congelado mientras los otros barcos regresan a casa cargados de pescado fresco
y bien fresco. Tanto que incluso alguno viene a caer a nuestra nave y eso viene
a reforzar el sentimiento de superioridad del que estamos inflados. Vemos los
pobres llegados de más allá de los mares y creemos que esa parte es el todo y nos
indignamos cuando los países que reciben a los emigrantes españoles creen que
esa parte representa al todo.
¿Es que ya no se acuerdan de la cantidad de emigrantes republicanos que justamente Méjico, el país de Genoveva Casanova, acogió? ¡Y como los acogió! Incluso les reconoció los títulos universitarios que traían de España. ¿Tan liberales nos creemos y somos tan mezquinos?
Nos llamamos "Madre Patria" pero somos madrastra.
¿Es que ya no se acuerdan de la cantidad de emigrantes republicanos que justamente Méjico, el país de Genoveva Casanova, acogió? ¡Y como los acogió! Incluso les reconoció los títulos universitarios que traían de España. ¿Tan liberales nos creemos y somos tan mezquinos?
Nos llamamos "Madre Patria" pero somos madrastra.
Me alegro de que Genoveva Casanova haya escrito un
libro. Me alegro de que sea feliz. Me
alegro de su belleza, profunda y bien profunda, y sobre todo:
¡Viva Méjico!
Isabel Viñado Gascón
I
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